Corrección política y cristianismo

Rafael Sánchez Saus, director del Congreso Católicos y Vida Pública explica en este artículo las circunstancias que aspiran a fundar una nueva sociedad

S.F.

La corrección política se ha convertido en la megaideología de nuestro tiempo. Hoy por hoy, una mezcolanza de discursos procedentes de la ideología de género, de la versión más radical del feminismo, del ecologismo catastrofista, del migracionismo y la multiculturalidad, del racismo inverso y del revisionismo histórico que conduce a una condena absoluta de la civilización occidental y sus frutos.

Ese conjunto de ideas dispersas o contradictorias, pero coincidentes todas en la radical negación de la trascendencia, aspiran a fundar una nueva sociedad, una nueva tierra, una nueva naturaleza en la que el hombre ya no es el centro de la Creación, sino que se disuelve en ella como un elemento más, otro animal sin rango superior, presentado generalmente como el más dañino y perturbador. La consecución de esos fines justifica una actitud de intolerancia hacia el discrepante, al que se conceptúa un mero odiador que debe ser apartado, silenciado sin el menor reparo.

Estamos ante el mayor exponente nunca conocido del pensamiento utópico, que utiliza para su imposición a los pueblos los enormes recursos que la globalización pone en manos de las élites gobernantes, de las grandes corporaciones, de los grupos de presión con capacidad para determinar los acuerdos de los grandes organismos internacionales. Estamos también ante el mayor desafío hacia el cristianismo del siglo XXI: una redefinición del bien, al margen del Evangelio, que convierte la historia de la Iglesia no ya en el opio del pueblo, en el museo de los horrores. Urge tomar conciencia de todo lo que eso supone y hacia dónde nos conduce.

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