Diálogos de Familia

«El daño que produce un estilo parental ausente, que es aquel que está en casa sin estar, es irreparable»

Video entrevista con Alejandro Rodrigo, autor de 'Cómo prevenir conflictos con adolescentes' (Plataforma Editorial)

Ernesto Agudo
Carlota Fominaya

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hoy en Diálogos de Familia tenemos la suerte de contar con Alejandro Rodrigo, profesor, experto en análisis criminal y autor del libro 'Cómo prevenir conflictos con adolescentes' , donde da las claves para una convivencia feliz en esta etapa tan conflictiva para muchas familias . Le avala una larga experiencia de más de 15 años dedicado a la intervención social y educativa con menores en riesgo de exclusión social y sujetos a medidas judiciales.

En la actualidad no paramos de escuchar advertencias de todos los profesionales de Salud Mental sobre el ingente aumento de casos de niños y adolescentes con trastornos de conducta. Todo no puede ser fruto del confinamiento. ¿Qué analisis harías de esta situación, que parece que va in crescendo?

El confinamiento o la pandemia realmente nos han traído circunstancias nuevas muy difíciles de asumir. A mi me gusta comentar a veces que también nos ha traído aspectos positivos. Ha habido familias que hemos podido compartir tiempos con nuestros hijos, de manera obligada, casi teníamos que estar comiendo y cenando. Pero es verdad que tenemos nueva perspectiva y tenemos un análisis más global de lo que está pasando. Estamos alarmados. Nunca antes diría en la historia de los padres, estamos tan preparados, tan formados y tan informados. Ahora bien, claro, tanta información nos trae de manifiesto una problemática nueva que tenemos que es que nuestros hijos están cada vez más desajustados. Presentan cada vez conductas más alarmantes.

Sin embargo, me gustaría citar a Sócrates, este filósofo griego que todos conocemos de hace 4 siglos antes de Cristo, que ya venía a decir que nuestros adolescentes de hoy en día son unos tiranos, decía, porque desobedecen a sus padres, devoran su comida, y le faltan el respeto a sus maestros. Si ponemos esto en perspectiva quizá podemos también mirar de manera global que quizá esto es algo que también está sucediendo en la historia siempre.

Pero ahora mismo estamos más formados que nunca, y preocupados, porque evidentemente, nuestros hijos están presentando conductas de alguna forma alarmantes.

Se ven un montón de noticias de violencia en un botellón, o violencia contra personas en situación de indefensión, contra los propios padres. ¿De dónde sale esa agresividad? ¿Hay que diferenciar entre hijos violentos y agresivos quizás?

Esto es algo que no ocurre del día a la mañana. No ocurre de repente, mi hijo no es violento y pasado mañana sí. No ocurre que mi hijo es un referente en casa y mañana no, no es que un hijo sea maravilloso y de pronto mañana esté actuando de forma violenta en botellones. La primera mirada sería de responsabilidad, que no culpabilidad, a los padres. No estamos entendiendo bien qué está sucediendo. Durante más de 15 años he estado trabajando para el Juzgado de Menores, y algunos de ellos ya en el 2005 ya me decían en el despacho: «Alejandro no sabes cómo vienen las nuevas generaciones”». Tenían 16 años. ¿Cómo vienen de qué? «De lo violentos que son». Y estos eran los que 8 años después me decían: «no veas cómo vienen los nuevos». Esto es real, esto pasa en despacho.

Bueno, siempre tendemos a pensar que lo de ahora es muchísimo peor o más grave que lo de antes, pero lanzo estas preguntas al aire: ¿puede ser que las nuevas tecnologías, las nuevas redes sociales, hagan todo más presente y lo tengamos a golpe de clic?

En efecto, todo queda grabado, se repite y se visualiza muchas veces la misma imagen…

Antes no sabíamos muy bien qué pasaba en la calle o en el pueblo de al lado. Bueno creo que hay que contextualizar todo, efectivamente tenemos un poco de dinámica que yo llamo la teoría del péndulo, puede ser que vengamos de épocas pasadas, en las que quizá el nivel de restricción o el nivel educativo era muy autoritarios. Ahora, en el deseo de equilibrar, estamos pasando al otro lado, donde todo es un libertinaje tal cual.

