Hollande ha sugerido que la UE debería mostrarse dura con el Reino Unido en la negociación del «Brexit»
Hollande ha sugerido que la UE debería mostrarse dura con el Reino Unido en la negociación del «Brexit» - reuters

La libra se desploma en solo cuatro minutos por el temor a un Brexit duro

Sufrió una «caída relámpago» ante el dólar del 6% en la apertura de los mercados asiáticos

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Parece que el Brexit no va a salir gratis, como pregonaba la triunfal campaña nacionalista del Leave. La libra no daba sustos como el de esta noche de viernes desde 1992, cuando el especulador George Soros se hizo multimillonario apostando contra la divisa británica y provocó su salida del mecanismo de cambio europeo. A las doce y media de la noche británicas, la esterlina se desplomó en la apertura de los mercados asitáticos. Fue lo que el argot financiero internacional denomina un “flash crash”, una caída relámpago. En solo cuatro minutos perdió un 6% de su valor frente al dólar y se quedó en 1,1841, muy lejos del a barrera psicológica del 1,25. Frente al euro cae a 1,1098.

La divisa británica tardó media hora en remontar

, y aun así sigue un 2% por debajo contra el dólar. Desde la votación del pasado 23 de junio, en que se impuso el Brexit, se ha depreciado un 13%. En lo que va de año es tras el peso argentino la divisa que peor se ha portado del mundo.

El Banco de Inglaterra ha anunciado una investigación sobre lo sucedido. Por su parte el Gobierno de May, responsable de la crisis de la libra con su giro hacia un Brexit duro, guardaba todavía silencio a la una de la tarde hora española.

¿Por qué se derrumbó esta noche la libra? Existen varias teorías. Algunos analistas lo achacan a que las máquinas, los ordenadores, son quienes llevan a cambio las operaciones de divisas de forma automática. Existen algoritmos para rastrear en tiempo real los portales de noticias, y hasta redes sociales como Twitter, y dan automáticamente sus órdenes de compra y venta, a velocidades muy superiores a las de los operadores humanos.

El desplome coincidió en el tiempo con una entrevista con Francoise Hollande en “Financial Times”, la biblia económica londinense, en la que decía que el Reino Unido debe pagar un precio por el Brexit. De inmediato los ordenadores cursaron órdenes de venta. En la víspera Angela Merkel se había expresado en términos similares, recordando que la UE nunca dará acceso el Reino Unido al libre mercado si restringe la llegada de ciudadanos comunitarios. Merkel pidió además en Berlín a un grupo de empresarios, que la vitorearon, que no presionen para dar facilidades a los ingleses.

Otra posible causa del desplome en los mercados asiáticos podría haber sido un error humano, un operador que introdujo mal algún dígito, lo que la jerga del sector llama “fat finger”. Pero J.P. Morgan lo descarta tras su primer estudio del caso.

La libra ha seguido sufriendo todo el día. Tampoco la ha ayudado un comunicado de HSBC, el gigante bancario británico, que pronostica que caerá a 1,10 dólares y que a final de año habrá paridad con el euro. “Hoy parece surrealista pensar en un acuerdo amistoso entre el Reino Unido y la UE”, reconocen sus analistas.

Por su parte Citi, el gran banco americano, explica que “el tema ya no son los fundamentales de la economía, la política es el rey y ahí todo lo que se está viendo tiende a una dinámica muy peligrosa”. Sean Callow, un analista experto del banco australiano Westpac, ha declarado a la BBC que “hemos subestimado la cantidad de gente que tenía posiciones en dinero apostando a un Brexit muy endeble, o incluso a ninguno”.

Es innegable que la crisis de la libra ha tenido como móvil las declaraciones y anuncios de Theresa May en el congreso del Partido Conservador. La cuesta debajo de la divisa comenzó el domingo, cuando puso fecha a la activación del artículo 52 que inicia la salida de la UE, que se invocará antes de finales de marzo. Además dejó claro que entre el acceso al mercado único europeo o controlar la inmigración de la UE, ella priorizará el veto a los extranjeros, lo que se interpreta como que se ha decantado por el “Hard Brexit” que auspiciaba el sector más eurófobo de su Gobierno.

Para mayor controversia, el miércoles, en unas insólitas declaraciones, May criticó las medidas de bajadas de tipos y compra de bonos que adoptó el Banco de Inglaterra en agosto, a fin de estimular la economía y evitar el riesgo de recesión tras el Leave. Fue una extraña intromisión en las atribuciones del regulador bancario, que es independiente. Por último, ha anunciado más gasto público y más deuda, más intervencionismo y una política dura de rechazo a los extranjeros, sostenedores de algunos servicios públicos, como la sanidad, y de muchos empleos de baja cualificación que no quieren los británicos.

El giro político del Gobierno ha provocado una inquietud en los mercados globales muy nociva para el Reino Unido, que basó su crecimiento en la atracción de capital exterior y la apertura económica. El país arrastra uno de los mayores déficit por cuenta corriente entre naciones desarrolladas (el flujo de bienes, servicios, ingresos y gastos de un país al exterior y viceversa). Si ahora el Reino Unido deja de inspirar confianza, le será más difícil financiar ese inmenso déficit con capital global.

La caída de la libra encarece además la compra de combustibles y comida y puede subir la inflación.

Hoy además se ha publicado un mal dato de producción industrial, pues cayó un 0,4% en agosto frente a la subid del 0,1% de julio. El Brexit no se ha completado, pero ya hace toser a las economía británica.

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