Leadsom durante la lectura de su comunicado
Leadsom durante la lectura de su comunicado - BBC

Theresa May será primera ministra tras la retirada de Leadsom

La aspirante había quedado muy tocada tras criticar a su rival por no tener hijos

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Tal y como se especulaba desde la misma mañana en que Cameron dimitió tras perder el referéndum sobre la UE, su sucesora será la que junto a Boris Johnson fue desde el comienzo la gran favorita, Theresa May, de 59 años, ministra del Interior desde 2010, la segunda dirigente que más tiempo ha estado en el cargo, una líder seria y eficaz, que representa el conservadurismo más clásico. May será proclamada primera ministra sin necesidad de que vote la militancia, debido a la retirada este mediodía de su única rival en la carrera final, Andrea Leadsom, la secretaria de Estado de Energía, una dura del Brexit de 53 años. Leadsom había quedado muy tocada tras una controvertida entrevista el fin de semana en «The Times», en la que aseguró que ella estaba más capacitada que su adversaria para dirigir el país debido a es madre, mientras que May no ha tenido hijos.

Además, se la acusaba de haber adornado su currículo laboral como ejecutiva en la City para darle más boato y de haber creado con su marido una firma offshore en los noventa para esquivar al fisco británico.

Theresa May, la hija de un reverendo, una mujer extremadamente trabajadora y de perfil adusto, será la segunda mujer en el Número 10 de Downing Street, 26 años después de su admirada Margaret Thatcher. Su victoria supone un triunfo para David Cameron, que en cierto modo se toma a través de ella su venganza frente a sus correligionarios Boris y Gove. Aunque no la apoyó explícitamente, es del dominio público en los círculos de Westminster que el todavía primer ministro la apoyaba en la sombra. Tras renunciar, Cameron había lanzado una operación bautizada como «cualquiera menos Boris». Tras un proceso de líderes caídos que ha recordado a los «Diez Negritos» de Agatha Christie, May ha sido la superviviente en las ciénaga de Westminster.

Leadsom leyó un comunicado de retirada rodeada de simpatizantes y explicó que el país «necesita un liderazgo fuerte» y May «está perfectamente situada» para ofrecerlo y aplicar el Brexit. «Nos hace falta con urgencia un liderazgo fuerte para iniciar el trabajo para salir de la UE. Nueve semanas de campaña por el liderazgo [del Partido Conservador] en tan crítico momento es altamente indeseable», dijo.

También reconoció que carecía de suficiente apoyo en la bancada parlamentaria tory. En la ronda donde salió finalista, May obtuvo el voto de 199 diputados y Leadsom el de 84, es decir, el 25% de los tories de los Comunes. «No creo que sea suficiente para dirigir un Gobierno fuerte y estable», reconoció Leadsom. Acto seguido anunció su retirada y dijo que desea a May «un gran éxito». A primera hora había enviado a su adversaria un mensaje de texto reconociendo que se había equivocado con sus declaraciones sobre que el hecho de que la ministra del Interior no haya sido madre la hacían menos cualificada para ser primera ministra.

En teoría el plazo tope para proclamar al sucesor de Cameron es el 9 de septiembre, pero la fecha se adelantará, al no ser necesarias ya las semanas de votación postal de los 150.000 militantes del partido. Hay dudas si May será proclamada hoy mismo o al final de la semana. El llamado Comité 1922, que dirige los procesos sucesorios en el Partido Conservador, reunirá al consejo del mismo para tomar una decisión. En el último relevo sin votación, cuando Blair dio paso a Gordon Brown, pasaron 38 días para el cambio de dirigente.

El Brexit ha sido una auténtica picadora de líderes. Se llevó por delante a Cameron, que había dicho en campaña que seguiría siendo primer ministro fuese cual fuese el resultado, pero que no pudo seguir, pues las urnas desautorizaron su campaña por el In y dimitió al instante. El siguiente en caer fue Boris Johnson, al que muchos veían ya primer ministro tras ser el rostro mitinero de la campaña del Out. Una traición de su socio por el Leave, el maniobrero Michael Gove, acabó con sus opciones. Pero a su vez Gove pagó su tradición y cuando quiso ser candidato en la carrera por el liderazgo, los diputados castigaron su puñalada a Boris y quedó eliminado en la segunda ronda. También cayó el eurófobo Farage, que alega ahora que sus hijas sufrieron amenazas tras el Brexit. Por último cae Leadsom, víctima de su imprudencia verbal y en realidad carente de la suficiente experiencia para el cargo.

