Barack Obama y su esposa, Michelle, reciben al primer ministro italiano, Matteo Renzi, y a su esposa, Agnese Landini
Barack Obama y su esposa, Michelle, reciben al primer ministro italiano, Matteo Renzi, y a su esposa, Agnese Landini - EFE

El Versace de Michelle Obama en su última cena de Estado

La primera dama norteamericana dejó boqueabiertos a público y prensa con un osado modelo de malla metálica dorada

Madrid Actualizado: Guardar
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Michelle Obama (52 años) ha sido el centro de atención de nuevo esta semana por su vestido de Versace en su última cena de Estado de su marido como presidente. Sus últimos discursos sobre la mujer y el respeto, su actitud y su enorme apoyo a la candidatura de Hillary Clinton (68), antaño enemiga acérrima de los Obama, indican una posible intención de Michelle Obama de volver a la Casa Blanca en un futuro como titular, quizá tras un probable mano a mano contra Condoleezza Rice (61). Después de que un hombre de color haya llegado al top job y una mujer blanca le suceda, sería el siguiente reto histórico.

Cenas de gala hay muchas, pero las «State Dinners» de Washington son las que se ofrecen a los mandatarios de países invitados en visita oficial a los Estados Unidos y tienen lugar en la misma Casa Blanca.

En sus ocho años de «reinado», los Obama han dado 14 cenas de Estado, para las cuales la primera dama ha tratado siempre de elegir un atuendo en consonancia con sus invitados. En honor a la verdad, la señora Obama suele acertar, si bien en ocasiones, como esta semana, levanta ríos de tinta con sus atrevidos atuendos.

Una vez más, Michelle volvió a causar sensación por su vestido, luciendo en la última «State Dinner» de la presidencia de Barack Obama un diseño de Atelier Versace de 12.000 euros hecho a la medida de la «sirena de Chicago», como bien podríamos calificarla por las imágenes. En estas lides del political dressing -o vestuario protocolario-, la primera dama estadounidense disfruta dando el do de pecho. Para recibir al primer ministro italiano, Matteo Renzi, y su esposa, Agnese Landini, no ha dudado en escoger una marca italiana atrevida, cuyo taller está en manos de una mujer feminista y liberada, Donatella Versace, quien se ocupó personalmente del diseño: «Es un honor para mí haber podido vestir a la primera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama. Gracias, Michelle, por todo lo que has hecho por América, por el mundo y por las mujeres».

El derrière

Michelle quería lucir guapa, impresionante, casi como una estatua de Oscar. Y lo ha conseguido, si bien la mitad de las féminas se preguntan cómo se ha atrevido con un modelo tan exagerado con su voluptuoso derrière. Y es que hay que tener en cuenta que Michelle se gusta, confía en sí misma y no tiene reparos en lucir cadera. El vestido de Versace, hecho en malla dorada, como si de una armadura moderna se tratase, ha tenido detractores y fans, por tratarse de un modelo más propio de la alfombra roja de Hollywood que de una cena de Estado. Más adaptado a Marilyn Monroe que a Jackie Kennedy, para entendernos. Tenía un escote asimétrico, abertura lateral y un drapeado central. Aunque Michelle había vestido Gucci, Missoni y Giambattista Valli con anterioridad, nunca había escogido Versace.

Esperando causar buena impresión a los Renzi, Michelle se decantó por una marca italiana. No olvidemos que Renzi fue alcalde de Florencia, sede de numerosas empresas de moda de primer nivel. Según Meredith Koop, mano derecha de Michelle en asuntos de vestuario, «la señora Obama siempre tiene en cuenta a la hora de escoger su atuendo que este sirva para homenajear al visitante». Algunos de sus creadores favoritos para tal evento han sido Naeem Khan, Carolina Herrera, Alexander McQueen, Marchessa, Ralph Lauren, Narciso Rodríguez, Roksanda Ilincic y Jason Wu.

Lo que hizo el martes pasado fue toda una declaración de intenciones. Además del guiño de utilizar a Versace, la cena contenía un plato de pasta, algo peculiar en unos menús de corte afrancesado que suelen brillar por su añeja sofisticación. Fue el famoso chef Mario Batali el responsable de los agnolotti con mantequilla y la ensalada de cabalaza. Y es que los Obama han decidido tirar la casa por la ventana y dar -de paso- una nueva patada a Donald Trump. Está demostrado que un detalle como la ropa tiene impacto en las relaciones sociales y protocolarias. Tratando de replicar el famoso trasero de Beyoncé, porque puede, Michelle ha puesto un broche de oro a la legislatura de su marido. Pero ella volverá. Y por la puerta grande, cuando la Clinton le ceda el testigo. Para entonces, quizás los vestidos sean más prudentes y aburridos.

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