Enoturismo

Viajar con el vino como brújula y como artífice de toda una experiencia

El turismo enológico es una opción para recorrer España en busca de planes que unen tradición, gastronomía y ocio en un entorno natural incomparable

Abadía Retuerta LeDomaine.
Laura Pintos

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El vino se bebe, y se vive. En España vertebra extensas regiones unidas por su culto a la vid y sus magníficos caldos, orgullo dentro y fuera de nuestras fronteras por su variedad y gran calidad. Desde hace un tiempo las bodegas han abierto sus puertas al visitante como una forma de seducir a nuevos consumidores y poner en valor su antiguo y laborioso oficio, en el que a tradición, sabiduría popular y cierto componente intangible de intuición y talento se unen actualmente ciencia y tecnología para conseguir tan excelentes matices y sabores, a la vanguardia en el mundo.

Hay, por tanto, grandes propuestas de enoturismo , una nueva forma de viajar animados por el tintineo de las copas para adentrarse en la labor de los viticultores y disfrutar de los cambiantes colores de los viñedos, que viven su punto álgido hacia finales de septiembre, con la vendimia, pero que durante todo el año ofrecen paisajes memorables. Casi en cada punto del territorio nacional se encuentran propuestas interesantes que han sabido conjugar la visita a la bodega con restaurantes, hoteles, arte, cultura y todo tipo de actividades de ocio y servicios vinculados al bienestar.

Uno de los destinos más refinados es Abadía Retuerta , en Sardón del Duero, Valladolid, que reúne todos los componentes que busca el viajero sibarita, pues a la inmersión en la actividad viticultora suma su magnífico hotel cinco estrellas, el Abadía Retuerta LeDomaine, de solo 30 habitaciones y estancias que son un viaje al pasado en condiciones de lujo; un exclusivo centro de ‘wellness’ y el restaurante Refectorio, con una estrella Michelin.

La joya del lugar es la abadía del siglo XII , restaurada con mimo durante años hasta su inauguración en 2012 manteniendo su esencia y carácter histórico (hay que ver sus tapices y alfombras, sus numerosos bargueños y baúles y hasta su escultura de Chillida en una nave de la vieja iglesia). En ella vivieron durante siglos los monjes premostratenses, hacedores de vino ellos mismos. Pero la historia borró tanto a los religiosos de origen francés como a sus viñas del mapa y no fue hasta 1988 cuando, casi por azar, la farmacéutica suiza Novartis se quedó con la propiedad y al conocerla decidió recuperar la uva y retornar la finca a la actividad principal de la ‘Milla de oro’ vitivinícola que es Ribera del Duero.

Abadía Retuerta LeDomaine.

Abadía Retuerta organiza paseos en bicicleta o en todoterreno con guías especializados por sus 200 hectáreas de viñedo rodeando el gran convento de piedra y sus jardines de lavanda, catas en su bodega de 2.500 barricas, tratamientos de belleza y relajación en su spa , y también posee piscinas (cubierta y exterior), helipuerto, sala de yoga y gimnasio.

Destaca especialmente su vertiente gastronómica, con tres restaurantes: el refrescante Calicata , ubicado en la bodega, y, dentro de la propia abadía, el más informal Vinoteca y el soberbio Refectorio . En este último, Marc Segarra conquista con su cocina pegada al producto de cercanía, gracias a su huerta y al mapa de proveedores locales que ha ido elaborando, con quienes se dedica a recuperar especies y variedades que habían caído en desuso para incorporarlas al exquisito y sorprendente menú que sirve en el antiguo comedor de los monjes.

Abadía Retuerta LeDomaine.

Abadía Retuerta, productora de vinos singulares con sus propias uvas, se ha asociado con otras dos bodegas de la zona para potenciar el enoturismo. El proyecto, bautizado N-122 Valle del Duero , o Duero Valley para el mercado internacional (N-122 es la carretera que los vincula), se completa con Arzuaga y Pago de Carraovejas , ambas también con estrella Michelin en sus respectivos restaurantes, Taller Arzuaga y Ambivium. Las tres invitan a una ruta de catas y planes de ocio coordinado para seducir al turismo que busca este tipo de destinos más minoritarios, tranquilos y selectos.

La Ribera del Duero acoge mucho más, y son varias las bodegas de la región –entre ellas Pesquera o Emilio Moro - que cuentan con visitas y actividades, reanudadas este verano con todas las medidas de seguridad tras el cierre provocado por la pandemia.

