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Vídeo: Las denuncias por violencia de género suben un 13,9% - Europa Press

«Muchas mujeres dan un ultimátum: o vas a terapia o se acaba la relación»

Cerca de 700 hombres han participado en un programa de la Xunta para frenar conductas agresivas dentro de la pareja

Las sesiones son siempre individuales y anónimas. En la primera cita se sella un «pacto de no violencia» como partida

Santiago Actualizado: Guardar
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Por la consulta de Carmen Morrel han pasado decenas de hombres con actitudes violentas dentro de la pareja. Ella es psicóloga y forma parte de una red compuesta por un equipo de 73 terapeutas distribuidos por toda Galicia que desde hace quince años combaten la violencia de género desde su germen. El programa, financiado por la secretaría xeral de Igualdade, se denomina «Abramos o círculo» y los últimos datos indican que cerca de 700 de hombres han participado en él desde su creación. El único requisito para adherirse a esta terapia es que no consten denuncias por maltrato contra los usuarios.

En la mayoría de las ocasiones, explica Carmen desde la consulta en la que en la actualidad trata a seis inscritos, es la propia pareja la que los empuja a venir.

«Muchas veces incluso les dan un ultimátum: o vas a terapia o se acaba la relación». Ése es el punto de partida con el que esta psicóloga asentada en Santiago se encuentra cuando un maltratador en potencia pisa por primera vez su despacho. Las terapias son privadas y anónimas. Nunca se realizan en grupo y las parejas no están presentes aunque el psicólogo sí contacta con ellas para saber cómo evoluciona la relación y conocer situaciones que los hombres evitan narrar en la consulta.

«Cada vez llegan pacientes más jóvenes a la consulta, a partir de los 18 años»

El primer día que el terapeuta y el paciente se citan se firma un «pacto de no violencia». O lo que es lo mismo, se le dan al hombre herramientas para que aprenda a controlar una situación que puede derivar en un maltrato. «Utilizamos el termómetro de la ira. Les explicamos que ante determinadas señales físicas o psicológicas que indican que esa ira se están disparando deben actuar», aclara Mogal. Este instrumento básico de trabajo consiste en «hacer tiempo fuera» para evitar que el episodio vaya a más. «Tienen que salir a la calle, pasear, respirar... hasta que su ira empiece a bajar», afirma la psicóloga. Lograrlo será la primera de esas «pequeñas victorias» que allanan el camino hacia una relación sana. Otro de los consejos que se le da a los pacientes es que se cuiden y dejen atrás malos hábitos como el alcohol o el tabaco y hagan deporte. Se trata, indica Carmen Morell, de que el organismo no esté al límite y de superar la dejadez, en muchos casos física, en la que muchos hombres se instalan.

La psicoterapeuta Carmen Morel participa en «Abramos o círculo»
La psicoterapeuta Carmen Morel participa en «Abramos o círculo» - MIGUEL MUÑIZ

A lo largo de las diez sesiones en las que se distribuyen estas terapias, los psicólogos tratan de profundizar en las causas de las actitudes violentas que estos hombres manifiestan. «Puede haber falta de apego desde la infancia, machismo, necesidad de posesión o control.... Ellos se dan cuenta de su comportamiento, pero lo minimizan, la niegan y evitan darle el valor que tiene», aclara la terapeuta para revelar que ninguna relación empieza con un maltrato. Antes de la primera bofetada hay signos ante los que la mujer debe estar a alerta y no mirar hacia otro lado. «Un enfado desmesurado o un comentario humillante en público» advierten de que algo no va bien.

«Detrás de un maltrato hay siempre una ira desmedida ante situaciones que no deberían provocarla»

Pese a que no existe un perfil concreto del hombre agresivo, Moller sí destaca que en los últimos tiempos el número de jóvenes que asisten a terapia se ha disparado. «Hay gente de incluso 20 años que ya siendo menores reportaban actitudes violentas y de dominio», aclara. De ahí que ponga el foco en las madres que pueden detectar comportamientos violentos en sus hijos desde muy jóvenes. «Ellas también deben actuar», afirma. En el terreno de la pareja, las sesiones permiten abordar temas tabú, como el sexo, que en muchas ocasiones los pacientes evitan poner sobre la mesa pero que es necesario tratar. Lo mismo ocurre con escenas domésticas a las que ellos sacan hierro, pero en las que sus parejas inciden en las charlas de seguimiento con la psicóloga.

Una experiencia «positiva»

Aunque estas sesiones suelen tener una frecuencia quincenal, ante casos de mucha agresividad e ira desatada los encuentros serán semanales. «En alguna ocasión esa ira se dispara en la consulta al tocar un determinado tema e incluso me ha tocado amenazar con llamar a la Policía», reconoce Carmen para matizar son los menos y que su experiencia con esta terapia es «muy positiva». «Cuando finalizan todos los encuentros yo mantengo un contacto para saber cómo evoluciona el caso. A veces siguen con sus parejas y a veces no, pero lo que la mayoría de hombres refiere es positivo. Sienten mayor bienestar y que sus relaciones personales mejoran», reconoce la psicóloga. También existe un pequeño porcentaje de hombres reticente al cambio. «Son muy pocos, afortunadamente, pero sí me los he encontrado y así se lo he comunicado a sus parejas».

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