Santi, el ingeniero asocial enfermo que murió solo rodeado de basura hace más de un año

«Parecía un mendigo. No se dejaba ayudar, ni siquiera abría a su madre cuando venía a ver cómo estaba», decían sus vecinos tras hallar el cadáver

Puerta de la casa del fallecido con cinco cerraduras Guillermo Navarro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

De enfermedad y soledad . Así fue la triste historia de Santiago C. L., de 67 años, un ingeniero de Caminos que trabajó en Telefónica y se tuvo que retirar de forma prematura . Aquejado de esquizofrenia y de síndrome de Diógenes, según sus allegados, no se medicaba. Y se fue aislando y abandonando cada vez más.

«No abría la puerta ni a su madre cuando ella vivía y venía a ver cómo estaba», decían ayer consternados sus vecinos del número 98 de la avenida de Pablo Neruda (Puente de Vallecas). Su cuerpo sin vida fue encontrado en su casa hace una semana , rodeado de basura. Según algunas fuentes, estaba momificado. Desde la Jefatura Superior aseguraban que no, que quedaban de él los restos de piel y los últimos tejidos que permanecen tras la descomposición. Falleció hace más de un año de muerte natural.

Nadie notó que oliera mal. « Unos moscardones el verano pasado, hormigas y bichos pequeños . El otro día pensé, vaya meses que nos esperan», relacionaba ahora una señora de la finca. Fueron unos okupas que querían usurpar su piso los que destaparon el asunto. La comunidad se movilizó, tras explicarles que esa casa tenía dueño. Santi no respondió ni al telefonillo ni al timbre, como solía. Acudieron a la Policía y localizaron a un familiar lejano. Así se descubrió el dramático final de este hombre, soltero y sin hijos.

« Iba y venía a la sierra, donde su familia tiene un chalé por eso era normal no verle. No se dejaba ayudar ni por sus padres que estaban desesperados. Su madre nos preguntaba por él y si le decíamos que le habíamos visto la pobre se quedaba más tranquila», decían Dolores y María entre sollozos. Ella falleció hace más de un lustro; él, hace año y pico y su única hermana perdió la vida muy joven en un accidente de tráfico, una circunstancia que le marcó, afirmaban ambas.

Palomas y persianas bajadas en el piso de la víctima

«Le veíamos mal. Fuimos a Plaza de Castilla y nos dijeron que teníamos que denunciarle. Si nunca nos hizo nada, solo queríamos evitar una desgracia»

« La barba le llegaba al pecho, parecía un mendigo . Nos rehuía y ya no nos hablaba. No subía en el ascensor con nosotros, se quedaba de cara la pared. Hacía años que dejó de entrar en nuestras casas. Se quedaba en el descansillo. Seguro que era por su falta de aseo del que era entonces consciente», aseveraban otros vecinos.

Estos relataban cómo recogía latas y otros envases en la calle y los subía a su casa. Seis operarios de basura limpiaron ayer su vivienda a rebosar de enseres y trastos. Aún les queda mucho trabajo.

Las palomas anidaban en sus ventanas . «No podíamos tender la ropa. Avisamos al Ayuntamiento pero como no abría...», precisó la residente del piso de abajo.

Calificado de muy inteligente, educadísimo y buena persona , sus vecinos quisieron también ayudarle, conscientes de que «algo no funcionaba bien en él», relata María. «Fuimos a Plaza de Castilla, a los Juzgados para echarle una mano. Nos dijeron que le teníamos que denunciar. ¿Cómo íbamos a hacerlo si no nos hizo nada nunca?. Le veíamos mal y queríamos evitar una desgracia y mira...», concluyó.

Hace menos de un mes, el 18 de abril fue hallado otro cadáver, el de Amanda Jospe, una psicóloga argentina en su casa del barrio de Salamanca. Llevaba cinco años muerta. Ahora tendría 83 años.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación