Anne Sinclair lanza dardos envenenados a través de sus memorias

La periodista califica a la esposa del ministro como una mujer demasiado «ambiciosa» que presiona a su marido

Madrid Actualizado: Guardar
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En mayo de 2011, cuando su por entonces marido Dominique Strauss-Kahn fue detenido en Nueva York bajo la acusación de agredir y violar a Nafissatou Diallo, una inmigrante guineana y empleada del hotel Sofitel de Manhattan, las palabras de Anne Sinclair valían oro. ¿Qué sentía ante la humillación pública? ¿Por qué defendía contra viento y marea al ex gerente del Fondo Monetario Internacional? ¿Cómo encajaba su brutal caída desde lo más alto? Sinclair aguantó el tipo y, salvo alguna que otra entrevista edulcorada, no abrió la boca... hasta ahora. Ayer salieron a la venta sus memorias, «Chronique d’une France blessée» («Crónica de una Francia herida»), donde, casi seis años más tarde, se despacha a gusto sobre DSK y demás personajes de aquella vergonzante izquierda del caviar.

El entonces presidente del FMI negó los hechos, pero las pruebas de ADN demostraron que había semen suyo en las ropas de la mujer y los informes médicos confirmaron el desgarro vaginal de la víctima. El asunto se cerró con un acuerdo monetario entre la camarera y el político, siendo este absuelto de todos los cargos.

Y no sólo eso. En las páginas del libro y durante la maratoniana promoción del mismo, que ha sido ampliamente difundida por los medios franceses, tiene palabras para otras mujeres en primera línea por obra y gracia de sus parejas. Sobre el paralelismo entre su situación y la que atravesó Valérie Trierweiler, a propósito de la infidelidad del presidente Hollande, Sinclair marca la diferencia en una entrevista para Europe 1: se siente feliz de haber encontrado «una vida privada dolorosamente pública» y, pese a que le preguntan con insistencia sobre aquel periodo oscuro, asegura que «no diré nada más. No soy Valérie Trierweiler.Me niego a desahogarme. He vivido y he sobrevivido y, para mí, se acabó». Otro dardo, algo más envenenado, lo dispara Sinclair contra Brigitte Trogneux, la estilosa esposa del ministro de Economía Emmanuel Macron, a quien califica de ser demasiado «ambiciosa» y de presionar a su marido. En su libro, comenta con desdén cómo durante el homenaje en memoria del fallecido Michel Rocard en los Inválidos, Brigitte se presentó con una indumentaria poco apropiada y unos stilettos cuyo tacón de aguja «se clavaban en el pavimento. Tenía un aire más de fashion week que de homenaje a un desaparecido líder de la izquierda».

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