Las mafias de la prostitución ocupan ya más de 400 pisos y dejan los clubes de alterne

La Policía alerta del espectacular auge de estas viviendas en los últimos tiempos y se queja de la falta de herramientas legales para erradicarlas

Una chica ejerce la prostitución en una vivienda del paseo de las Delicias Rafa Albarrán

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Se han convertido en una verdadera plaga. Si hace apenas un par de años la mayoría estaba en barrios muy concretos, como Ciudad Lineal, Usera o Tetuán, los pisos donde se ejerce la prostitución han proliferado en los últimos meses de tal manera que no hay distrito ni ciudad controlada por el Cuerpo Nacional de Policía que no cuente con un buen puñado de ellos. Aunque no existe un censo oficial, sí que se calcula que, por lo bajo, puede haber más de 400 apartamentos o casas donde estas mafias hacen de las suyas.

Este auge, explican a ABC fuentes de la lucha contra la trata, «va parejo al declive de los clubes de alterne , lo que antiguamente se conocía como whiskerías, barras americanas o, directamente, puticlubes». «Estos establecimientos los tenemos más trillados, más trabajados, y están cerrando a marchas forzadas», narran. Aquí, como en tantos asuntos relacionados con el lumpen, los cálculos son eso, aproximaciones, pero hablan de que han echado el cerrojo entre un 30% y un 40% de estos locales en los últimos tiempos. También los de zonas tan «pobladas» por estos lupanares como Capitán Haya, Carabanchel o el distrito de Centro.

ABC se coló en una pensión de Montera utilizada por las mafias

La prostitución callejera sigue, aunque también se percibe menos. Los agentes de la Policía Nacional se las ingenian como pueden para poder llevar a cabo las operaciones contra estas redes, porque los jueces, precisamente, no suelen poner las cosas muy fáciles para permitir unas escuchas o colocar un «rabo» (baliza) a un vehículo sospechoso. «La única nueva arma con la que contamos es la Ley de Seguridad Ciudadana », afirman: prohíbe el mercadeo sexual en zonas próximas a áreas infantiles y residenciales, y, además, da la oportunidad de multar al cliente con la excusa de que, por ejemplo, estorba al tráfico si se le pilla deambulando con su coche en zonas como el polígono Marconi .

Los proxenetas se conocen al dedillo las bonanzas de la legislación española, y aprovechan esa manga ancha para alquilar viviendas donde someter a estas mujeres. ¿Cuántas hay ejerciendo? Es la pregunta del millón. Pero si existen más de 400 pisos, a razón de al menos dos o tres chicas en cada uno, la cifra supera con creces el millar . Solo en Madrid.

207 inspecciones al año

Tener el negocio entre cuatro paredes permite, por un lado, esa mayor impunidad , puesto que sería complicadísimo obtener una orden de entrada y registro; por otro, además, supone un importante ahorro a la red, ya que no tienen que pagar por tener a las chicas colocadas en el burdel de carretera de turno ni darles un tanto por ciento a sus dueños.

Lo que sí realizan los agentes son inspecciones en estos pisos. En un año, un total de 207 en la demarcación de la Policía Nacional en la región (la capital y otros catorce grandes municipios). Una de las armas que utilizan son los «flyers» o propaganda de estas casas de citas que se dejan en las ventanillas y limpiaparabrisas de los coches de toda la ciudad. Los funcionarios llaman a las puertas y preguntan a las personas que están dentro si quieren salir a hablar con ellos. Van acompañados de personal de oenegés y demás organizaciones (como Fundación Cruz Blanca o Apramp) y trabajadores sociales que se encargan de reinsertar a estas mujeres.

Si la afectada accede, se le ofrece denunciar por ser víctima de la trata y se le proporciona una tarjeta de residencia en nuestro país con vigencia para un año. Y puede conseguir la consideración de testigo protegido.

Hay otra vertiente de esta realidad: las numerosísimas quejas vecinales que se producen en las comunidades afectadas. «Los clientes llaman a horas intempestivas al telefonillo; muchos se equivocan de piso y dicen directamente que buscan sexo; los hay que se hacen sus necesidades en la escalera; amanecen dormidos y borrachos en el descansillo; acuden puestos de cocaína hasta arriba; se producen peleas y discusiones a gritos...», se quejan los residentes a la Policía.

La prostitución más numerosa es la que se ejerce en estos pisos, precisan fuentes de la investigación. Ha desbancado al resto, que se distribuye, en este orden, en la callejera (muchas de las que están en Marconi por el día ejercen de noche en la calle de la Montera , y viceversa; y también existen en el polígono de Vicálvaro, la Casa de Campo, Alcorcón y las vías de servicio de Alcalá de Henares); los clubes de alterne ; y, finalmente, están las llamadas prostitutas de lujo o mal conocidas como «scorts» (o acompañantes, que no deja de ser un eufemismo), que se promocionan en páginas web y reciben en viviendas de mayor nivel, en Capitán Haya o Alberto Alcocer.

Otro cantar son las chinas : si las venden a clientes de su nacionalidad, las someten en karaokes como El Cielo y el Mundo, Di Jao o Hin Mao, en Parla, Leganés y Usera. Si aceptan a clientes españoles, las encierran en chalés por todo Madrid.

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