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La carrera que Lehsen nunca soñó

Fue uno de los niños saharauis que cada verano vienen a España. Se quedó en Velada y ahora se ha convertido en el primer nativo en ganar el Maratón del Sáhara

Lehsen con sus padres adoptivos, Julián y Lidia ANA PÉREZ HERRERA
Juan Antonio Pérez

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Cuando llegó a España, en el verano de 1997, Lehsen Sidahmed Ahmed tenía ocho años y enseguida cogió varias costumbres. Una era la de abrir el grifo, quedarse mirando como salía el agua y después cerrarlo. La operación la repitió infinitas veces, hasta que dejó de asombrarse. Cuando se iba a dormir, hacía algo parecido: encendía la luz de la habitación, después la apagaba y a continuación encendía la de la mesilla, y así. También tenía el hábito de golpear la pared con la cabeza, y cuanto más sonaba, más fuerte daba. Cosas de niños. Manías de quien no está acostumbrado al agua potable y nunca ha visto la luz ni el cemento.

Lehsen fue uno de esos cientos de niños saharauis que cada verano aterrizan en nuestro país en busca de decencia, gracias al programa «Vacaciones en Paz». Solo que él, en 2001, ya se quedó para siempre en España. Concretamente en Velada, provincia de Toledo, donde sigue viviendo con sus padres adoptivos, Lidia Gómez y Julián Díaz.

«Cuando vino, todo el pueblo se volcó con él. Nosotros (la familia) entonces teníamos un pub y todo el mundo que iba allí le quería mucho», cuenta Lidia sobre Lehsen, que hace unas semanas se convirtió en el primer nativo en ganar el Maratón del Sáhara , con un tiempo de 2 horas, 59 minutos y 47 segundos.

«Los primeros años en España fueron muy duros», recuerda el atleta, y eso que «la integración con los chicos en el colegio fue buena, no tuve problemas». Pero es que resulta que a Lehsen le metieron en 1º de la ESO sin saber leer ni escribir . Le costó lo suyo hasta que en 2008 obtuvo el graduado escolar y dijo adiós a los libros. Se puso a trabajar en la empresa familiar (dedicada a montar parqué y tarimas) y con ello obtuvo un permiso de residencia, ya que hasta esa fecha estaba en situación irregular y si salía del país, no podía volver.

Lehsen con el trofeo de ganador del Maratón del Sáhara ANA PÉREZ HERRERA

Así que ese 2008 también fue el año en el que regresó a los campamentos saharauis por primera vez. Y tanto tiempo había pasado que se le olvidó el dialecto del árabe que se habla allí y las pasó canutas para entenderse con su familia biológica.

Cosas que pasan. Como cuando en 2015 un amigo (José Ángel) le daba la brasa para que saliera a correr con su grupito y, por fin, un día Lehsen se animó. Y ocurrió que ese amigo se lesionó poco antes del Medio Maratón de Madrid y Lehsen participó con su dorsal. Descubrió entonces que le encantaba eso de sudar por las calles de la capital, con la gente aplaudiéndote, y que encima no lo hacía mal. Una hora y 35 minutos hizo en los primeros 21 kilómetros de su vida.

Total, que lo de correr ya no lo ha dejado. Y en solo tres años ha conseguido marcas espectaculares (en los 42 kilómetros su mejor registro es de dos horas y 36 minutos) y ganar el Maratón del Sáhara. Algo que ni soñaba. Como tampoco piensa en el futuro; quizá porque nunca imaginó que pudiera tener uno.

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