Mohamed Ali
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CURIOSIDADES DE MADRID

El boxeador convertido en leyenda: así presentó Mohamed Ali su autobiografía en Madrid

«La gente tiene derecho a saber cómo soy y cómo me he hecho a mí mismo», declaró el gran campeón en 1976

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Mohamed Ali conoció Madrid el 29 de mayo de 1976. Su muerte, cuarenta años después de su visita, ha terminado de inmortalizar su figura. Ese aura, no obstante, lo acompañó siempre. Así aterrizó en la capital, como un mito viviente, para presentar su autobiografía, «El más grande. Mi propia Historia (1976)», escrita en colaboración con Richard Durham. «La gente tiene derecho a saber cómo soy y cómo me he hecho a mí mismo», declaró ante los periodistas, altivo y fanfarrón, durante el acto en un hotel madrileño.

La crónica de ABC, sin embargo, relata un episodio menos rimbombante de lo habitual. Sus palabras descubrieron la naturaleza indómita del personaje, pero Ali estuvo en esta ocasión más comedido de lo normal; «casi aburrido», detalla el periodista.

«No hubo show Clay», tituló. Su puesta en escena no estuvo a la altura de los precedentes, ni en el aeropuerto de Barajas ni en el hotel en el que presentó el libro. Tampoco a la de sus palabras, tan directas y arrogantes como sus guantes. «Creo que el libro puede comprarlo una cuarta parte que me conoce, que es media Humanidad. En realidad, la única persona del mundo que puede interesar a todos soy yo», sentenció ante las decenas de micrófonos que lo señalaban. En cualquier caso, a pesar de su alcance mundial, su visita no generó tanta expectación entre los madrileños como entre los medios. Según la noticia, apenas quince o veinte personas esperaron al avión en Barajas y solo cinco o seis jóvenes hicieron lo propio a las puertas del hotel.

Junto a Mohamed Ali, Cassius Clay antes de convertirse al Islam, aterrizó una comitiva de 17 personas, entre los que se encontraba su consejero espiritual. Aunque una parte se movió en taxi, él y su círculo más cercano contrató un coche especial para su transporte.

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Cuando Ali llegó a Madrid, su dimensión ya había superado las cuerdas del cuadrilátero. El boxeador, mucho más que un simple campeón mundial de los pesos pesados, se había convertido en leyenda. «En el boxeo actual no hay nadie que pueda comparárseme», dijo entonces. En los cuarenta años siguientes tampoco ha encontrado comparación.

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