TV3, correa de transmisión del proceso independentista

En los últimos cinco años, la televisión pública catalana no ha hecho más que acumular críticas por su falta de imparcialidad

El tiempo en los «países catalanes», según TV3

DAVID MORÁN

«¿TV3 debe representar la mayoría social de este país? Sí. ¿Esta mayoría social es independentista? Sí. ¿Tiene que tener presentes todas las demás sensibilidades? También». Con estas palabras, el nuevo director de TV3, Vicent Sanchis llegó al cargo el pasado mes de marzo dispuesto a espantar de un plumazo las críticas que durante los últimos años han señalado a la televisión pública catalana como correa de transmisión y altavoz del argumentario secesionista. «No es verdad que TV3 sea independentista» , insistió Sanchis con una afirmación que choca frontalmente con lo que partidos políticos, asociaciones periodísticas e incluso trabajadores de la propia cadena llevan años denunciando: que los medios de comunicación públicos se han convertido en piezas claves para todo el proceso independentista.

Es más: desde que el proceso empezó a ganar velocidad, las polémicas que rodean a la televisión catalana no han hecho más que crecer y avanzar a idéntica velocidad. Ahí están, por ejemplo, el informativo infantil en el que aparecían niños posicionándose a favor de la independencia, la quema en directo de un ejemplar de la Constitución por parte de la periodista Empar Moliner, o la polémica entrevista a Carles Sastre, exmiembro Terra Lliure condenado por el asesinato del industrial José María Bultó al que se presentó como un «gran reserva del independentismo»: Ejemplos a los que hay que sumar las constantes quejas por las coberturas que de la Diada se han hecho desde 2012 y las críticas por la falta de equilibrio en la presencia de tertulianos, el sesgo informativo y la omnipresencia del «procés» en la parrilla de la cadena. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero, un sondeo realizado por el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) por encargo de Societat Civil Catalana señalaba que el 65% de los catalanes creen que TV3 es independentista, mientras que sólo el 22% ve neutralidad en la manera de abordar la información política de la televisión autonómica.

«Ha sido una herramienta más del separatismo para hacer propaganda . No hay más que ver algunas editoriales o las noticias, donde el otro día presentaban a la oposición como ‘grupos minoritarios no independentista’, para darse cuenta», señala David Mejía, diputado de C’s y presidente de la comisión de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. «TV3 ha ido cooperador necesario. No se entendería lo que está pasando sin el papel de la televisión», añade Sergio Fidalgo, presidente de la Asociación de Periodistas Pi i Margall, quien considera especialmente alarmante el papel que ha jugado la cadena como instrumento para las movilizaciones independentistas del 11 de septiembre. «Las manifestaciones las han organizado prácticamente desde TV3. Dos meses antes ya informaban del recorrido, de cómo inscribirse… Sin duda, ha contribuido a generar este caldo de cultivo», asegura. Tanto es así que incluso el Sindicato de Periodistas de Cataluña tuvo que hacerse oír en 2014 para denunciar la deriva informativa de la cadena. «Hace tiempo que se ha traspasado la 'línea roja' que contiene nuestro libro de estilo y que desautoriza las informaciones. La reiteración de informaciones 'de servicio' sobre la Diada explicando la forma de llegar, indicando los tramos que quedan por llenar, entrevistando por enésima vez a los organizadores del acto, se convierten en llamamientos descarados a la participación», podía leerse en el comunicado.

Sólo un año después, en 2015, fue la Junta Electoral Central la que dio un toque de atención a la cadena obligándole a compensar a PSC, PP y Ciutadans con una cobertura proporcional a la que había realizad de la manifestación soberanista que Junts Pel Sí y la CUP aprovecharon para dar el pistoletazo de salida de la campaña electoral de las autonómicas. «Hoy mismo (por el viernes) he visto que han retransmitido en directo y sin interrupciones la rueda de prensa de la ANC y Òmniun Cultural para hablar de la movilización del 11 de septiembre. No es algo que organice el Govern, así que no sé hasta qué punto una televisión pública tiene que hacerlo», explica Daniel Sirera, exdiputado del PP y consejero del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC), organismo institucional encargado de velar por «la libertad de expresión y de información, el pluralismo, la neutralidad y la honestidad informativa».

Al CAC es precisamente donde llegan la quejas y de donde salen informes como el de pluralismo político en la televisión y la radio, un texto que que refleja que, por ejemplo, Gobierno catalán y PDeCAT capitalizaron el 31% de los turnos de palabra en los informativos o que mientras al debate sobre el referéndum independentista se le dedicaron 58 minutos en el mismo mes, el juicio por el caso Palau ocupó poco más de 17 minutos. Informes como este son los que luego se presentan en el Parlament para subrayar la pluralidad de la televisión autonómica, aunque la cosa tiene su trampa. «Es un informe matemático que se hace con cronómetro pero que no entra en el análisis cualitativo de la información», explica Sirera. Tampoco aparecen ahí las críticas que puedan haber llegado al seno del CAC, ya que la composición del propio consejo (tres miembros de ERC y PDeCAT y otros tres PSC, PP y Unió, respectivamente) hace que casi todos los debates acaben en un empate que siempre deshace el voto de calidad de Roger Loppacher, presidente del CAC nombrado a petición de la antigua CiU.

Otro de las quejas más repetidas es el de la escasa pluralidad de las tertulias, llegando a casos como el de un debate emitido en mayo de 2015 en el que sólo participaron partidos y entidades independentistas. Un ejemplo extremo de una práctica que, según un estudio del portal media.cat, arroja que en los medios públicos catalanes el 63% de los tertulianos son favorables a la independencia y el 30% no. Con todo, los informes de pluralidad el CAC se limitan a analizar los informativos y no el resto de una programación cada vez más salpicada de política. «Es que es toda la programación. Si hasta en ‘Merli”, tan aplaudida por todo el mundo, uno de los personajes malos es un profesor de historia de España» , subraya Fidalgo.

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