Michael Gove, a su llegada al último consejo de ministros en Downing Street
Michael Gove, a su llegada al último consejo de ministros en Downing Street - EFE

Michael Gove, la fe del auténtico creyente

El ministro de Justicia, aspirante a primer ministro británico, compite fortalecido por un arma que escasea en política: el idealismo

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Nadie debe infravalorar a Michael Gove. Tiene algo que no abunda en política: es un idealista, se lo cree. Claro que entre los tories más diletantes eso se considera más un peligro que un elogio. Nacido en Edimburgo en 1967, es un neoliberal con una sincera preocupación por los más desfavorecidos y la desigualdad, tan viva en el clasista Reino Unido. La razón de esa sensibilidad radica en su cuna: su madre lo entregó en adopción con solo cuatro meses. Cayó en manos de una familia de Aberdeen, que le dio cariño a mares y menguados recursos. Su padre poseía un negocio de tratamiento de bacalao (odia ese olor), que quebró por las cuotas pesqueras de la UE. Ahí nació su antieuropeísmo.

Su brillante cabeza, orgullo de su familia, le permitió llegar becado a Oxford, donde destacó su capacidad dialéctica, que le permite componer al instante exposiciones tan perfectas que parecen leídas. Al acabar la carrera lo entrevistaron para trabajar en el Partido Conservador. Lo rechazaron por poco tory. Comenzó a trabajar como periodista, primero en Aberdeen y luego en «The Times», de reportero y después de columnista. Allí conoció a su mujer, con la que tiene dos hijos, de 10 y 12 años. En 2002, formó un círculo de pensamiento liberal, donde trató a Cameron y Osborne. Congeniaron y ascendieron juntos. En 2005 ya era diputado. Ahora ha electrocutado su amistad con Cameron, aunque Osborne todavía lo corteja.

De 2010 a 2015, el siempre cortés Gove fue un sensacional ministro de Educación, un auténtico reformista, tanto que los sindicatos de docentes se revolvieron. Cameron cedió y lo pasó a la cartera de Justicia. Quizá aquel día empezó el suave Gove a tramar cuál sería su venganza.

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