Todo lo que no debes hacer si quieres potenciar el talento de tus hijos

Sonia Castro, psicóloga del Instituto Europeo de Psicología, explica cómo se siente un niño ante la presión de sus padres para que sea el mejor

Laura Peraita

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Muchos padres se empeñan en que sus hijos sean los más listos, inteligentes y con mejores notas con el objetivo de que triunfen el día de mañana. ¡Pero, cuidado! «Detrás de unos padres muy exigentes y estrictos en la búsqueda de resultados brillantes puede haber dos consecuencias importantes ante tanta presión: formar niños exigentes y educar niños frustrados. La frustración aparece cuando el niño no logra alcanzar eso que tanto le exigían sus padres», asegura Sonia Castro, psicóloga del Instituto Europeo de Psicología Positiva .

¿Qué ocurre si el menor no da los resultados esperados?

Si ocurre esto, es posible que el niño se sienta mal. Principalmente sentirá que está defraudando a sus padres, tendrá problemas de autoestima, de estrés y ansiedad, puede llegar a sentir miedo al qué dirán, a la reacción de sus padres, tener la sensación de decepción, creerse que no es lo suficientemente bueno y también experimentar el sentimiento de culpa.

¿De qué manera les influye las comparaciones con hermanos o amigos que obtienen un rendimiento mayor?

Las comparaciones no son beneficiosas para la salud emocional de los más pequeños, ni de los adolescentes, ni tampoco de los adultos. Sabemos que afectan de manera negativa y son de poca utilidad. No ayudan a la hora de ir creando la identidad personal del menor y además pueden generar rivalidades, envidias, celos y conflictos por la percepción de que los padres tienen más preferencia por un hermano que por otro. 

¿Por qué hemos de compararnos con “fulanito”, con “menganita” o con el hermano mayor que es buenísimo en baloncesto? Da lo mismo, da igual, no importa, hay que alegrarse por los éxitos y buenos resultados del que tenemos al lado, y tratar de encontrar y alcanzar nuestros propios éxitos que seguramente serán diferentes a los del resto. No hay que tratar de ser como ellos porque no somos ellos.

Es habitual que las familias dediquen más energía en reforzar aquello que no se le da bien al hijo (matemáticas, inglés...), ¿cómo afecta a largo plazo al niño el no incidir precisamente en lo que se le da bien?

Ese es el estilo educativo del que venimos, en el que la mayoría hemos crecido y al que muchos de nosotros estamos acostumbrados y todavía hoy se sigue practicando.

Si no se te daba bien una materia, no te gustaba y no se conseguía el aprobado, lo habitual era que se reforzara con horas extras, clases particulares, academias y deberes de más con el único objetivo de alcanzar el resultado esperado. ¿Y qué pasaba con el resto de materias y asignaturas en las que sí se sacaba muy buena nota y el alumno brillaba de manera innata? Pues nada, lo habitual era no hacer nada.

No incidir, no reforzar, no hacer nada extra precisamente en lo que se le da bien al alumno puede que haga que esas materias no se identifiquen como habilidades, dejando a largo plazo escapar los puntos fuertes, desviando la atención y que la persona piensa y crea que no destaca en nada, desmotivándose, sin llegar a alcanzar el éxito.

¿Cómo evitar los prejuicios por los malos resultados del curso anterior?

Para luchar e intentar no caer en el prejuicio es muy importante hacer el esfuerzo de resetear al inicio de curso y entender el error, el fallo y la equivocación como una forma de aprendizaje.

Que años anteriores hubiera malos resultados, no implica que vayan a aparecer en el futuro. Las circunstancias cambian y entran en juego muchas variables externas e internas nuevas que van a afectar. Estamos en constante proceso de cambio y de evolución.

¿De qué manera deben actuar los padres para motivar a un hijo al que no le gusta estudiar?

Lo primero es que los padres tengan unas expectativas reales, claras y objetivas en relación a las capacidades de sus hijos. Después, y como punto fundamental, es que los padres deberán aceptar y respetar los gustos, preferencias e intereses personales de sus hijos, sean los que sean, coincidan o no con los de los padres.

Una vez puesto el foco en lo que de verdad les gusta, habrá que potenciar justo eso, sin machacar y darle mucha importancia a peores resultados en otras materias.

De esta manera, poco a poco, lo habitual es que vaya sintiéndose seguro, ganando confianza, e irá mejorando en las demás áreas, porque se sentirá mucho más feliz y motivado.

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