La primera ministra británica, Theresa May
La primera ministra británica, Theresa May - REUTERS

Una filtración destapa a May alertando a la banca contra el Brexit

Un mes antes del referéndum defendió en Goldman Sachs la necesidad de seguir en el mercado único

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Theresa May, de 60 años, es euroescéptica de siempre. Aunque apoyó la permanencia en la UE cuando era ministra de Interior, su campaña fue de perfil muy bajo, hasta el punto de que el director de Comunicación de Cameron la apodaba «el agente enemigo» y «submarino May». Sin embargo, ahora ha emergido una alocución suya, del pasado 26 de mayo en Goldman Sachs, que la muestra alertando de los riesgos del Brexit y sobre todo de abandonar el mercado único europeo. La grabación, destapada por el diario europeísta y laborista «The Guardian», resulta embarazosa para May, porque como primera ministra se ha inclinado por el Brexit duro, anteponiendo el control de la inmigración al acceso a la libre zona aduanera de la UE.

Un mes antes del referéndum, May ofreció una conferencia de una hora en la sede en Londres del banco neoyorquino Goldman Sachs y fue declaró que consideraba beneficioso seguir en la UE y expresó su confianza en que los votantes mirasen al futuro y no al pasado. «Creo que los argumentos económicos son claros. Formar parte de un área comercial de 500 millones de personas es muy significativo para nosotros. Una de las razones por las que la gente invierte aquí es que estamos dentro de la UE».

Además, May añadió que «si no estuviésemos en la UE algunas compañías se preguntarían si no necesitarían tener sus sedes en la Europa continental en lugar de en el Reino Unido, por eso creo que hay beneficios económicos en la UE».

La que por entonces era ministra del Interior también les explicó que el país está más seguro dentro de la Unión Europea y recalcó que en el debate europeo «hay que ser honestos con los británicos».

Hoy parece haber cambiado de idea. Ha situado el control de la inmigración como una línea roja absoluta para su Gobierno, lo que choca con el principio europeo de la libre circulación de ciudadanos comunitarios. Los líderes europeos le han dicho que esas trabas harán imposible que el Reino Unido siga en ese mercado único que May defendía hace solo cinco meses.

La oposición le afea su cambio de idea: «Parece que ahora la economía y los empleos ya no son su prioridad». Los laboristas critican que «los tories dicen una cosa en privado y otra distinta en sus reuniones de partido». Tim Farron, el líder del Partido Liberal Demócrata le reprocha que «no tenga el coraje de advertir al público de lo que dijo a un puñado de banqueros en privado sobre los devastadores efectos del Brexit».

Los portavoces del Número 10 han vadeado el sonrojo de las declaraciones que ahora emergen con una de sus muletillas habituales: «El Reino Unido ha tomado la clara decisión de dejar la UE y el Gobierno está determinado a convertirlo en un éxito y aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan». Pero han añadido algo más, que revela un leve cambio frente al tono inflexible de la conferencia del Partido Conservador. Ahora recuerdan que los ministros de Salida de la UE, David Davis, y el de Economía, Philip Hammond, tendrán muy presente en las negociaciones la importancia de los servicios financieros.

Hammond, un político moderado y pragmático, se ha convertido en el paladín de llegar a un acuerdo que permita a la City de Londres, la primera industria del país, conservar su pasaporte europeo. Esa postura le ha valido roces con los ministros más eurófobos, Liam Fox y David Davis.

El pasado domingo, el responsable de la Asociación Británica de Banqueros, Anthony Browne, aseguró que las entidades pequeñas comenzarán a llevarse sus cúpulas a otros países antes de Navidades y los gigantes multinacionales lo harán en los tres primeros meses del próximo año. May ha anunciado que activará el Artículo 50 que inicia la salida de la UE antes de finales de febrero.

La City de Londres, la cabeza rectora del distrito financiero, ya ha dicho que el Brexit duro podría costarle 65.000 empleos a la industria de servicios financieros londinense, que es de largo la primera industria del país y el mayor sector exportador. La Milla Cuadrada, como se denomina también a la City, genera 454.000 empleos directos. Londres como conjunto supone el 22% del PIB del Reino Unido.

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