Justamente en Valladolid, que está a tiro de piedra de Madrid gracias al AVE cuyo trayecto dura poco más de una hora, una casa que ofrece una experiencia recomendable es Desde su hotel ubicado en el centro histórico de esta ciudad –o para cualquier interesado independientemente de donde se aloje- organiza visitas y catas a medida. Lo hace tanto en las modernas instalaciones que posee en el cercano pueblo de Pesquera de Duero, donde elabora su logrado Ribera Nexus combinando técnicas tradicionales con los últimos avances, como en su establecimiento de Toro, en el que se respira autenticidad y se elaboran sus magníficos caldos Frontaura & Victoria. Es habitual que estas experiencias sean dirigidas por su propia directora general, Camino Pardo , reconocida experta y conocedora de la zona y sus productos, de los que actúa como embajadora en sus viajes.

En busca de destinos diferentes

El mundo del vino es inagotable y jamás excluyente. Quien se aficiona a adentrarse en él, indagar en su historia, descubrir nuevas referencias y visitar los campos, las bodegas y a sus gentes, suele querer siempre más y recomendar la experiencia. España está cuajada de toneles y uvas, y casi en cada punto se pueden encontrar planes de turismo enológico, muy apropiados además en tiempos de grupos reducidos y espacios abiertos.

En La Rioja, gran núcleo productor y sede entre otras de la famosa Marqués de Riscal (de 1858, su edificio actual fue diseñado por Frank Gehry), este año Ramón Bilbao ha añadido la posibilidad de hacer una excursión al viñedo en bicicleta eléctrica y Montecillo , la tercera más antigua de esta Denominación de Origen, actividades como ‘escape room’, conciertos en su terraza y una yincana para que los niños disfruten mientras sus padres degustan tranquilamente de la cata.

Otras bodegas de esta región han optado por combinar vino con un recorrido en kayak por el río Ebro, que la surca. Es el plan que organiza Sonsierra , propiedad de una cooperativa de productores locales de la zona Rioja Alta. Dura tres horas e incluye una parada a mitad del paseo fluvial en la sede de la bodega , que también ha preparado un paseo en calesa con un alto para la degustación en los guardaviñas, construcciones cónicas de piedra que los trabajadores usaban para guardar aperos o guarecerse durante la jornada. Igualmente es posible el paseo en kayak por el Ebro de la mano de López de Haro , con cata y almuerzo en la bodega, que además propone paseos en bicicleta y atardeceres mágicos mirando los viñedos con una copa en la mano y la música de un DJ de fondo.

Si se prefiere el paisaje atlántico, un vino muy veraniego que ha reanudado las visitas en bodega es Mar de Frades , situada estratégicamente en la Ría de Arousa, en Pontevedra, con unas vistas para recordar. Mucho más al sur, otra alternativa curiosa es la que engloba la iniciativa Marco de Jerez , formada por las localidades de Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María para dar a conocer de primera mano la cultura del Vino de Jerez y de la Manzanilla de Sanlúcar junto con sus playas, sus patrimonio y tradiciones y su rica gastronomía.

La arboledilla.

En esta tierra gaditana, la que más turistas interesados en el vino recibe de Europa, es posible visitar las conocidas como ‘bodegas catedrales’, del siglo XVIII y convertidas algunas de ellas en auténticos museos de pintura; realizar rutas a caballo por la campiña jerezana con visita a una bodega o desayunar en un viñedo. Para alojarse y vivir la experiencia desde dentro, una excelente opción es el Hotel Bodega Don Pepe, en el casco de Jerez, situado en un antiguo edificio de la sede de la tradicional bebida, con piscina, terraza y vistas a la Catedral y el Alcázar.

Una vez en el Puerto de Santa María, lo suyo es acercarse a conocer los orígenes de la ya mítica empresa de bebidas y alimentación Osborne y su icónico toro. Ello es posible visitando las bodegas de Mora, donde hay cata de sus vinos y se puede apreciar lo que implica todo el proceso de elaboración y envejecimiento de estas variedades. Esta temporada, en la reanudación de las visitas interrrumpidas por el Covid, la casa celebra los 130 años del brandy ‘premium’ Carlos I con un recorrido por su historia que empieza en otra de las bodegas del grupo, El Tiro, abierta solo para esta ocasión, para luego ir también a Mora a ver una de las colecciones más exclusivas de vinos de Jerez antiguos que existe . El vino resulta así una enriquecedora vuelta al pasado con más presente y futuro que nunca.

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