Las escaramuzas preelectorales intoxican la «alianza» Junts-ERC

Los presos del 1-O y la imputación de Laura Borràs elevan la tensión entre socios

Jordi Sànchez, presidente de La Crida, saliendo de la cárcel de Lledoners en enero para disfrutar de permiso EFE

Miquel Vera

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Sin fecha para las próximas elecciones autonómicas, pero con la convicción de que no tardará en saltar la chispa que active la cuenta atrás para una nueva contienda . Este es el panorama en el que transcurre la política catalana desde hace semanas. Las jornadas más crudas de la pandemia de coronavirus (y la oportunidad de señalar al Estado como «culpable» de casi todo) atemperó momentáneamente la competencia entre Junts per Catalunya (JpC) y ERC. Fue un viraje. Con la desescalada han vuelto las escaramuzas entre los socios que componen el gobierno de Quim Torra, ahora bañadas por un claro componente preelectoral.

El último choque entre republicanos y neoconvergentes proviene de la prisión de Lledoners (Barcelona), donde cumple condena el expresidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) Jordi Sánchez por su papel en el 1-O.

Según trascendió este fin de semana, el preso iba a incorporarse como empleado en La Crida, el movimiento político creado por Puigdemont en 2019 para concluir su opa al PDECat. «Debía estar en nuestras oficinas de Barcelona este lunes mismo», explicaron ayer a ABC fuentes de esta pseudoformación independentista. Desde allí, Sànchez iba a seguir la labor que desempeña desde prisión, donde lidera las negociaciones con Junts per Catalunya para conformar una alianza «Puigdemontista» para los próximos comicios autonómicos.

No obstante, la salida de Sànchez para trabajar en «La Crida» se frustró poco después de hacerse pública, provocando una cascada de comunicados tanto del propio afectado como de su partido criticando que se le negara a salir, según la consejería de Justicia, para hacer «activismo social y político». «Si fueran estas las motivaciones, se estaría imponiendo una inhabilitación extrajudicial y una condena complementaria», afirmó Sànchez señalando directamente al departamento que dirige Ester Capella, de ERC.

«No queremos ver una mano negra aunque haya una cierta competencia entre partidos independentistas . Vemos más bien un exceso de prudencia para evitar tirones de orejas», explicó a este diario un miembro de la dirección de La Crida. Por su parte, ERC dio ayer por cerrada la enésima crisis alimentada por el ala más dura del soberanismo, que no duda en calificar a los republicanos de «carceleros».

El «caso» Laura Borràs

El pasado viernes el Tribunal Supremo solicitó al Congreso el suplicatorio para continuar la causa contra la diputada de Junts Laura Borràs , investigada por adjudicar, presuntamente, 18 contratos irregulares a un amigo por valor de casi 260.000 euros cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes.

El partido de Puigdemont criticó este paso, mientras que Esquerra se abrió ayer a avalar el suplicatorio diciendo que el partido tiene «tolerancia cero con la corrupción» . El dardo de la portavoz de ERC, Marta Vilalta, sembrando dudas sobre la inocencia de Borràs dolió en Junts. «¿No hay punto medio: crees que el juez Marchena y el fiscal Zaragoza pueden ofrecer un juicio justo a Laura Borras? ¿Sí o no?», disparó poco después un dirigente diputado muy cercano a la exconsejera de Cultura. Todo vale en esta guerra Junts-ERC y ambos partidos se preparan para una campaña que será dura.

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