«Los padres de adolescentes no pueden ceder con las tareas de casa, porque se acaban convirtiendo en criados»

El reparto de las tareas domésticas es uno de los cinco mayores problemas que se dan en todas las casas con hijos adolescentes

Carlota Fominaya

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En el ámbito familiar, «los nuevos adolescentes comparten esencialmente cinco problemas» , apunta Jordi Royo Isach, psicólogo, director clínico de Amalgama7 , vicepresidente del cluster mental de Cataluña y socio confundador de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip) . «Diría que se trata de conflictos que se dan en casi todas las casas españolas, europeas, o del primer mundo. Se trata de hogares donde la autoridad paternofilial de las generaciones anteriores se ha transformado ahora en la dictadura de la negociación continuada. Poco a poco esto da lugar a unos adolescentes rebeldes , si bien conformistas y perfectamente adaptados a la sociedad del bienestar, que se han convertido en el epicentro de la familia».

Estos son, según este psicólogo, los cinco problemas que comparten todas las familias con hijos adolescentes en casa:

1) El bajo rendimiento en la escuela: «los padres en su conjunto consideran que el hijo podría hacer más de lo que hace», Para Royo, «se trata de progenitores que en su conjunto tienen razón. El aprendizaje debería ser muy temprano en el sentido de convertir los deberes escolares en algo que tiene rango y es especialmente importante en la casa. Y si no se hace en los primeros cursos de Primaria, no se consigue más tarde en 4º de la ESO».

2) La falta de participación en el reparto de las tareas domésticas. «En muchas casas donde hay chicos adolescentes, los progenitores se quejan de que se han convertido más en un criado que en un referente moral. La pregunta es: ¿cuántos jóvenes de 13 y 14 años se hacen la cama por las mañanas y ponen lavadoras en sus casas? Le damos muy poca importancia a esto cuando tiene muchísima, lo que ocurre es que en muchos hogares españoles los dos cónyuges trabajan y tienen una ayuda externa que hace las tareas domésticas de más enjundia (lavabos, cristales... etc).. Pero es muy importante que las madres y padres no cedan en todo lo que respecta a la habitación de los hijos . Y el momento de instalar un aprendizaje es cuando son pequeños. Además, cuando hablamos de tareas domésticas, estamos hablando básicamente de tres cosas: que pongan la mesa y el lavavajillas, que bajen la basura y ordenen su cuarto. Porque incluso el perro, que debería ser esencialmente de su competencia, termina no siéndolo. Es decir, cuando hablamos de colaboración en casa, nos referimos a una nimiedad, a un símbolo», explica el director clínico de Amalgama7.

3) La negociación relacionada con el dinero: «Los adolescentes contemporáneos reclaman una autonomía subvencionada que provoca dificultades. porque suelen pedir más dinero del que los padres les dan. ¡Y los padres, los tíos y los abuelos en conjunto dan mucho dinero!», exclama Royo. «Porque solo hay que ver lo que recoge un chico por Navidad, Reyes, el aniversario… El problema radica también en que no hay criterios comunes en este sentido: hay chicos que no reciben dinero, otros que reciben poco, y algunos que tienen hasta tarjeta en una clase de 4º de ESO… No hay acuerdos formales sobre si paga sí o no, qué dinero, cuánto dinero y por qué conceptos».

4) La excesiva exposición a ocio paralizante . «O dicho con otras palabras, al "pantallismo". Nos referimos más que al uso, al abuso de nuevas tecnologías y, por concretar, a determinados productos como puedan ser los videojuegos, las redes sociales, o series televisivas. Es decir, a lo que es esencialmente de ocio. Es que a veces ese tipo de ocio está limítrofe con contenidos de riesgo (páginas pro bulimia o anorexia, pornografía de riesgo... etcétera)», advierte Royo Isachs.

5) La exigencia desmedida de amplios horarios de ocio y salidas: Querer alargar los horarios en situaciones de víspera de fiesta o de fiesta, como el viernes o el sábado por la noche. «Los jóvenes de 15, 16 años, suelen estar negociando continuamente los horarios. Pero, ¿qué pasa cuándo no los cumplen? En realidad, no pasa nada, y esto es lo realmente grave, que cuando los hijos incumplen los límites, sus actos no tienen ninguna consecuencia», puntualiza este experto. «Con los hijos no cumplen los horarios pactados hay que buscar el efecto pedagógico o terapéutico , porque esta cuestión a los adolescentes les cuesta mucho entenderla y llevan el incumpliento hasta la extenuación».

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