La tensión bélica aumenta la posibilidad de `una guerra fría estelar´

La situación pone en jaque a las empresas y el creciente protagonismo chino siembran la incertidumre en un negocio que había entrado en órbita y plantea una competición armamentística en el entorno lunar

Los expertos en el cosmos y en la economía aeroespacial nos hablan de la letra pequeña y poco difundida de los programas espaciales de los distintos países y las implicaciones geoestratégicas de las misiones

La reacción de Vladimid Putin a las sanciones también está cambiando el panorama de los programas espaciales

Alexia Columba Jerez

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A diferencia de la primera carrera espacial, la nueva era de la conquista del espacio ha ido un paso más allá del enconado pulso geoestratégico para colocar a la iniciativa privada en la rampa de lanzamiento de un negocio astronómico. Las estimaciones del Bank of America Merrill Lynch apuntan a que, de aquí al año 2045, el valor de este mercado se multiplicará por ocho, alcanzando los 2,7 billones de dólares. El desarrollo de cohetes reutilizables y la cada vez mayor demanda de conectividad en sitios remotos contribuirán a este crecimiento, en el que la inversión de capital riesgo cada vez tiene más peso. Un reciente informe de Space Capital asegura que alcanzó en EE.UU. los 17.000 millones de dólares en 2021, frente a los 9.100 del año anterior.

«Cualquiera que no se arrepienta de la muerte de la Unión Soviética no tiene corazón. Cualquiera que quiera restaurarla no tiene cerebro», decía Putin que siempre ha intentado que el programa espacial ruso no quedara relegado a un segundo plano

Los protagonistas indiscutibles de esta carrera espacial son los satélites: el 95% de las inversiones, tanto públicas como privadas, han estado destinadas a compañías que intervienen en su lanzamiento. En el foco mediático está también el pulso entre grandes magnates como Jeff Bezos y Elon Musk por tomar posiciones en un universo con infinitas posibilidades de negocio.

En España, «la industria del espacio se ha consolidado como la quinta en tamaño. Prueba de su dinamismo es que en los últimos 10 años ha aumentado su facturación en un 70% », explica Jorge Potti, vicepresidente de la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (Tedae) . Según un informe de KPMG , el impacto de la actividad económica de las empresas privadas ligadas al espacio se tradujo en una aportación al PIB español de 1.670 millones de euros. La facturación de estas compañías alcanzó los 965 millones.

Pero esta desbocada carrera, en la que se entrelazan los intereses privados con los movimientos en el tablero de la lucha por la hegemonía política global, se enfrenta ahora al impacto de un conflicto en el que el espacio se ha convertido en otra amenaza más, con la Estación Espacial Internacional (ISS) convertida en inesperada arma arrojadiza. ¿Aplazarán su misión de negocio las empresas privadas ante el temor de una ‘militarización’ del espacio? ¿Cuál será el papel de Rusia y China tras el estallido del conflicto en Ucrania?

«La capacidad para espiar a otros países sin involucrarse en su territorio y la evidente y necesaria mejora de las comunicaciones provocan el nacimiento de esta carrera espacial», concluye Andrea García del Cibod

Putin dijo «cualquiera que no se arrepienta de la muerte de la Unión Soviética no tiene corazón. Cualquiera que quiera restaurarla no tiene cerebro». Putin siempre ha intentado que el programa espacial ruso, herencia de una de las joyas de la corona de la Unión Soviética, no quedara relegado a un segundo plano y mantuviera su eficacia como elemento de propaganda.

El Soyuz en un despeqgue en Baikonur Reuters

Es un principio del control reflexivo , lo que los militares definen como «basándose en el hecho de que un adversario siempre empleará la información de que disponga del otro para tomar sus decisiones y tratar de alcanzar sus objetivos, se define como un proceso por el que un enemigo transmite las razones o bases para la toma de decisiones a otro. Cuando un sistema alcanza el control reflexivo sobre otro adversario, puede influir en la forma que éste último percibe la situación, en sus planes y en la forma que actuará.»

Incluso en tiempo de carestía y situación económica frágil «los rusos se sienten orgullosos de haber sido pioneros en el espacio. Y Putin va a hacer lo que sea necesario para continuar con él», afirma Juan Pons , coronel retirado y analista de asuntos espaciales y de defensa. De ahí ambiciosos proyectos como los que presentó el año pasado el antiguo cosmonauta y viceconstructor general de la empresa RKK Energía , Vladímir Solovyov, entre los que se encontraba una futura estación espacial rusa ROSS.

