Arnault y Trump, tras su encuentro en el emblemático edificio
Arnault y Trump, tras su encuentro en el emblemático edificio - REUTERS

Donald Trump recibe en su torre neoyorquina al titán francés del lujo

Bernard Arnault, presidente del grupo Louis Vuitton, prometió inversiones en EE.UU.

Madrid Actualizado: Guardar
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Las muestras del poder de Donald Trump comienzan a ser evidentes. El todopoderoso presidente electo de Estados Unidos recibe «en palacio» a las grandes personalidades de los cinco continentes. El pasado lunes, el turno ha sido para el mundo de la moda, los artículos de lujo y la distribución. Trump había convocado por separado a dos pesos pesados: Bernard Arnault, presidente del grupo LVMH, y Jack Ma, con el mismo cargo en el gigante de la distribución por internet en Asia, Alibaba.

Como era lógico, Trump sacó tajada de las visitas. Arnault, un empresario discreto y práctico, prometió ampliar su estructura productiva en EE.UU. Al final de la reunión, el próximo inquilino de la Casa Blanca declaró: «Él es uno de los grandes, y a todos les encanta nuestro país.

Van a crear muchos puestos de trabajo». Arnault reconoció que, tras la creación de la fábrica de Louis Vuitton en San Dimas (California), en 1990, ahora estudia la apertura de otra planta en Texas y en Carolina del Norte.

No hay que olvidar que, por muy grandes que sean estas fábricas, no suelen contratar a más de 250 personas por unidad, con lo cual Arnault, más que proponer la creación de empleo masivamente, utiliza esta oportunidad de «presentar sus respetos» al nuevo presidente. Se ha dicho que también discutieron las relaciones comerciales futuras entre la UE y EE.UU., así como la delicada situación actual de las tiendas del grupo LVMH situadas cerca de la Quinta Avenida con la calle 57, afectadas en su trafico peatonal por la enorme seguridad presente en el entorno.

Tras la reunión con Jack Ma, de Alibaba, también hubo buenas palabras y exigencias por parte del americano: «Bueno, el señor Ma adora nuestro país y adora China. A ver si ocurre como con Fiat, que ya ha decidido instalar una planta de producción gigantesca en EE.UU., concretamente en Michigan». De todos es sabido la desconfianza de Trump en China y la enorme competencia que sus empresas suponen para la industria estadounidense. Durante su campaña presidencial, Trump no cesó de criticar al gigante asiático, acusándolo de manipular su moneda para favorecer sus exportaciones y de imponer tremendos impuestos de entrada, de hasta un 45%, a los productos norteamericanos.

La creación de empleo en EE.UU. fue una petición directa de Trump a Alibaba. El nuevo secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, explicó que Trump y sus invitados chinos hablaron de la creación de al menos un millón de puestos de trabajo en el país por la vía de las ventas de miles de pequeñas empresas norteamericanas a través de Alibaba en los mercados asiáticos.

Marcas de estrella

Jack Ma declaró que desea que su relación con EE.UU. sea más fuerte y amistosa, y contó que Trump le había parecido «abierto e inteligente, con muchas ideas sobre el apoyo a la pequeña empresa y sobre el comercio internacional». Además, confirmó que Alibaba siempre ha tratado de proveer al cliente asiático marcas estadounidenses, y que del mismo modo, espera que, en 10 años, un 40% de su clientela llegue desde fuera de China. En unos 20 años, Alibaba confía servir a 2.000 millones de clientes en el mundo, distribuyendo los productos de más de 10 millones de empresas. Actualmente son 100.000 las marcas que se venden en el portal, de las cuales un 7% son norteamericanas, entre ellas Gap, Target y Nike.

Parece que Trump, que ha sido un empresario y negociador potente, está dispuesto a poner a sus contrincantes comerciales entre las cuerdas desde el minuto uno.

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