Doña Elena de Borbón
Doña Elena de Borbón - Efe

Doña Elena o la soledad de una Infanta

La próxima semana la primogénita de los Reyes eméritos celebrará su 52 cumpleaños apartada de la vida social

Madrid Actualizado: Guardar
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El próximo 20 de diciembre la Infanta Doña Elena cumplirá 52 años. Perteneciente a la generación del 63, la primogénita de los Reyes eméritos Don Juan Carlos y Doña Sofía llegó al mundo en la clínica Nuestra Señora del Loreto, en pleno barrio de Chamberí (Madrid), donde el ginecólogo Mendizábal tenía el paritorio. Hoy, cinco décadas más tarde, la que consideran como «la más Borbón de los borbones» se ha convertido en un gran apoyo para Don Juan Carlos, su padre, y también para una hermana pequeña, la Infanta Doña Cristina, con la que se ha «reencontrado» en plena madurez y en medio de una complicada situación: el 11 de enero de 2016 comienza el juicio por el caso Nóos

y la Infanta Doña Cristina se sentará en el banquillo junto a su esposo, Iñaki Urdangarín, y otros 16 acusados más.

Por ello, este 52 cumpleaños se celebrará de manera discreta. Será una reunión privada con sus hijos y con el reducido grupo de amistades que arropan a Doña Elena. Ella, a decir de muchos, ha sido la gran damnificada de los problemas que ha atravesado la familia. De momento, las consecuencias del escándalo que ha supuesto los negocios de su cuñado Iñaki Urdangarín, no sólo ha costado el título de Duquesa de Palma a Doña Cristina, sino que también ha tenido como efecto la desaparición casi total de Doña Elena en lo que a actos oficiales se refiere. Su agenda es tan breve, que ha sido borrada de la web de Casareal.es y de todos los actos protocolarios. Únicamente en aquellas reuniones que se consideran familiares es donde se ve a Doña Elena, como recientemente ocurrió durante los funerales por el Infante Don Carlos de Calabria en El Escorial. Aquel día estuvo arropando a su hermana Cristina, pues sabía que sería centro de todas las miradas y del comentario general.

Viaje al norte

A pocas semanas del juicio por el caso Noos, la presencia de Doña Cristina en España siempre es objetivo de los reporteros. De ahí que en territorio español su hermana mayor no se separe de ella, tal y como ya hizo un año atrás. Después de pasar la Nochebuena de 2014 con sus padres en La Zarzuela, Doña Elena cogió el coche, llenó el maletero de regalos para sus sobrinos y viajó hasta Vitoria para encontrarse con Doña Cristina y la familia Urdangarín.

Divorciada de Jaime de Marichalar, con quien tiene una relación fría y distante, Doña Elena divide su tiempo entre su trabajo en Mapfre, su entrenamiento casi a diario en el Club de Campo a lomos de su caballo y el cuidado de sus dos hijos, Victoria Federica y Felipe Juan Froilán. Precisamente este curso decidió que Felipe estudiara en Estados Unidos con el fin de mejorar su nivel académico y, también, de reconducir ciertos comportamientos que estaban dando más quebraderos de cabeza de los necesarios. Extrovertido, gamberrete y muy vivo, el nieto mayor de Don Juan Carlos ya pasó el curso anterior en un internado y en pleno brote de la adolescencia, la decisión de pasar un tiempo fuera parecía más que recomendable. Por ello, este curso está siendo más triste para la Infanta, pues, a pesar de la rebeldía de su primogénito, con él se lleva de cine. No en vano, ambos comparten la afición por los toros, el flamenco, la caza y la buena mesa.

La fiesta se acabó

Se equivocó quien pensara que por el hecho de estar soltera y sin la presencia diaria de su hijo la Infanta iba a recuperar el ritmo en cuanto a vida social se refiere. Para el recuerdo quedan los años en los que cerraba la discoteca Pachá o se divertía bailando hasta el amanecer en las fiestas de sus amigos. Hoy sus salidas siempre son para acudir a concursos de hípica, donde se siente más a gusto que en ningún otro lugar (ha recuperado muchas de sus amistades de soltera, como son los jinetes Luis Astolfi o Fernández Durán) o para encerrarse en las fincas de buenas amigas de toda la vida, que son totalmente leales y discretas.

Aunque ya no ejerce como secretario de las Infantas, la amistad y el cariño de Doña Elena hacia Carlos García Revenga permanece inalterable. A pesar de la denuncia de García Revenga por lo que considera un despido improcedente, sin indemnización ni acuerdo, la relación entre ambos no se ha quebrado. Hablan y se ven a menudo. García Revenga seguramente es el hombre con el que Doña Elena ha pasado más tiempo a lo largo de su vida.

Ajena a los cantos de sirena

Apartada de todo, sola, sin presencia en los medios y alejada de los círculos de moda que tanto atraen a su exmarido, la Infanta ni tan siquiera escucha los cantos de cuantos se proclaman «elenistas» y consideran que desde su nacimiento es la gran damnificada. Prefiere estar al margen y silenciar bocas que intentar buscar un protagonismo que nunca le ha interesado. «La suya es una vida tranquila para una mujer que ha sufrido mucho en silencio. Pocos conocen las situaciones que vivió para llegar al divorcio ni las tensiones que ha soportado cuando de golpe estallaron todos los problemas en su familia», cuenta un buen amigo. Considerada por muchos como el ojito derecho de su padre, a sus casi 52 años se mantiene como una mujer discreta, que adora a su hermano el Rey Felipe VI y que ha sabido asumir lo que significa borrarse del mapa y quedarse en un perfil bajo.

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