Antes de ir a los estilos educativos sí que me gustaría saber si hay un punto de inflexión en un hogar normal y donde a partir de ahí hay una escalada de conductas desajustadas. Recientemente hice una entrevista a una menor que le había deseado la muerte a su madre mil veces. Te lo dice la primera y, ¿qué haces?

Desde mi perspectiva y experiencia hay que tener en cuenta que esto que comentas quizá está en un extremo de mucha gravedad porque es verdad que es un mensaje muy contundente, de mucha reiteración y obsesión. No he venido a hablar de educación emocional pero es verdad que esta menor, esta chica que comentas, estaba inundada por la rabia, y tenemos la responsabilidad de ser unos claros referentes en la educación emocional.

La inteligencia emocional todos sabemos que es la habilidad para poder transitar y luego explicar bien una emoción. Quizás se trata más de analizar cómo hemos llegado hasta allí. Quizás sí que me gustaría añadir que hay dos claves para mi fundamentales, que no son nuevas, que todos conocemos. La primera es el AMOR. porque cuando yo te quiero, cuando tú te sientes protagonista de mi vida, cuando tú eres un protagonista de papá y de mamá entonces es cuando puedo volver a ti y con la máxima firmeza y rigor señalarte que eso no se hace. Pero si antes no tengo esta base, el menor lo traduce por una agresión de papá o mamá. Sin embargo si este sabe que le quiero, que me preocupo por él, siente que es una parte fundamental de mi vida... Cuando hace algo y a la primera se lo señalo: «¡eh, eso no!»... Parece mágico, pero de repente lo entienden, porque saben que les estás protegiendo, que no le estás agrediendo, sino guiando, orientando.

Y esta actitud dentro de qué estilo parental o educativo se enmarcaría? En el libro hablas de varios estilos, unos más acertados que otros.

A lo largo de mi experiencia atendiendo a familias, que es seguramente como uno puede sacar buenas conclusiones y abstraer la teoría, me ha gustado desarrollar 7 estilos educativos que son los que más veces he visto. Estos son míos, otros autores tendrán otros, y todos son válidos, pero yo trabajo con estos 7. No se trata tanto de saber cual es el peor o el mejor, que sí, pero se trata de tener la habilidad como padre, como madre, como profesor, como orientador como profesional,de identificar cuál es tú fórmula, la que te define.

Pues yo soy un 20 por ciento autoritario, un 60 por ciento diplomático, y no lo quiero decir pero soy un poquito sobreprotector. Más allá de saber los 7 estilos, esto importantísimo: segunda clave, hay que identificar las fortalezas y debilidades de cada uno. Conocemos todos al protector, pobre, que está tan denostado hoy en día…

El estilo paternal sobreprotector tiene muy mala fama, pero, ¿igual no es de los peores?

De hecho Sigmund Freud, venía a considerar qué él no veía en la infancia nada más importante que la protección de un padre a su hijo. Ahora bien esto es una cosa y pasarse a la debilidad, a la sobreprotección, es otra, porque ya sabemos todos que coarta la autonomía del niño para desarrollarse.

Teniendo todo esto en cuenta yo he visto casos donde los estilos estaban bien definidos, y para mi siempre hay uno que es importante tenerlo en cuenta, que es el estilo ausente.

El estilo ausente no quiere decir que no estés en casa, ni mucho menos. Quiere decir que aun estando en casa,verdaderamente te da igual tu hijo. Esto que estoy diciendo es muy duro de decir, muchísimo más duro de escuchar, e infinitamente más duro de aceptar. Cuando uno puede visualizar un: «vaya, a mi es que no me interesa mi hijo». Ese daño es irreparable .

No hace falta que se diga: el hijo sabe cuando a papá o mamá les da exactamente igual su vida. Este estilo parental es el que he visto que históricamente ha producido más daño o trauma, si es que se puede utilizar esta palabra a largo plazo.

Fíjate que hay otro estilo, el negligente, que causa daños específicos, o el punitivo, con el castigo por delante… Pero al final son reparables. No son buenos, pero siempre me gusta subrayar que si tuviéramos que dar una clave, nos haríamos esta pregunta: ¿soy un padre ausente o no? Y con esto también digo que he tenido algún padre que no estaba en casa, que estaba fuera por trabajo, y que sin embargo sabía afinar en los momentos importantes de la vida de su hijo y estar ahí, con una llamada, un mensaje… Esto es un padre presente a pesar de no estar.

