¿Qué islam practican los saharauis?

Después de cuarenta años siendo el rostro de la lucha por la independencia saharaui y del Frente Polisario -su partido único-, la muerte de Mohamed Abdelaziz abre la baraja de opciones, entre otras la posibilidad de que los islamistas se busquen un hueco en los campamentos de refugiados. No de modo directo, ya que la sucesión está pactada en el interior de la nomenklatura del Frente. Pero sí en las bases, frustradas por la falta de resultados políticos y las condiciones materiales cada vez más miserables desde el alto el fuego con Marruecos en 1991. Veinticinco años perdidos en el “desierto de piedra” argelino.

La población saharaui -unos 600.000, más de un tercio en El Aiún y unos 200.000 en los campamentos controlados por el Polisario- es musulmana en su totalidad.

Practica los cinco pilares del islam como el resto de los mahometanos, pero su religiosidad tiene algunas notas muy marcadas que la convierten en singular en el mundo árabe. La más significativa: la igualdad jurídica, social y política entre los hombres y las mujeres.

El papel femenino procede de la tradición -en la cultura nómada los hombres faltaban con frecuencia del hogar y de la tribu-, y de las circunstancias del levantamiento armado contra Marruecos, que obligó a las saharauis a ocupar el puesto de sus maridos enviados al frente. El abandono de las armas creó dificultades, pero la mujer no cedió el terreno conquistado. Sus logros se manifiestan no solo en relación al código de vestimenta de la ley islámica, sino también -y sobre todo- en materia de educación. Cerca de la mitad de los miles de saharauis con título universitario son mujeres.

No obstante, los islamistas han tratado de pescar en el río revuelto de la causa saharaui, con escaso éxito hasta la fecha. Hace tiempo, y a raíz de las intrigas mediáticas de los marroquíes, el gobierno de Abdelaziz admitió que unos veinte saharauis militaban en grupos cercanos a Al Qaida en el vecino Mali. Poco más pudo demostrarse.

La muerte del líder histórico del Polisario, y con él la memoria de los tiempos épicos de la lucha por la independencia, abre sin embargo un nuevo escenario, en el que no es descartable que se produzca una corriente de simpatía hacia Daesh, la bandera islamista de moda, entre jóvenes desesperados de los campamentos de Tinduf.