Pero todas las iniciativas han entrado en cuarentena en el actual contexto. Joe Biden ya advirtió el mismo día de la invasión de Ucrania que «degradaría la industria aeroespacial rusa, incluido su programa espacial» . Lo que hizo que Dmitry Rogozin , el jefe de Roscosmos , la versión rusa de la NASA, tildase con ironía las sanciones a su país como `sanciones de alzheimer´ refiriéndose a Biden. La tensión es evidente. Y el espacio juega un papel fundamental en las estrategias de seguridad , un factor que ha dado impulso a esta nueva carrera espacial.

Andrea García, investigadora en el Cibod , lo aclara en el debate sobre `a nueva carrera espacial´: « La capacidad para espiar a otros países sin involucrarse en su territorio y la evidente y necesaria mejora de las comunicaciones provocan el nacimiento de esta carrera espacial. A día de hoy, queda de ella que EE.UU. es el país con mayor número de satélites en órbita. Además, EE.UU. tiene a las empresas más punteras del sector y está ‘poblando’ el espacio de minisatélites. De Rusia queda el prestigio e investigación tecnológica que han hecho, ya que fueron el primer país en poner un satélite en órbita. Y aún sigue siendo importante, hasta el punto de que en Europa hayamos tenido que montar nuestras propias lanzaderas para evitar la dependencia de este país».

Órbita rusa

Juan Pons , analista de asuntos espaciales y de defensa, especifica que entre las compañías rusas afectadas por las sanciones acordadas en Bruselas está la gigantesca corporación industrial estatal Rostec , que agrupa a grandes empresas dedicadas al desarrollo, producción y exportación de aviones de combate, repuestos y equipamientos para los sectores de defensa, aeronáutico y espacial.

«Los europeos podrían encontrar una alternativa con el programa espacial de la India», indica el exmilitar Pons

Los bombardeos rusos también acaban con el programa espacial ucraniano , heredado de la Unión soviética. Al tiempo que la industria espacial europea también sufre en este fuego cruzado de sanciones y represalias, como recuerda José Miguel Mas Hesse, jefe del departamento de astrofísica Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). El ejemplo es la suspensión de la misión europea ExoMars , un programa de astrobiología en Marte que necesitaba de la tecnología de la lanzadera rusa Soyuz . «Significa un retraso de dos años , y el trastorno a estos programas es enorme. También hay dos satélites europeos Galileo esperando a ser lanzados con un Soyuz, y hay cohetes estadounidenses que usan motores rusos y que se quedan en la estacada a la espera de encontrar una alternativa que supone una pérdida de dinero. El impacto es grande », subraya este experto.

El exmilitar Pons matiza que «los europeos podrían encontrar una alternativa con el programa espacial de la India. Los chinos se aprovecharán venderán más caro sus lanzamientos y hay una gran demanda de satélites que se ha visto incrementada por la decisión rusa, a la vez que una oferta limitada y la cola de personas interesadas en usar las lanzaderas como las rusas está siendo importante. El más perjudicado está siendo la UE y la agencia espacial europea (ESA)» .

El científico Mas, por su parte, coincide en que el programa espacial ruso ya no es tan brillante como en el pasado, pero se mantiene alto. « Durante ocho años los estadounidenses no han tenido como subir a los astronautas a la Estación Espacial Internacional más que usando naves Soyuz rusas», precisa. «Desde la Guerra Fría llevábamos casi cincuenta años de deshielo y cooperación, y los problemas con Ucrania han hecho saltar en pedazos los puentes tendidos y va a ser difícil recuperarlos» , reconoce Mas.

Elon Musk en una rueda de prensa de Space X Reuters

Europa parece atenazada. ¿Y qué margen de reacción tiene EE.UU.? Pons explica que habrá consecuencias inmediatas, como las que sufrirá el lanzador Atlas V, un cohete desechable que cuenta con unos motores de origen ruso. Aunque el gigante estadounidense cuenta con el Falcón 9 de la empresa Space X , de Elon Musk, con lo que podrá encontrar alternativas más fácilmente a sus lanzamientos programados. Carlos Manuel Entrena , CEO y fundador de Plus Ultra Space Outposts y economista espacial , vaticina también que se producirá un aumento de la inversión en el programa espacial del gobierno americano «porque su supremacía puede verse amenazada por China. El turismo espacial seguirá igual, y empresas como Blue Origin o SpaceX, pese al conflicto ucraniano, están dándolo todo en el sector espacial, y posiblemente continúen así ».

Salto chino

Y es que el papel del gigante asiático en esta carrera es cada vez más protagonista. Mientras Rusia intentaba mantener el tipo pero se ralentizaba, el gigante asiático da saltos de gigante en todos los ámbitos: ha desarrollado misiones tripuladas, avanza en su estación espacial y ha lanzado una nave con un robot a la Luna y a Marte.

