Omar Mateen, un guardia inestable y violento

La motivación de Omar Saddiqui Mateen se pierde en la confusión de datos paradójicos. El FBI lo considera el acto terrorista de un lobo solitario, radicalizado hasta el yihadismo, y se apoya en la llamada previa que realizó al teléfono de emergencias en nombre de Daesh, que posteriormente reivindicó el atentado, y en que era seguido por su creciente radicalización en el islam. Con ello coincide el origen afgano de sus padres.

Sin embargo, otros datos y las opiniones de su entorno non van en esa dirección. Nacido en Nueva York en 1968, Omar Saddiqui Mateen, que ya no podrá contarlo, era vecino de Orlando (Florida). Su padre y su esposa coinciden en que no era un hombre religioso.

Y de la declaración de ambos se puede deducir también su carácter violento. En el caso de su progenitor, cuando relató que «se enfadó mucho cuando vio a dos hombres besarse». En el caso de su mujer, más grave, en su confesión de que le maltrataba. En declaraciones a «The Washington Post», la esposa de Mateen, que no quiso identificarse por miedo a represalias, aseguró que «no era una persona estable», y declaró con claridad que también era víctima de su odio: «Me golpeaba. Venía a casa y empezaba a golpearme porque la colada no estaba acabada o cosas así».

La mujer conoció al sospechoso hace ocho años por internet. Se mudó con él a Florida, donde se casaron en marzo de 2009. Continúa su relato: «Al principio, parecía ser un ser humano normal, pero después se volvió violento».

Mateen, que trabajaba como guardia en un centro de delincuentes juveniles, no tenía en casa más que una pistola de bajo calibre, al menos que supiera su mujer. Y tenía como costumbre acudir al gimnasio a hacer ejercicio.