Alexandra de Hannover
Alexandra de Hannover - Albert Nieboer

Alexandra de Hannover, la mayoría de edad de una discreta princesa

La hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover cumplió ayer 18 años

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde niña ha vivido sometida a la inevitable comparación con su hermana Carlota Casiraghi y marcada por la tensa y poco ortodoxa relación entre sus padres, Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, pero ha encontrado la manera de ir construyendo su propia personalidad incluso en un entorno de tanta presión y llega sus 18 años pisando más fuerte que nunca. Sus más próximos destacan la seguridad con la que se apoya en su novio, de la misma edad y con el que mantiene una relación idílica, Ben-Sylvester Strautmanna. También ha influido en el despliegue de confianza que ha mostrado en los últimos años el haber tomado conciencia de que es la que más títulos nobiliarios ostenta en la familia.

Es, de hecho, la única nieta de Rainero con tratamiento de Alteza Real. Las lenguas más afiladas de Mónaco susurran historias sobre ciertas decepciones en torno a la figura de su madre, hermana mayor en el seno de su propia familia y siempre volcada con la omnipresente Carlota, pero el hecho es que Alexandra de Hannover no solo adora a su madre, sino que además no se despega de ella. La considera una gran amiga y protectora y mantiene con ella una relación mucho más estrecha que con su padre, aunque físicamente es Ernesto el que más genes parece haber aportado. Su carita redonda y pecosa, sus ojos azules, y su gran estatura lo confirman.

Carácter sobrio y sencillo

Alexandra de Hannover, sin embargo, se ha hecho un hueco al margen de posibles rivalidades y ha forjado un carácter más sobrio y sencillo con el que encandila a familiares y amigos, un perfil alternativo que gana peso con el paso de los años.

Alexandra tenía sólo cinco años cuando pidió a su madre, Carolina de Mónaco, clases de patinaje sobre hielo. La propia Carolina adora patinar y en la petición de la pequeña Alexandra había sin duda un deseo de emularla y lograr su atención. Perseverante, se ha convertido con el paso de los años en una gran patinadora. En la pista de hielo es donde se siente verdaderamente libre y donde es la indiscutible estrella. Tiene de hecho varios premios en esta disciplina y eso le ha valido el apodo de «Princesa de hielo».

Hace años que entendió que competir en glamour a base de Chanel era una batalla perdida, así que ha ido encontrando las ocasiones para mostrarse divertida y despreocupada como es, sin pasar por ello inadvertida. En la despedida de solteros de su hermano Andrea y su cuñada Tatiana se presentó, divertidísima, disfrazada de vaca.

Que nadie se asombre si cualquier día la princesa de Hannover, Duquesa de Brunswick y Lüneburg y Princesa de Gran Bretaña e Irlanda nos sorprende hablando en español. Nació en uno de los palacios de su padre, en Austria, cuando su madre tenía 42 años y acababa de casarse por tercera vez, pero se ha criado en Mónaco desde que tenía 6 años y ha asistido al mismo colegio que el resto de sus hermanos, L’Ecole de la Condamine, donde desde muy pequeña destacó en el estudio de idiomas. Habla perfectamente inglés, francés y alemán, pero además está estudiando con pasión español e italiano.

Alex, como la llaman en familia, ha celebrado su mayoría de edad por adelantado con una fiesta de dos días. A diferencia de Carlota, no eligió para ello el Palacio de Mónaco o la Villa de la Vigie, sino el Observatorio de Niza, obra de Gustave Eiffel, y el Yacht Club de Mónaco, obra de Norman Foster y donde ofreció un original brunch la mañana siguiente con temática «pink flamingo». Un enorme hinchable con ese motivo presidía la terraza, en cuya esquina había sido instalado un «centro de recuperación de resacas», con aspirinas y productos de protección solar.

Ver los comentarios