El presidente de la gestora que ha dirigido hasta este domingo el PSM, Rafael Simancas
El presidente de la gestora que ha dirigido hasta este domingo el PSM, Rafael Simancas - víctor lerena

El difícil reto de pacificar el PSM, un partido históricamente dividido

Sara Hernández, la nueva secretaria general, debe recomponer una nueva federación que lleva un siglo en ebullición

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La decapitación de Tomás Gómez en febrero dejó más que tocada la estabilidad del PSM. Sara Hernández tiene ante sí el reto de apaciguar un partido que siempre ha vivido en plena ebullición. La de los socialistas madrileños es una historia de desencuentros, donde las «familias» llevan cien años lanzándose cuchillos.

Así ocurría ya en 1919, cuando la Agrupación socialista madrileña pidió que el PSOE se adhiriera a la Tercera Internacional. El Congreso extraordinario que se convocó entonces intentó una resolución «salomónica» que no rompiera el partido. No lo logró.

Hace décadas, el PSOE gobernaba en Madrid y en muchos municipios. La Federación Socialista la dirigía Alonso Puerta, que fue sustituido por Joaquín Leguina. Este tuvo que bregar once años con una familia numerosa: renovadores, guerristas, acostistas, renovadores por la base, Izquierda Socialista...

Optó por la «mesa camilla», sentando en la dirección a José Acosta, presidente de la FSM, a él mismo y al alcalde Juan Barranco.

Luego llegó a la FSM Teófilo Serrano, guerrista pero cercano a Leguina, lo que descolocó a los «suyos», que obstaculizaron su labor. En 1994, aburrido, se fue. Le sustituyó Lissavetzky hasta el año 2000.

La pérdida de las instituciones –primero el Ayuntamiento y luego la Comunidad– llevó al PSOE de Madrid a los «paracaidistas». Cristina Almeida fue el paradigma. En 1999, hubo primarias por primera vez para la Alcaldía de Madrid: Fernando Morán venció por muy poco a Leguina.

Éste criticó duramente al grupo de renovadores por la base, que variaban sus apoyos según les fuera el viento. Un grupo tóxico que años después ayudó a Rodríguez Zapatero a auparse a la secretaría general del PSOE, y de cuyas filas salieron en 2003 Tamayo y Sáez, los dos diputados regionales que con su ausencia de la votación de investidura privaron a Rafael Simancas de ser presidente regional.

Simancas, desde 2002 secretario general, aguantó hasta 2007, pero ante los malos resultados electorales, decidió irse. Tomás Gómez le sustituyó. El exalcalde de Parla intentó «exterminar» cualquier atisbo de oposición apartando a casi todos, lo que acabó con él. Ahora Hernández tiene la difícil papeleta de pacificar al partido. El tiempo corre en su contra: tras las elecciones generales habrá un congreso donde puede haber sorpresas si no se hace con las riendas del PSM.

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