Las cámaras de Vallecas no llegan: «No salimos de noche por miedo»

Los narcopisos se mudan de San Diego a Numancia. Las quejas por la inseguridad continúan

El Ayuntamiento ha pedido la prórroga de la videogilancia y dice que el sistema funcionará en verano

Un grupo de jóvenes, en una calle de Vallecas FOTOS: GUILLERMO NAVARRO

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«Cuando se va la luz, esto parece un polígono industrial. Está todo desierto. No hay movimiento y salir es un poco arriesgado si no conoces la zona». Eso dice Adolfo, detrás del mostrador del bar que regenta: La Perla, al final de Monte Igueldo, en pleno casco viejo de Puente de Vallecas. Ha pasado mejores épocas, pero clientes no le faltan. ¿El motivo? Aunque parezca mentira, establecimientos como el suyo no abundan en esta calle, en otros tiempos, de las más comerciales del distrito.

«Desde luego, yo no salgo de noche por miedo. No me fío. Y, si lo hago, me tienen que acompañar hasta mi puerta o el taxi esperar a que entre en el portal», dicen varias jóvenes. Varios mayores lo corroboran: «Nosotros nos quedamos en casa al ponerse el sol».

ABC recorre la denostada zona del barrio de San Diego, pegada a la M-30, año y medio después del estallido vecinal por la degradación, el abandono y las okupaciones -la mayoría mafiosas- destinadas al tráfico de droga y el consumo, los célebres narcopisos. Y con ello, el trasiego de toxicómanos, prostitución, peleas, robos... Todo este cóctel provocó movilizaciones para exigir soluciones. Los residentes denunciaban haber caído en el olvido de las administraciones y se negaban a convertirse en un gueto.

Esa presión, fruto de la alarma social, llevó al concejal presidente de la Junta Municipal, Francisco Pérez, a solicitar a la Delegación del Gobierno la instalación de 25 cámaras de videovigilancia. El próximo día 22 se cumplirá un año de la aprobación de la iniciativa por parte de la comisión de garantías sin que se haya instalado ninguna. La semana pasada, el área de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid tuvo que pedir la renovación de la licencia, válida para un año. Hoy se reunirá la comisión de garantías de videovigilancia para prorrogar la licencia, informaron fuentes de la Delegación del Gobierno, quienes precisaron que nunca suele haber problemas.

Los vecinos estallaron por los problema del barrio el 15 de noviembre de 2017

«El proyecto se licitará lo antes posible, en cuanto esté el último informe técnico. El concurso público es un trámite , debido a la cuantía del presupuesto consignado: 300.000 euros ». Así lo aseguró el edil vallecano, quien no cree que les pille el toro: «Pienso que en mayo o junio estarán funcionando, con toda probabilidad, en verano».

«No sabemos qué va a pasar. No las vemos por ningún lado . Desde la Junta Municipal nos dicen que están trabajando en ello, igual que con la peatonalización del bulevar», protesta una portavoz de la Plataforma de las Caceroladas. Ese último lugar es un punto de reunión de alcohólicos crónicos que se pelean con frecuencia, con las consiguientes molestias, precisa Jorge Nacarino, presidente de la Asociación de Puente de Vallecas.

El barrio, uno de los graneros de votos de Ahora Madrid, es uno los más multiculturales y empobrecidos de la ciudad, con una gran bolsa de viviendas vacías (Ivima, EMVS o privadas por los desahucios derivados de la crisis), el 80% en manos de fondos de inversión -recalcó el concejal del distrito-. Se ha convertido, desde hace unos años, en un foco de atracción para las mafias de okupas.

«Hay que estar ojo avizor porque desmantelan un narcopiso y usurpan otro», explican los vecinos. Para colmo, algunos vuelven. Ocurrió en Puerto Sallent, 3. « ¿Y quién corre con los gastos? O lo tapiamos nosotros o pagamos a un albañil», protesta Padilla: «El Ayuntamiento dice que debe hacerlo el dueño. Cien euros nos costó el primer día, y hoy más de lo mismo».

Asociaciones y políticos coinciden: la Policía Nacional ha acabado con gran parte de estos puntos negros. «De los cuarenta y tanto censados quedará una decena que sepamos , porque ahora se cortan más, conscientes de la presión de los agentes», indican el concejal del distrito y un miembro de Kascoviejo VK.

«Con todo, el trapicheo y entrega de paquetitos no cesa», tercia Manuel mientras cierra el portón de su garaje. «Ahora, el problema se está trasladando al barrio de Numancia, al otro lado de la avenida de la Albufera, junto a la M-30», asegura Nacarino. A su juicio, el tema de los narcopisos no lo resuelve la videovigilancia , dado que no puede filmar el interior de las viviendas, sino el exterior.

Fachada protegida con un piso tapiado para que no vuelva a ser okupado

Uno de los puntos negros que se han creado en Numancia es el de calle de Alfonso XIII, donde en el esqueleto de un bloque a medio construir viven inmigrantes controlados por mafias. Ejercen de camellos y además, vigilan las casas que se quedan vacías para usurparlas», explica Antonio Esteban Lara, vocal vecino del PP. «Ahora se preocupan de las cámaras, antes de las elecciones. No han hecho nada de nada. Los vecinos están hartos y siguen quejando de la inseguridad, de los okupas y de los incendios en los solares que acumulan porquería». Así lo asegura Eva Durán, presidenta del PP en el distrito. «Medio barrio está enganchado a la luz de forma ilegal; entre eso, y Juan [en alusión a un anciano okupa], que se dedica a ‘alquilar’ todo lo que usurpa a 150 euros por cabeza a gente sin recursos y las hogueras de estas para calentarse, algún día habrá una tragedia», explican desde Kascoviejo VK.

Ya ha habido dos fuegos graves . Uno lo causaron toxicómanos cerca de Peña Prieta, donde el domingo hubo un tiroteo entre bandas. El otro fue en Monte Igueldo. «Fue de madrugada y nos desalojaron cuatro horas. El usurero cobraba cien euros a un magrebí que se hizo un chamizo. Todo ardió. No salimos volando de milagro, ya que en la casa pegada al solar, también del ‘abuelo’, había 16 bombonas de gas», explica Mari Paz, indignada. Los que no ha menguado son los pisos en los que se ejerce la prostitución, una decena, según el concejal el distrito. Es raro el coche que no tiene varios anuncios. «Mínimo, 20 euros. Repitiendo, 40. Una hora, 60».

Ojeadores en las esquinas

De día hay corrillos de hombres ociosos en las esquinas. «No sabemos qué hacen. Les llamamos ojeadores», explican algunos con ironía. La Policía Nacional refuerza al vigilancia en las fechas en las que los ancianos cobran las pensiones para evitar robos.

Por las noches, la iluminación pública es mortecina. Llama la atención el cierre de negocios, que menguan a pasos agigantados. Tanto local cerrado y abandonado provoca sensación de temor, fruto del deterioro físico y social, indica Nacarino.

«Hace falta que haya más vida en las calles y para eso es preciso revitalizar la actividad comercial», coincide el vocal vecino. Por ello, critica los proyectos que se han aprobado en el pleno y que no se han ejecutado : «Y eso que presumen de tener más presupuesto que nunca». El concejal del distrito dice que está todo en marcha. Los carteles de «Se traslada» o «Se vende» dan fe del deterioro de un barrio que lucha por recuperarse.

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