«Todas las medidas serán insuficientes mientras una mujer viva bajo el miedo»

Tras casi treinta años de maltrato, un lustro después de aquel marzo de 2011 en el que estuvo a punto de morir asesinada por su marido, Inés Fernández Lamela ha decidido relatar su calvario en un libro. La idea nació en la consulta de su psicólogo y ayer la compartió en público, en voz alta, al presentar en el Ayuntamiento de Lugo la obra que ha titulado «As miñas fillas devolvéronme a vida». En ella narra la historia de una mujer «que se enamoró de un chico» y que tres décadas más tarde «ingresó en urgencias con la cabeza abierta». Su marido, hoy en prisión por aquellos hechos, intentó matarla con un tablero en el garaje de casa. «Gracias a mis hijas, no estoy en la lista de víctimas», apuntó Inés en declaraciones recogidas por Efe.

Fueron ellas quienes la animaron a no ocultarse: «Siempre me dijeron que nosotros no teníamos que escondernos porque no hicimos nada malo». Ahora su relato incluye palizas e insultos, aquella «simpleza» con la que empezó un sufrimiento que la sumió en «el fondo de un pozo». Su narración podría ayudar hoy a otras mujeres en una situación similar. Para toda ellas Inés reclamó, ante «un problema que no depende de la ideología política», mayor protección.

El guante lo cogió desde Compostela Susana López Abella, secretaria xeral de Igualdade que precisamente este viernes renovó su cargo. «Todas las medidas son insuficientes mientras una mujer viva bajo el miedo y la falta de libertad», resaltó Abella, presente en diversos actos, uno de ellos en la sede del PPdeG, donde su secretario xeral, Miguel Tellado, confesó el «desasosiego» con el que desde su formación observan el repunte de patrones machistas entre adolescentes. En su comparecencia, confiaron en que los presupuestos autonómicos de 2017 incrementen los fondos destinados a luchar contra esta lacra, tras el acuerdo aprobado en la pasada legislatura entre los grupos del Parlamento.

Alcalde, rector y deán

En el Obradoiro, tuvo lugar una de las concentraciones más simbólicas de todas las que poblaron Galicia. En ella se unieron los principales instituciones que flanquean la plaza. Al frente, el alcalde Martiño Noriega, quien recordó —al leer un manifiesto institucional firmado por todos los partidos municipales—que «la violencia machista es uno de los más graves problemas al que nos enfrentamos entre las personas más jóvenes». A su lado estuvieron Segundo Pérez, deán de la Catedral, de donde también colgó una de las pancartas reivindicativas de la campaña del Concello; Juan Viaño, rector de la Universidad santiaguesa; y Milagros Otero, Valedora do Pobo, además de diputados. Al terminar, 450 paraguas negros y blancos se abrieron bajo el sol para representar el logo del eslogan «Compostela en negro», mensaje que ha llenado los escaparates de la capital.

Las mismas escenas de concienciación y los minutos de silencio por la víctima mortal número 40 de este año, asesinada el jueves en Fuenlabrada (Madrid), se repitieron en otras ciudades y municipios. En La Coruña, se comprometieron «a buscar una respuesta más eficaz ante las situaciones de urgencia y emergencia social que provoca la incidencia de violencias machistas». En Pontevedra, pidieron dar «un paso hacia delante». La nota discordante se produjo en Orense, donde las formaciones representadas en la Diputación no lograron alcanzar un acuerdo para instar al Parlamento a crear «una comisión no permanente de estudio para la igualdad». La propuesta se aprobó solo con los votos del PP, pues el resto de grupos consideró que los populares están «deslegitimados». Con los más jóvenes estuvo el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, en la inauguración de una muestra didáctica itinerante enfocada a ayudar a la juventud a reconocer, identificar y rechazar conductas sexistas y nocivas en sus relaciones.