La nueva primera ministra es euroescéptica, pero en la campaña apoyó la permanencia por lealtad a su jefe de filas, David Cameron, aunque cuidándose de mantener un perfil bajo. Esta mañana, en un discurso de candidatura, volvió a repetir que «Brexit significa Brexit y lo vamos a convertir en un éxito».

El perfil de Theresa May

May es una persona muy reservada, más admirada que querida y muy solvente, a la que Nick Clegg apoyaba «La Reina de Hielo», cuando era vicepresidente de la coalición de Cameron con los liberales. Feminista, carece de sentido del humor, o al menos no lo muestra, y es más bien tímida. Con frecuencia prolonga sus jornadas de trabajo hasta la madrugada, jamás se permite un cotilleo y desprecia la cháchara social. Se trata de una inglesa a lo clásico, de sentimientos contenidos -cuando no impenetrables- y profundo sentido del deber.

Entre 2002 y 2003 fue por un breve tiempo la primera mujer que presidió el partido. Destacó un discurso en que reclamó la modernización de la formación y la llamó «nasty party», expresión que luego copiaría Aguirre. Pero también se recuerdan los audaces zapatos de estampado de leopardo que calzaba aquel día. El gusto por la ropa elegante y los zapatos de fantasía es una única nota de color en el mundo de esta mujer parca y austera.

El vicario anglicano Hubert Brasier, vecino de la campiña de Oxfordshire, solo tuvo una hija, Theresa. A los doce años ella comenzó a sentir el interés por la política, que nació en las cenas en casa, donde su padre compartía los problemas de los feligreses. Estudió en un buen colegio de pago (algo que en Inglaterra todavía te marca la vida adulta) y de allí pasó a Oxford, donde cursó Geografía.

En la universidad encontró a su marido, Philip, hoy alto ejecutivo de banca y dos años menor que ella. Se conocieron en la disco de la asociación de estudiantes tories y su primer punto en común fue la pasión por el críquet. Todo en May es medularmente inglés. No falta un domingo en los oficios de la Iglesia de Inglaterra y posee una casa buena a orillas del Támesis, en un hermoso recodo donde ha comprado mansión George Clooney.

Philip y Theresa se casaron en 1980. El matrimonio ha sido un éxito, una relación cómplice y segura, aunque con una sombra: no pudieron tener hijos, algo que pese a que su vida privada está blindada consta que la entristeció. La historia ha vuelto ahora al primer plano con la absurda utilización por parte de Leadsom de ese tema privado como arma política, que en parte le ha costado su candidatura.

May es una estajanovista, que a veces está con sus papeles hasta las dos de la madrugada. Es híper controladora, detallista, muy desconfiada. Dura: aseguran que en una ocasión sujetó por las solapas a un funcionario por un informe chapucero. Feminista, fue cofundadora en 2006 de la asociación Women2win, que promueve que haya más mujeres en el Parlamento. Pese a su fe cristiana, apoyó el matrimonio gay.

Alta, delgada, estrecha de hombros y de huesos finos, le gusta caminar por el monte, pero se nota que jamás ha hecho deporte. En 2012 sufrió el segundo mayor disgusto de su vida: nunca había estado enferma y repentinamente le detectaron una diabetes del tipo 1.

Políticamente, defiende un Gobierno conservador «que convierta el Reino Unido en un éxito para todos». Frase en la que puede leerse una implícita crítica a la política económica de Cameron y Osborne, que ha primado más al mundo de los negocios que a los que se quedan atrás. May podría apostar por un conservadurismo más social. En la negociación del Brexit será una interlocutora correosa para Bruselas, prepara los temas y tiene carácter. Muchos la comparan con Angela Merkel.

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