Unax Ugalde y Pablo Malo, protagonista y director de «Lasa y Zabala»
Unax Ugalde y Pablo Malo, protagonista y director de «Lasa y Zabala» - efe

«Lasa y Zabala», brocha gorda para una historia sucia

Pablo Malo reconstruye sin profundidad fílmica y sin la menor finura política el primer acto terrorista de los GAL

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Ni el cine se siente aún cómodo ni libre siendo el espejo de la banda terrorista ETA, ni el Festival de San Sebastián tampoco en el papel de escaparate «natural» de ese cine. Pero ambos acuden puntualmente a esa cita. Esta edición tuvo el polémico producto Cobeaga con «Negociador» y ayer se presentaba fuera de concurso «Lasa y Zabala», un grueso brochazo cinematográfico al primer acto terrorista de los llamados GAL. El director, Pablo Malo, aborda el caso en sus tres tiempos, en 1983, cuando los dos miembros de ETA fueron secuestrados en Bayona por miembros de la Guardia Civil de Intxaurrondo bajo el mando del general Galindo; en 1985, cuando fueron encontrados sus restos con signos de haber sido torturados, y en 1995, cuando finalmente se identificaron y comenzó un proceso que acabó con la condena del general Galindo, el gobernador civil de Guipuzcoa Julen Elgorriaga, y los guardias civiles Vaquero, Dorado y Bayo…

En fin, una sucia historia que convirtió en navegables las cloacas del Estado y que ahora Pablo Malo reconstruye sin profundidad fílmica y sin la menor finura política. El héroe de la historia, su punto de vista, es el abogado abertzale (que interpreta Unax Ugalde) y su contraplano es la cloaca, con un tratamiento visual digno de una película de interior de psiquiátrico o de película de Fu Manchú. Consigue momentos de cine de villanos tan fuera de horma, casi risibles, que desbaratan lo trágico de los sucesos. No hay texto ni contexto, sólo una recreación grosera y casi ininteligible de algo que entendió todo el mundo, incluido el propio Estado.

Y es una pena que esta película llena de ligereza le arrebatara el protagonismo del día a «Magical girl», de Carlos Vermut, seria aspirante a estar en el Palmarés final. Una historia realmente sucia, sí, y en la que todos los personajes son villanos (atento, Pablo Malo) y se sacan ante la cámara lo peor de sí mismos. Grandísima interpretación de José Sacristán, también de Bárbara Lennie y de Luis Bermejo, en esta historia de amores y dolores traducidos en imágenes sorprendentes y en giros de la trama más pendientes del instinto que de la lógica del guión. Más que explicaciones, lo que ofrece es inquietud y estallido.

Y también es una pena que la otra película a competición, «Tigers», de Danis Tanovic, se vea solapada a pesar de su excelente tratamiento de la lucha de un joven pakistaní contra una multinacional de distribución de alimentos infantiles cuyo mal uso produjo (¿o produce?) miles de víctimas en las zonas más pobres del país. Las imágenes de los niños afectados son terribles en medio de esa narración con cierto aire de Bollywood.

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