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Pedro Sánchez - AFP

La renuncia de Rajoy atrapa al PSOE en la «trampa» de Iglesias

Pedro Sánchez trata de soslayar el órdago de Podemos, pero no se cierra al pacto

Madrid Actualizado: Guardar
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El PSOE se encuentra desde anoche, tras la renuncia de Mariano Rajoy, en la encrucijada más importante de sus últimos 40 años de historia: aceptar un «gobierno de izquierdas» con Podemos de socio preferente y Pablo Iglesias de vicepresidente, además de una amalgama que va desde el apoyo necesario de IU y el PNV, hasta la abstención de los independentistas catalanes de ERC y DiL, o frenar en seco los deseos de Pedro Sánchez.

Al líder socialista le hicieron ayer un «bocadillo» entre Iglesias y Rajoy; El primero anunciando al Rey, sin haberlo hablado antes con Sánchez, una oferta de gobierno de izquierdas en el que el líder de Podemos se convertiría en el vicepresidente de un ejecutivo liderado por el secretario general del PSOE; y el segundo, el presidente del Gobierno, dejando al secretario general del PSOE sin margen de manionbra: tiene que decir sí al Rey cuando le proponga ser candidato o estará «muerto» políticamente, coincidían anoche en conversación con ABC destacados dirigentes socialistas.

En el PSOE hay auténtica indignación con la «falta de respeto» de Iglesias por el tono subalterno con un partido que lo ha sido todo desde el año 77, pero, sobre todo, con su propio líder. Destacados dirigentes reprochan a Sánchez que su rueda de prensa no tuviera la contundencia necesaria en la respuesta. No es casualidad que Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco y Eduardo Madina colgaran tuit pidiendo «respeto» a los militantes y a los dirigentes de un PSOE con 137 años de historia. «Ha sido una pasada que Pedro Sánchez no haya afeado públicamente las formas y el fondo a estos impresentables», señala un alto dirigente andaluz».

Anoche, cuando se conoció la renuncia de Rajoy, ya no compareció Sánchez. Lo hizo en su lugar el secretario de Organización, César Luena, para lanzar a Rajoy acusaciones como «antisistema», «irresponsable» y «perro del hortelano, ni come ni deja comer», y para deja la puerta abierta a un cambio en la fecha del comité federal, convocado inicialmente para el día 30.

Por la mañana, Sánchez, compareció con cierto retraso en el Congreso de los diputados. Sonrisa en ristre, lo primero que Sánchez acertó a decir ante la prensa tuvo que ver con lo «intenso» de la jornada, que hasta en los más veteranos del lugar era descrita como «un día excepcional». Acababa de recibir directamente del Rey la noticia de que Pablo Iglesias le proponía como presidente de un Gobierno de coalición en el que el líder de Podemos sería el vicepresidente, en el que habría que darle un ministerio al líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, y en el que se crearía un ministerio de plurinacionalidad, así lo llamó Iglesias, que tendría como fin último la celebración de un referéndum en Cataluña.

Demasiadas cosas que digerir, hasta el punto de que por la mañana corrió el rumor por los pasillos del Congreso de que Sánchez posponía su comparecencia porque se encontraba en una reunión en Ferraz con Alfredo Pérez Rubalcaba y Jordi Sevilla. «Vengo directamente desde Zarzuela» y «no he mirado el móvil» fueron sus afirmaciones para asegurar que no había hablado más que con su equipo más cercano.

«Es el turno de Rajoy»

El secretario general del PSOE trató de esquivar la propuesta de Gobierno que le planteó Iglesias, y amparándose en que en democracia «los plazos son fundamentales, y hoy la palabra es del señor Rajoy». Sánchez vio frustrada su estrategia con la decisión de Rajoy de declinar la propuesta del Rey de proponer al actual presidente del Gobierno como candidato a la investidura. La renuncia de Rajoy fuerza a Sánchez a someterse ya a una investidura.

Sánchez no obstante hizo referencia a los vínculos ideológicos de las dos formaciones, «compartimos el diagnóstico», llegó a asegurar, y reconoció que los votantes de Podemos y PSOE «no entenderían que no nos pusiéramos de acuerdo», dejando de esta forma la puerta inevitablemente abierta a un entendimiento. Pero ese acuerdo tendrá que esperar, al menos esa era su voluntad, hasta que Mariano Rajoy fracasase en su investidura. Sánchez insistió en que es su deseo presentar su candidatura, pero que sólo lo hará «una vez haya fracasado Rajoy».

El líder del PSOE aseguró que el actual presidente del Gobierno en funciones «tiene derecho y deber de presentar su investidura». Solo entonces, tras la derrota de Rajoy, Sánchez propondrá una hoja de reformas con «grandes acuerdos» mirando «a izquierda y derecha», y mencionando explícitamente a Ciudadanos, como factor novedoso respecto a la propuesta de Iglesias, en base a una hoja de ruta en torno a ocho grandes reformas. En ningún momento Sánchez rechazó la opción de Iglesias, aunque le afeó, sin ser excesivamente crítico, las formas empleadas.

Conmoción en el PSOE

El líder del PSOE insistió en que en una negociación con Podemos primero hablaría de políticas y no de cómo estructurar los ministerios. No se esforzó en disimular cierta sorpresa por haberse enterado de ese modo de una oferta para hacerle presidente del Gobierno. «Entré en Zarzuela sin un Gobierno y por lo que he visto tengo todos los ministros nombrados», ironizó.

La comparecencia de Sánchez volvió a activar las alarmas en el sector crítico con Pedro Sánchez. Algunos de estos dirigentes, en conversación con ABC, lamentaron «la falta de contundencia» de Sánchez para desechar una oferta que la mayoría entendió como «una sobreactuación» que no es otra cosa sino «una jugada maestra», según veteranos dirigentes consultados por ABC, que busca quitar a Sánchez la iniciativa del «gobierno de izquierdas» y además poniendo «un precio imposible» por más que les halague los oídos a las bases del partido.

Desde el entorno de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, cabeza visible del sector más crítico con la estrategia del líder socialista, se guardó silencio aunque, en privado, comparten el diagnóstico de que es una oferta «envenenada». «Tratan de empujarnos hacia el PP diciendo que Podemos lo ha intentado pero el PSOE no ha querido. Pedro tendrá que medir mucho su respuesta», aseguró un diputado.

También alertó a Sánchez de la jugada uno de sus principales opositores internos, Eduardo Madina, que planteó que la propuesta del PSOE «se parece mucho más a un intento de humillación al Partido Socialista que a una voluntad real de negociar nada. El PSOE merece respeto».

Consciente de que las críticas solo acababan de empezar, Sánchez defendió durante su comparecencia que él está «cumpliendo con la resolución del Comité Federal: buscar un Gobierno si Rajoy fracasa», respuesta que mereció la aprobación de su secretario de Organización, César Luena, cuando Sánchez remarcó que esa resolución fue «su propuesta». Esa falta de contundencia que algunos le demandan a Sánchez vino de parte de su antecesor en el cargo, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en un comentario en su página de Facebook pidió a Iglesias «respeto» y le afeó sus formas: «Es la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno insultando gravemente al partido con el que quieres acordar. Para llegar a un acuerdo con un partido lo primero que hay que hacer es respetar a sus dirigentes, a sus militantes y, por supuesto a sus votantes».

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