La bandera británica ondea junto a la de la UE en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas
La bandera británica ondea junto a la de la UE en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas - Reuters

Cameron confía en aprobar su primera reválida europea

Los sondeos dan ventaja al «sí» a la UE, pero sigue la disputa interna de los tories

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Amigo de los duelos a cara o cruz, David Cameron decidió solventar a la brava –vía referéndum– dos debates endémicos en el Reino Unido: el problema del separatismo escocés y la relación con Europa. El envite de Escocia lo ganó por diez puntos (aunque los nacionalistas mantengan su cantinela victimista) y ahora le queda el segundo pulso, con el que aspira a completar su legado político.

Hace tres años anunció una consulta sobre la permanencia en la UE para antes de 2017, a fin de atajar la crecida del populismo eurófobo de UKIP y para acallar de una vez el perpetuo debate enquistado en el corazón de su partido. Este jueves llega la primera reválida en Bruselas, donde se debate el acuerdo para reformar la UE al gusto británico.

Este miércoles por la tarde en Downing Street el equipo del primer ministro mantenía la cautela: «Estamos en el camino, pero todavía queda mucho por hacer». Pero el asunto parece encarrilado, sobre todo tras el explícito capote del miércoles de Merkel, quien calificó las peticiones inglesas de «justificadas».

Si logra el acuerdo, Cameron acelerará la maquinaria electoral

La reunión europea, en la que desgraciadamente no estará el presidente de España debido a la provisionalidad que atenaza al país, concluirá este viernes por la mañana tras una larga vigilia, con lo que en los círculos de la negociación anuncian como «un desayuno inglés». Si logra el acuerdo, Cameron acelerará la maquinaria electoral. En la tarde del propio viernes podría convocar un consejo de ministros y hasta anunciar la fecha del referéndum, que si todo va bien se da por descontado que será el 23 de junio.

El año pasado el tercer mayor banco del mundo y primero del Reino Unido, HSBC, dejó caer que estudiaría trasladar su sede de Londres a Hong Kong, lo cual opacaría el brillo de la City. Pero el domingo su cúpula tomó una decisión final y acordaron seguir en Londres. ¿Lo harían en caso de un previsible Brexit? No parece. A pesar de que la prensa conservadora, virulentamente antieuropea, se ha convertido en un quebradero de cabeza para Cameron, los vientos británicos parecen soplar hacia Europa. La última encuesta, un estudio publicado este miércoles por Ipsos Mori, concedía al «sí» una ventaja de 15 puntos. Los jóvenes son abrumadoramente europeístas (72%, según un estudio de YMCA), también rechazan el Brexit los simpatizantes laboristas, la patronal empresarial, los escoceses y el motor del país, Londres.

¿Cuál es entonces el problema del primer ministro? Pues que si saca este jueves su acuerdo adelante, como todo indica, tendrá que seguir lidiando con el psicodrama de su propio partido, el irreductible grupo de diputados euroescépticos, a los que se suma algún ministro, como el de Trabajo, Ian Duncan Smith.

«No hay acuerdo. Pero volveré»

Cameron ha logrado sumar a la causa del «sí» a Theresa May, la respetada ministra del Interior. Ahora trabaja para ganarse al tory más influyente entre la opinión pública al margen de él, el pinturero Boris Johnson, hasta mayo todavía alcalde de Londres y que aspira a sucederlo en 2020. Este miércoles lo recibió en Downing Street, para intentar que diese un paso pro UE en vísperas de la reunión crucial de Bruselas. Pero tras 40 minutos, Boris salió de la residencia con su bici, su pinturero gorrito de lana y proclamando: «No hay acuerdo. Pero volveré». La ambición rubia aún deshoja la margarita. Solo se decantará cuando vea claro qué postura lo beneficia más en su carrera hacia lo más alto. Si da el paso de hacer campaña por el «sí», Cameron podría premiarlo con la cartera de Exteriores.

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