Quim Torra, un año del presidente «nini»

El presidente catalán cumple 12 meses al frente de una Generalitat que ni legisla ni gobierna

El Parlament espera aletargado la agonía de un ejecutivo autonómico pendiente de la sentencia del Supremo

Quim Torra, en la rueda de prensa de valoración de su primer año al frente de la Generalitat EFE

Miquel Vera

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Hace poco más de un año, Quim Torra aterrizó en la Generalitat en medio del desconcierto del movimiento independentista. Su nombramiento por parte del expresidente fugado Carles Puigdemont cogió a casi todo el mundo con el pie cambiado. No en vano, Torra era un personaje muy secundario en el escalafón del «procés» , poco conocido, sin carrera política y con escasa proyección mediática a pesar de haber sido presidente de Òmnium Cultural .

Su designación sorpresa fue interpretada de inmediato como una estrategia de Puigdemont para no poner a nadie que le hiciera sombra al frente del gobierno catalán, un mayúsculo aparato de más de 200.000 empleados y 30.000 millones de presupuesto anual. El propio Torra no dudo en describirse a sí mismo como un presidente encargado de la «custodia» del cargo hasta el retorno del exalcalde de Gerona. Su llegada a Palau fue vista con dudas incluso dentro del Junts per Catalunya, el grupo que sustenta el Govern junto a ERC.

A lo largo de los últimos doce meses Torra (Blanes, 1962) no ha logrado despejar el escepticismo que acompañó su designación. Si entre sus colaboradores se valora con apatía su papel al frente del ejecutivo autonómico, las dudas se multiplican entre sus socios de ERC. Poco dado a la gestión, Torra se siente más cómodo en la retórica victimista del «procés», la exaltación de la «república» «proclamada» tras el referéndum ilegal del 1-O y las disquisiciones historicistas sobre el vital papel del catalanismo en el devenir de Cataluña. Poco más.

Declaraciones y polémicas

En la hoja de servicios del presidente, abogado y editor de profesión, se multiplican las declaraciones incendiarias mientras escasea la actividad legislativa. Desde la petición a los CDR para que «apretaran» al Govern a la reivindicación de la sangrienta «vía eslovena» para alcanzar la independencia, las intervenciones públicas de Torra han sido un rosario de palabras desafortunadas que han degradado la figura de la presidencia de la Generalitat convirtiéndola en una tribuna más para la exaltación nacionalista más chusquera.

«El Gobierno Torra-Aragonés es un gobierno inoperante que es incapaz de corresponder a la esencia de un gobierno: representar el conjunto de la ciudadanía. Es por ello que además es un gobierno sectario. Cataluña ha perdido la iniciativa y la capacidad de propuesta», resume para ABC la dirigente del PSC Eva Granados . Por su parte, el diputado de Ciudadanos Nacho Martín Blanco ha aseverado que Torra ha apartado los problemas de los catalanes de su agenda para centrarse en sus viajes y en el «procés». «Ha sido un año de desgobierno y parálisis con mucha gesticulación y nada de gestión», ha señalado en declaraciones a este diario. Asimismo, ha advertido que no identifica nada de autocrítica en el gabinete del presidente. «Antes reconocían en privado haber investido a un hispanófobo, ahora cierran filas a su alrededor», avisa.

La actividad legislativa del ejecutivo de Torra es prácticamente inexistente. Eso sí, el entramado de organismos y cargos generosamente remunerados para alimentar al «procés» no solo no ha perdido músculo sino que ha sumado nuevos y rocambolescos satélites. El «Consejo Asesor para el impulso del Foro Cívico y Social para el Debate Constituyente» que preside el cantante Lluís Llach o la «Oficina de Derechos Civiles y Políticos» son dos de las últimas creaciones del «president».

Paralelamente, en el Parlament la actividad es prácticamente inexistente y el ambiente discurre aletargado, tanto en la bancada de la oposición como en la del gobierno . Unos y otros cuentan los días para que una crisis de gabinete fulmine una legislatura que muchas dan ya por acabada, a la esprera probablemente de que el Tribunal Supremo dicte sentencia. No en vano, las seis leyes que se han aprobado en los últimos meses lo han sido a propuesta de grupos que no apoyan al «president». Tampoco hay presupuestos, que siguen prorrogados desde 2017.

Gobierno en suspenso

En la calle, las simpatías que despierta Torra y su gobierno son escasas incluso entre los mismos independentistas. Según el último informe del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat , los catalanes le dan un 3,99 de nota a la gestión del gobierno catalán. Solo los votantes de Junts per Catalunya y ERC aprueban su gestión, pero con notas bajas, un 6,4 y un 5,4 respectivamente. Los votantes de la CUP lo suspenden mientras en las redes las críticas y ridiculizaciones al presidente son más que constantes. Quim Torra, un presidente «ni-ni» , que ni gobierna ni legisla y no convence a propios ni extraños.

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