Pero, ¿cómo es un padre ausente pero presente en el hogar?

La verdad que los chicos lo explican mejor que yo, en sesión lo explican muy claramente «¿mi padre? Mi padre no sabe quién soy yo». Todos tenemos, siguiendo la metáfora si me lo permites, 'la película de nuestra vida'. En la tuya tú eres tu protagonista, en la mía soy yo. Si mi hija en este caso tiene un papel protagonista, ella recibe amor. Si mi hija en mi película ni sale, ni se la ve, tiene un cameo por ahí, ella lo que recibe es una profunda herida.

No se trata tanto de que haya padres muy atareados con el trabajo, con el móvil... sino de que sepan detectar las ventanas de oportunidad. Es cuando un hijo viene y te dice: «pues no sabes papá, ayer Laura lo que le pasó a Laura», y el padre piensa: «¡Ey! esto es una ventaja de oportunidad, algo que me está queriendo decir importante». No es tanto las horas, el tiempo que compartas, sino es más esa mirada, casi inexplicable, de tu hijo que sabe que es el protagonista de tu película.

A menudo no hay conflictos graves, pero se escucha la pregunta del millón de dólares que se plantea en el libro: ¿por qué mi hijo no cumple las normas?

Eso nos pasa a muchos. Siempre lo cuento: el otro día vino mi mujer y me dijo: “no te has leído el libro”. Eso nos pasa a muchos. ¿Por qué? porque uno cuando es padre está conectado emocionalmente. La teoría es una, la puedo explicar, escribir, la puedo dictar en una charla en una conferencia, pero cuando se trata de tu hija, estás tan conectado que te sale otra cosa más instintiva, más animal. Esto no quiere decir que no sea importante hacer este ejercicio de formación y sobre todo de reflexión, de realizar una mirada desde otro punto de vista, para poder entendernos. No es tanto la norma, no es tanto lo que está ocurriendo, o la consecuencia... Es más qué mensaje te está lanzando tu hijo con esa conducta que está teniendo. Por eso no hay un libro que te puedas leer que te diga lo que tienes que hacer. Hay libros muy buenos que te pueden animar a reflexionar y a pensar, porque tú sabes mejor que nadie qué le está ocurriendo a tu hijo, si eres capaz de mirarle bien. Pero cada hijo lanza un mensaje encriptado con cada conducta que está haciendo. Por eso un hijo tuyo y uno mío con la misma conducta pueden estar pidiendo cosas distintas. A lo mejor donde la mía estaría pidiendo con la misma conducta “por favor papá préstame atención, es que de verdad, no te importo”, esa misma conducta en la tuya puede estar diciendo “déjame un poco de espacio”. Misma conducta, a lo mejor llegar tarde… la clave no es tanto dictar la hora de llegada, o el consumo que por supuesto, sino la clave es descifrar qué le está pasando y qué quiere decir. Esto es muy filosófico pero estoy convencido de que una vez se detecta cuál es el mensaje, la evolución viene de la mano.

En el libro se habla de «la caja de herramientas». ¿Hay algunas otras herramientas que debemos meter en esa dinámica familiar?

Sí. Si pudiésemos decir, vamos a elaborar un método, de manera breve y resumida diría, paso uno : educación emocional. Paso dos: identificar qué estilo educativo tengo. Importante, y tampoco pasa nada porque la madre y el padre tengan estilos educativos distintos. Pero identificar cómo soy, las debilidades y fortalezas. Paso 3 : ¿Tenemos un sistema normativo en casa? ¿Tenemos normas? y el paso 4 sería un poco para poder analizar un poco. No es lo mismo una consecuencia que un castigo, o una recompensa. Pero no sirve de nada todo eso, es decir, está muy bien, está estupendo decirlo, escucharlo… pero lo que sirve, y vuelvo al principio, es que este hijo sienta que es protagonista para ti. Porque entonces será mucho más fácil poder orientar. Nos equivocamos con castigos, no pasa nada tampoco. Tampoco hay que estar todo el rato: castigo consecuencia, está claro cuál es el mejor. Lo importante es que en la adolescencia, tu hijo se sienta protagonista de ti. Una vez esto se alcanza, dificilísimo, bueno, el camino es mucho más fácil.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación