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Un manifestante brasileño frente a una barricada en llamas durante la huelga general en Brasilia - REUTERS

El éxito de la huelga general en Brasil agrava la impopularidad de Temer

Masivo rechazo en las calles a las reformas económicas que impulsa el presidente

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Una gran huelga general desafió ayer al Gobierno del presidente brasileño, Michel Temer. La impopularidad del mandatario se acrecienta a medida que busca la aprobación de unas polémicas reformas que han dividido al país, tanto como antes lo hizo la destitución de Dilma Rousseff. Temer quiere hacer aprobar una agresiva modificación de las leyes laborales y el sistema de jubilaciones, lo que ha provocado una fuerte contestación.

Las principales centrales sindicales lograron movilizaciones masivas en la jornada de huelga que convocaron contra los planes del Gobierno. Con el paro de sectores estratégicos como el transporte público demostraron su músculo al Ejecutivo.

Las medidas que impulsa el controvertido Temer contemplan la posibilidad de subcontratar trabajadores y y otras disposiciones que oficialmente se denominan de «flexibilidad», pero que los sindicatos consideran recortes intolerables.

Critican la recién aprobada ley de tercerización que representaría para ellos precarización y un retroceso.

Barricadas de neumáticos

Las calles de São Paulo, la ciudad más poblada del país, amanecieron desiertas y con barricadas de neumáticos que bloqueaban las principales carreteras, como la que conecta la capital con Río de Janeiro. La avenida Paulista, corazón financiero de Brasil, vacía de coches y transeúntes mostraba una estampa muy alejada de lo habitual. Estaba tan desierta que parecía un día festivo. Muchos usuarios de los transportes públicos se vieron afectados por el paro y tuvieron que buscarse la vida para llegar al trabajo. Los taxistas y conductores de Uber hicieron su agosto cobrando tarifas mucho más caras de lo habitual.

«Pagué el doble y no tuve cómo negociar», lamentaba la cocinera Daisa Silva Reis, mientras hacía su turno en un restaurante de la Paulista que habitualmente está repleto de gente y en el que ayer solo estaba ella. Los manifestantes también bloquearon la llegada al aeropuerto de Guarulhos.

La convocatoria era de lo más amplia. La mayoría de sindicatos de izquierda, la Central Única de Trabajadores (CUT), e incluso agrupaciones oficialistas de trabajadores llamaron a secundar unas protestas que, según los convocantes, fueron las más importantes a nivel nacional desde 1996,

El éxito de la huelga supone un fuerte revés para Temer, del que las encuestas revelan un fuerte desgaste. Hartos de la corrupción, los brasileños no le perdonan que durante años fuera el socio en el poder del Partido de los Trabajadores de Lula y Rousseff, contra el que luego maniobró. Movilizaciones como las de ayer muestran que la ciudadanía exige la regeneración de la vida pública.

Huelguistas «vagos»

El alcalde de Sao Paulo, João Doria, una de las revelaciones y estrella emergente de la política brasileña, que apoyó una huelga el año pasado contra el PT, cargó contra los huelguistas, a los que llamó «vagabundos» y «perezosos». Su vicealcalde del barrio de Pinheiros, Paulo Mathias, protagonizó la anécdota del día y se convirtió en objeto de burla en las redes sociales al manifestar que estaba a «a favor de la huelga, pero no en día de trabajo», una contradicción que le dejó en ridículo.

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