Protesta de un trabajador contratado por Petrobras, que lleva una máscara de Lula da Silva, junto a la sede de la petrolera estatal en Río de Janeiro
Protesta de un trabajador contratado por Petrobras, que lleva una máscara de Lula da Silva, junto a la sede de la petrolera estatal en Río de Janeiro - Reuters

La Fiscalía llama a declarar a Lula por una vivienda relacionada con el escándalo Petrobras

El fiscal Conserino ha citado al expresidente brasileño y su mujer el próximo 17 de febrero para investigar si es propietario de un apartamento que no aparece en su declaración de la renta, lo que constituiría un delito de blanqueo de dinero

Corresponsal en Sao Paulo Actualizado: Guardar
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Por primera vez desde que estalló la trama de corrupción vinculada a Petrobras, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha sido llamado a dar explicaciones públicas sobre un tríplex que al parecer posee en el balneario de Guarujá, aunque no aparece en sus declaraciones de la renta. El fiscal Cássio Conserino citó este viernes a Lula y a su esposa, Marisa Letizia Lula da Silva, para que declaren el próximo 17 de febrero en «una investigación por lavado de dinero, que incluye el delito de ocultamiento de patrimonio».

Lula es el principal blanco de la fase número 22 de la operación llamada «Triple X», que lo investiga por esa vivienda y por una deslumbrante finca en el municipio de Atibaia, en el interior de São Paulo.

Lula y su familia frecuentan esta finca, que habría sido reformada por Odebrecht, una de las constructoras investigadas. Su presidente, Marcelo Odebrecht, está preso. La policía detuvo al menos a 23 personas por sus vínculos con esos inmuebles, para su interrogatorio.

La vivienda investigada es un tríplex situado en el edificio Solaris de Guarujá, a 63 kilómetros de São Paulo, el balneario favorito de los paulistas. El inmueble fue construido por la cooperativa sindical Bancoop, en los años en que estaba dirigida por João Vaccari Neto, el extesorero del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), en prisión desde el año pasado por desvío de fondos para la campaña electoral.

Sus hijos Luís Claudio y Fabio Luis Lula da Silva han sido acusados de tráfico de influencias

El edificio fue transferido en 2009 a la constructora OAS, una de las empresas más involucradas en la trama de corrupción conocida en Brasil como «Lava Jato» (lavacoches), bajo investigación desde abril de 2014. La OAS era una de las compañías que recibía fondos de Petrobras, los blanqueaba y después los transfería a políticos de todos los partidos.

«Las sospechas de la Fiscalía son infundadas y las acusaciones sobre el supuesto ocultamiento de patrimonio por parte del expresidente Lula y sus familiares son frívolas», informó a través de un comunicado el Instituto Lula, que representa al exmandatario. «La verdad se aclarará a medida que avancen las investigaciones», informó la organización.

Lula, que gobernó Brasil entre 2002 y 2010 como uno de los presidentes más populares de Brasil, niega que la vivienda sea de su propiedad, pero admitió que su esposa compró en 2005 unas cuotas que le darían preferencia en una futura compra, que no se concretó. Según el diario «Folha de São Paulo», el piso estaba reservado para la familia de Lula y fue reformado por OAS, la actual propietaria legal. «No existe viva alma más honesta que yo», se defendió Lula en una entrevista reciente. Varios diarios locales han publicado entrevistas con ingenieros y albañiles de la obras, que confirmaron la presencia de Marisa Lula en el piso 164A para ver cómo iba la reforma en curso.

Presidenciales de 2018

El expresidente -que ha vivivo también las acusaciones de tráfico de influencias contra sus hijos, Luís Claudio y Fabio Luis Lula da Silva- defiende su honor en una serie de acciones judiciales contra políticos y al menos 15 periodistas, que lo pusieron bajo sospecha en los escándalos brasileños. Las investigaciones -que ya llevaron a la cárcel a un centenar de empresarios, ejecutivos y políticos- nunca se habían acercado tanto al exmandatario; a pesar de las condenas de cárcel que recibieron hombres clave de su gobierno, como el citado Vaccari, su exmano derecha José Dirceu y su amigo, el hacendado José Carlos Bumlai.

Lula terminó su segundo mandato con un 80% de popularidad y ahora tiene un 30% de apoyo. El descenso es reflejo de los escándalos que surgieron durante su Gobierno y el desgaste de su sucesora en la presidencia, Dilma Rousseff, que apenas cuenta con un 9% de respaldo por su mala gestión de la economía. A pesar de la fuerte caída, Lula sigue siendo uno de los nombres más citados como potencial vencedor de las elecciones en 2018, en caso de que las sospechas no se confirmen y decida ser de nuevo candidato a la presidencia por el Partido de los Trabajadores.

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