Ángel María Esteban junto a su hija mayor, a la entrada de la Audiencia Provincial Belén Díaz

Madrid Arena«La inacción de los Viñals condenó a Katia, Cristina y Rocío a una muerte segura»

Esteban, padre de una de las víctimas, asegura que ha sido un «mazazo enorme» que la Justicia no haya penado la mala praxis de los doctores. «No me cabe en la cabeza»

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Ha sido un mazazo enorme, cuatro años en silencio esperando a que se haga Justicia para esto. Estoy indignado por la sentencia; sale muy barato matar, diez meses por cada víctima para el máximo condenado, quien solo tenía un objetivo: la avaricia». Así lo dice Ángel María Esteban, padre de Katia, una de las cinco jóvenes que murió aplastada en la fiesta de Halloween del Madrid Arena de 2012. Alude al promotor del evento, Miguel Ángel Flores. Es la primera vez que habla para ABC tras hacerse público el fallo.

A la pregunta de cómo está, responde: «Aguantando, que no es poco». Este ingeniero de Telecomunicaciones aragonés residente en Daganzo explica, además, que la sentencia ha sido un «gran mazazo por la absolución de los doctores Simón Viñals y su hijo, Carlos», después de su polémica y cuestionada actuación

con las tres chicas que fueron trasladas a la enfermería del recinto municipal: su hija y sus amigas, Cristina Arce y Rocío Oña. Las tres, de 18 años.

«Indignado es poco; se sale fuera del raciocinio de una persona. En los hechos probados el tribunal dice que su actitud fue negligente. No hicieron nada y las condenaron a una muerte segura; si lo hubieran intentado al menos no se sabe lo que hubiera pasado. Sin embargo, la Justicia no les ha penado por eso, no lo ha tenido en cuenta, es ilógico». Esteban toma aire y respira hondo. «No me cabe en la cabeza que unos médicos no hagan nada y por inacción dejen morir a una persona. Su profesión consiste en salvar vidas, su praxis tiene que ser esa, equivocarse es humano, pero hacerlo mal adrede o dejar de hacer... no lo comprendo, nadie lo entiende».

«Se están riendo de nosotros»

Katia Esteban
Katia Esteban - ABC

El padre de Katia piensa que sus abogados recurrirán; en estos momentos están analizando el fallo. Reconoce que ha sido duro mantenerse en silencio y guardar para sí su dolor todo este tiempo. «Esperaba a la sentencia, a que hubiera una base concreta sobre la que opinar, unos hechos. Sigo sin estar preparado, pero ahora quiero expresar mis sentimientos de vergüenza e indignación. Ya no tengo nada que perder. Se están riendo de nosotros», recalca, en alusión a la Justicia que esperaba que se hiciera.

«No quiero ni que me den pan ni que me llamen tonto. Yo solo quiero que la Justicia sea Justicia»«Se están riendo de nosotros y estoy indignado. Debemos hacer fuerza entre todos para cambiar las leyes»

Uno de los aspectos que Esteban lamenta por haber estado callado, «yo, y todos en general, es que lo sucedido le pueda pasar a otros si no hacemos fuerza entre todos para cambiar las leyes». En esta línea, reflexiona que no es proporcional pedir un año de cárcel para Rita Maestre, la portavoz del Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, por quedarse en sujetador en una capilla, con los 8 o los 10 meses por cada una de las muertes del Arena, en función de los condenados.

«La pérdida de una vida es irreparable. Nada la puede compensar. Yo no quiero ni que me den pan ni que me llamen tonto –dice en alusión a la indemnización–. Lo único que deseo es que la Justicia sea Justicia». El padre de Katia considera que todo el mundo debe hacer bien su trabajo, los médicos, los policías, los gobernantes, cada uno en su ámbito de actuación. Si no prevalece esa ética exigible a la Medicina y a la Justicia, en este caso concreto,por ejemplo, ¿quién nos salvaguarda a nosotros?», se pregunta.

«No pienso en la venganza»

En cuanto al desmedido afán de lucro de Flores, promotor del evento, precisa que si el Madrid Arena no tenía capacidad para albergar el aforo que el quería para el concierto del DJ estadounidense Steve Aoki podría haber alquilado otro lugar, como un estadio de fútbol. «Ganó más en esa fiesta que lo que pagará en las indemnizaciones, que, por cierto, abonará el seguro».

Esteban dice que desconoce los chanchullos y los politiqueos que puede haber detrás de esta tragedia que no fue un accidente sino un concatenación de irregularidades y negligencias. «Solo sé que hubo una comisión de investigación que no aclaró nada». Tras recalcar que «no piensa en absoluto en la venganza», precisa que tenía esperanza en la Justicia, como en los gobernantes, pero, «poco a poco, se me van cayendo todos los castillos que tenía en el aire».

Respecto a de dónde saca las fuerzas para seguir adelante, el padre de Katia, que en apenas tres años perdió a la mitad de su familia al enviudar y quedarse solo con Tania, su hija mayor, responde: «Lo mejor es estar activo, tener lamente ocupada. Me gustaría hacer un doctorado, la investigación es mi vida; me apasiona, he hecho algún proyecto curioso y aunque no se materialice por su coste y me sienta frustrado, seguiré en ello», explica este hombre que rezuma sensatez, bonhomía y amabilidad por los cuatro costados.

Muy arropado por el cariño de su entorno, apela a los valores que se están perdiendo, como la solidaridad, la educación y el bien común, a demás de otra norma básica: alejarse de la gente tóxica.

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