El presidente, junto al líder del PSOE, la pasada semana en Moncloa
El presidente, junto al líder del PSOE, la pasada semana en Moncloa - Maya Balanya

Rajoy ve poco margen de acuerdo con Sánchez pero insistirá en una negociación «generosa»

Muchos en el PP creen que unas nuevas elecciones desbloquearían la situación a favor de Génova, pero el presidente no quiere someter a la sociedad a otro proceso

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El presidente del Gobierno en funciones es pesimista sobre un posible acuerdo con Pedro Sánchez. El líder socialista quiere ser jefe del Gobierno a toda costa y lo va a intentar hasta el final. Sobre esa hipótesis se trabaja en La Moncloa, a unas horas de que se reúna el Comité Federal socialista en el que los barones, encabezados por Susana Díaz, van a pedir garantías de que una hipotética alianza con Podemos excluya un referéndum para la autodeterminación de Cataluña, línea roja marcada por Pablo Iglesias para empezar a hablar con Ferraz. Aunque tanto PP como PSOE coincidieron el día 25 en elogiar la llamada al diálogo y al entendimiento del Rey en su alocución de Nochebuena, la primera y la segunda fuerza política hicieron una lectura bien diferente sobre su aplicación en un Parlamento tan fragmentado como el que han arrojado las elecciones generales.

Si Mariano Rajoy, que conocía el contenido de ese mensaje desde que se ultimó horas después del 20-D, lo va a hacer suyo para poner sobre la mesa una negociación «generosa» con el fin de que el PSOE se abstenga, junto a Ciudadanos, en su investidura, sus rivales quieren ponerlo en práctica «dialogando» con Podemos para que Sánchez se convierta en el tercer presidente socialista de la democracia.

Un alto cargo cercano a Rajoy asegura que «pese a que ahora mismo el margen de acuerdo es mínimo, no vamos a tirar la toalla. Aunque la reunión con Sánchez del miércoles fue especialmente agria, el presidente tiene claro que va a llegar hasta el final con una propuesta programática flexible, generosa, aunque con límites infranqueables, claro, como son la unidad de España y la igualdad de todos los españoles, como siempre ha dicho Rajoy». También es consciente de que «el líder socialista está ahora en la fase de la escenografía, de mostrarse displicente». Es decir, el tacticismo de las primeras horas no le permite hacer otra cosa que negarse en redondo a facilitar con su abstención que el PP continúe en el poder.

Nadie en Moncloa se sorprendió del portazo del miércoles a Rajoy sin que el anfitrión pudiera siquiera detallar su oferta política. «Estaba –conceden– en la hoja de ruta de Sánchez demostrar autonomía y lanzar mensajes internos a Felipe González y a Susana Díaz». Los populares reconocen también el factor «humano» de su rival socialista: el hasta ahora jefe de la oposición solo puede salir de esta siendo presidente del Gobierno, entregándose a un partido que le quiere liquidar y que defiende la ruptura de España; o marcharse a casa.

Porque la tercera de las alternativas, unos nuevos comicios a la vuelta de tres meses, fagocitaría a los socialistas al polarizarse el voto entre la opción de la estabilidad del PP y la de la ruptura de Podemos. «Ahí –según un miembro de la Ejecutiva socialista– lo que pueda ocurrir es impredecible para nosotros». Por eso, señala, la decisión de aplazar del sábado a mañana lunes el Comité Federal. «El almuerzo con el expresidente González le hizo recapacitar de que necesita tiempo para pensar las cosas bien. Porque el viejo socialismo no va a dejarle que precipite al PSOE al vacío. Y eso es exactamente lo que quiere Iglesias. A Podemos le da igual que gobierne el PP lo que quiere es enterrar al PSOE».

Sin embargo, aunque ningún dirigente popular lo reconoce en público, dentro del partido no son pocos los que están convencidos de que unas elecciones en primavera desbloquearían la situación a favor de Génova, dado que aglutinaría el voto útil del centro-derecha castigando, muy probablemente, a Ciudadanos. Sin embargo, Rajoy quiere evitarlo a toda costa para no tener que someter a la sociedad a un nuevo proceso, que trasladaría la percepción de fracaso de los representantes públicos.

De hecho, el presidente ha dado orden a todos sus compañeros que aboguen sin descanso por la negociación. La número dos del partido, María Dolores de Cospedal, ha tomado buena nota y por ello hace unas horas declaraba que «es el momento de estar a la altura de las circunstancias y dejar de lado los intereses personas y partidistas». España, argumentan en Génova, no puede verse obligada a repetir elecciones con el asunto catalán sin resolver.

Ese elemento personal de Sánchez pesa también, a juicio de esas fuentes, en la puesta en escena marcada por la «excesiva» gravedad del líder de Ferraz durante el encuentro de la pasada semana. Sin embargo, los negociadores del PP aseguran que la presión de Felipe González, Susana Díaz y barones como Fernández Vara, de Extremadura, y García-Page, de Castilla-La Mancha, no va a cesar. Aunque todos ellos se muestran contrarios a la abstención para dejar que Rajoy continúe en La Moncloa, la alternativa les convence mucho menos. Y ahí el primer presidente socialista, convertido en el mayor azote contra Pablo Iglesias por su connivencia con el régimen venezolano, es inflexible. Tanto, que el propio jefe del Gobierno en funciones abandonó durante los últimos días de campaña los ataques a Podemos para dejar «ese trabajo» al ex presidente socialista. Ahora, Pablo Iglesias espera. Hace unas horas le mandó un mensaje a Pedro Sánchez y este le respondió con un lacónico «ya hablaremos».

En la negociación con el PSOE, el PP tiene interiorizado que el reparto de cargos en la Mesa del Congreso le podría dejar sin la presidencia de la tercera magistratura del Estado, probablemente socialista, y con tan solo un vicepresidente y un secretario sobre nueve cargos que componen el órgano de Gobierno parlamentario. Sin embargo, esa no es la principal preocupación de Rajoy, centrado en conseguir los votos para dirigir de nuevo el Ejecutivo. En su partido se valora especialmente la decisión del presidente de dejar aprobados los presupuestos del próximo año, «demostrando que siempre ha mirado por los intereses de España, vislumbrando la situación de inseguridad y desgobierno a la que nos podemos ver abocados».

El jefe del Gabinete, consciente de que como primer partido más votado tiene la obligación de llevar la iniciativa, recibirá mañana a Pablo Iglesias, que repetirá su no a apoyarle. Después, le visitará Albert Rivera, dispuesto a permitir su investidura en beneficio del país. Y así, quiere tomar contacto con todos, salvo con Bildu.

Ver los comentarios