FRANCIA

Denis Baupin, un nuevo caso de acoso sexual en la esfera política francesa

El líder ecologista dimitió ayer de su su cargo como vicepresidente de la Asamblea Nacional de Francia como resultado de las acusaciones que varias mujeres han vertido sobre él

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Denis Baupin, líder ecologista, se ha visto forzado a dimitir de su cargo de vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), acusado con pruebas de acoso sexual por varias mujeres. El caso de Baupin ha iluminado forma repentina una plaga que se extienden a nivel nacional: es el último de una inquietante serie de casos en los que están implicados muchos personajes políticos de izquierda y derecha.

El diario online Mediapart publicó en la mañana del lunes las acusaciones directas contra Baupin, ilustradas con la reproducción de mensajes texto enviados por el vicepresidente de la AN a varias amigas y compañeras de viaje político, finalmente hartas de un comportamiento machista, indigno e inquietante.

Durante varios años, Baupin acosó de manera sistemática a varias

mujeres, enviándoles mensajes sobre sus deseos y fantasmas sexuales, sobre la intimidad de las mujeres, sobre las posiciones que imaginaba y sobre sus deseos, expresados en un lenguaje del más bajo prostíbulo de carretera.

Sandrine Rousseau, portavoz de Europa Ecología Los Verdes (EELV), cabeza de lista en las últimas elecciones regionales, cuenta con mucho detalle el comportamiento indigno de Baupin en numerosas ocasiones, que se aprovechaba de la oscuridad de en un pasillo para saltar sobre ella, manosearla mientras intentaba besuquearla, e intentar romper su ropa interior con «rara brutalidad». Cuando Rousseau contó la historia a la dirección de su propio partido, algunos de sus compañeros se «echaron a reír», haciendo comentarios de este tipo: «Nada, Denis ha vuelto a comenzar… son cosas que ocurren».

Las revelaciones de Rousseau y otras tres mujeres sobre el acoso sexual insistente, repetido y muy prolongado en el tiempo, han provocado una tormenta de reacciones, forzando la dimisión del vicepresidente de la Asamblea Nacional.

No es un caso aislado

Esa dimisión y escándalo particular se inscribe en una estela de escándalos. Hace apenas unos días, dos periodistas, Stéphanie Marteau y Aziz Zemouri, publicaron un libro titulado «L’Élysée Off», con revelaciones comprometedoras sobre Michel Sapin, ministro de Finanzas.

Según Marteau y Zemouri, Sapin fue sorprendido cuando tiraba del elástico de las braguitas de una periodista, haciendo comentarios de

un gusto dudoso. Sapin se apresuró a desmentir. Pero varias periodistas han confirmado el comportamiento «impresentable» del ministro de Finanzas, amigo íntimo de François Hollande.

Sapin se considera víctima de una manipulación. Sin embargo, Marteau y Zemouri han recibido el apoyo directo de numerosas periodistas, dispuestas a declarar judicialmente si fuera necesario sobre los gustos y bromas del ministro de Finanzas, que hacía chistes sobre diversas partes íntimas de algunas colegas.

Al margen del ya legendario caso de Dominique Strauss-Kahn (DSK),

ex presidente del FMI y el socialista más influyente de Europa durante un largo quinquenio, también ha tenido una cierta importancia el caso de Georges Tron, alcalde de Draveil, secretario de Etado de Sarkozy. Se le acusó de ser aficionado a los masajes chinos, que imponía con agresividad a sus subordinadas.

El colectivo «Bas les pattes..!» (¡Las manos fuera!), integrado por 40 mujeres periodistas, ha publicado dos informes, sin dar nombres, enumerando un largo rosario de comportamientos machistas y sexualmente agresivos de numerosos políticos de izquierda y derecha.

«Bas les pattes..!» se dio a conocer hace un año, publicando un largo documento denunciando las agresiones sexuales (de palabra y de obra) de un número considerable de políticos franceses. Con motivo del estallido del escándalo Baupin, las periodistas francesas retoman sus acusaciones e insisten en un detalle que ellas consideran capital: el machismo agresor sigue estando muy presente en una clase política que prefiere reír o guardar silencio sin afrontar la cruda realidad de una plaga inquietante.

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