Creaciones de Chanel durante el desfile de alta costura otoño-invierno 2016 en París
Creaciones de Chanel durante el desfile de alta costura otoño-invierno 2016 en París - AFP
La semana de la Haute Couture

Chanel y Armani brillan a manos de sus creadores octogenarios

El tercer día de la semana de la Alta Costura parisina lo abrieron y cerraron dos modistos extranjeros y de 82 años. Ambas casas retomaron sus estilos clásicos intemporales

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“La creatividad siempre es nueva, es una energía que no hay modo de acumular”, escribió Karl Lagerfeld en su último libro. Y es que Karl Otto Lagerfeld, que cumple 82 años esta semana, sigue tan activo y creativo como siempre. No obstante, ayer, el desfile de alta costura otoño-invierno 2016 de Chanel significó una vuelta a las raíces de la casa. Blanco y negro. Tweed. Punto de seda, trajes de chaqueta estrictos, vestidos monocolor y zapatos de salón.

Pero en este caso, Lagerfeld eligió unos peinados extremos, ridículos y poco favorecedores, quizás para actualizar una colección que no era tan novedosa en sí misma. Si la exigente Coco levantara la cabeza, hubiera vuelto a fallecer de inmediato ante la visión de «chignons» que más bien parecían coliflores de colores sobre las cabezas de modelos morenas y pelirrojas.

El maquillaje, al estilo «Arlequin y Pierrot», recordaba los pósters infantiles de payasos de los años 70. Coco Chanel no hubiera consentido «afear» de ese modo a las mujeres.

Si bien Lagerfeld ha seguido el legado de Chanel conservando frescura e innovación, ni a Mademoiselle ni tampoco al eterno Yves Saint Laurent, les hubiera parecido bien caricaturizar la imagen femenina. Coco Chanel defendía la belleza poco aliñada, decorada con sencillez y sobriedad. Pero en este siglo XXI parece ser que no se sabe a veces a qué recurrir para seguir vendiendo. Y en eso, Lagerfeld es un maestro.

Armani durante el desfile de alta costura otoño-invierno 2016 en París
Armani durante el desfile de alta costura otoño-invierno 2016 en París - ABC

Alexandre Vauthier y Alexis Mabille, décadas más jóvenes que Lagerfeld y Armani, brillaron con sus colecciones, si bien no acaban de despegar. Mabille ideó preciosos juegos de volúmenes, con mangas llenas de pliegues naturales y metros de tela creando formas inesperadas. Fue el clasicismo de Armani el que cerró con más aplausos, volviendo con unas hombreras marcadas en pico que no acaban de convencer. Tal es el espanto que causan las fotos de los años 80 en las mujeres actuales, con chaquetas de hombreras tamaño mamut y corte recto, que el subconsciente colectivo aún no está preparado para esto.

Armani, que suele decir que viste «a la mujer que vive y trabaja, y no a señoras sacadas de ningún cuadro», lo demostró presentando una colección muy ponible que recreaba sus clásicos de siempre: cuellos Mao, pantalones de pinzas, chaquetas rectas, poco colorido, abrigos azules y chaquetas grises con las que -efectivamente- se puede ir correctísima a trabajar. En sus vestidos largos, en tejidos ricos, cortes ceñidos y con algún drapeado, abundaban los escotes asimétricos. Porque este médico nacido en Piacenza, aunque se meta en cuestiones de futbol -es del Inter de Milán- y vista al Chelsea, colabore con el Vaticano en el diseño de la portada de algún libro de cantos, idee uniformes para la mismísima policía, se invente sus propios restaurantes o venda un maquillaje extraordinario, sigue siempre en sus trece, repitiendo con sus colecciones su famosa frase de «no me pidan hacer cosas nuevas». Con Lagerfeld y Armani, queda demostrado de nuevo que la experiencia es un grado y que además, la creatividad no tiene edad.

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