«Rusia tiene plutonio 238para las sondas espaciales que podría pasar a China. Asimismo, el gigante asiático podría usar la experiencia de Rusia en el espacio durante un tiempo, pero a la larga sería un peso muerto que China no necesitaría», defiende el divulgador científico Daniel Marín

«El programa espacial chino se ha inspirado en la tecnología soviética y rusa, y ha adelantado a Rusia en todas las áreas, tanto de lanzadores como en el programa científico o en el espacial tripulado. El único campo en el que Rusia tiene ventajas sobre China es la energía nuclear en el espacio. Rusia tiene plutonio 238 para los generadores de radioisótopos para sondas espaciales. China podría usar la experiencia de Rusia en el espacio durante un tiempo, pero sería un socio menor, y a la larga, un peso muerto que China no necesitaría», defiende el astrofísico y divulgador científico Daniel Marín . En ese caso Rusia sería un socio menor , algo a lo que no está acostumbrada, por eso Marín cree que el nuevo aliado natural de Rusia podría ser el creciente programa espacial y empresarial de la India, donde serian socios de igual a igual. «Pero si trabaja con una, no trabajaría con la otra, ya que China y la India no se llevan especialmente bien», especifica este experto.

Marín también señala que «otro rasgo destacable es que China ambiciona dominar la técnica de reutilización de lanzadores espaciales que tiene Space X, que ha llegado a una reutilización de cien veces con su Falcon 9, lo que es todo un hito» . A raíz de este éxito han surgido muchas empresas privadas que siguen esa linea de negocio, tanto en EE.UU. (por ejemplo Rocket Lab ), como en Europa ( la española PLD Space ).

«Incluso e n China hay un boom de empresas de lanzadores y minilanzadores de cohetes como i-Space y OneSpace , y de construcción de satélites y nanosatélites cada vez más baratos», apunta Marín. En el programa espacial china ha empezado a tener un importante peso las industria privada , pero siempre con una fuerte relación estatal. La jugada es favorecer la cooperación internacional con empresas extranjeras que prefieren unirse a compañías chinas que aparentemente no tienen ligazón con el gobierno.

Las grandes empresas estatales eran China Aerospace Science & Industry Corporation Limited (CASIC) y China Aerospace Science and Technology Corporation (CASC), pero las cosas cambiaron con la llegada al poder de Xi Jinping , permitiendo grandes inversiones privadas en las empresas interesadas en participar en la industria espacial. Según un informe de 2019 del Instituto de Análisis de Defensa (IAD) ahora hay mas de 78 empresas privadas. China sigue el esquema de EE.UU., ya que SpaceX se benefició de los contratos con la NASA para atraer más clientela.

«Las amenazas rusas de derribar la Estación Espacial Internacional seríaun poco como hacerse el harakiri por su parte, ya que su principal capacidad espacial es la ISS, y no tienen medios para lanzar algo similar», especifica el economista espacial Entrena

Frente a estos movimientos rusos y chinos, Europa juega sus cartas con varios hándicaps. Al margen de la ruptura de puentes de colaboración con Rusia, `la política de ‘georetorno’ de la Agencia Espacial Europa (ESA) obliga a que el 80% de la contribución de cada país tenga que acabar en contratos en empresas del mismo país. Eso ya te pone restricciones a la hora de trabajar con empresas que no sean de países miembros de la ESA », explica el economista espacial Carlos Manuel Entrena. Este experto resta verosimilitud a las amenazas rusas de derribar la Estación Espacial Internacional: «Sería un poco como hacerse el harakiri por su parte, ya que su principal capacidad espacial es la ISS, y no tienen medios para lanzar algo similar, aunque lo pretendan».

La Luna y la tensión armamentística

Entrena apunta también al nuevo escenario del la carrera espacial-empresarial: la Luna. «Las misiones por agua y tierras raras en suelo lunar serán cruciales. En este tema EE.UU. y ESA unen fuerzas con su programa Artemis , y China y Rusia tienen también un programa para extraer agua». Y concretamente, los estadounidenses están desarrollando potencia de combate espacial en el entorno lunar.

En este tablero espacial la carrera armamentística está en incremento. Entrena especifica que, en el aspecto nuclear, el Tratado del espacio de 1967 prohibe colocar armas de destrucción masiva en el espacio o en la Luna o Marte. Sí se pueden poner armas balísticas de bombardeo, y se han puesto balística de corto alcance. En esta línea, Donald Trump anunció en 2018 la creación de una Fuerza Espacial estadounidense que supone «el desarrollo de profesionales militares del espacio, la adquisición de sistemas militares del espacio y la maduración de la doctrina militar para la potencia espacial».

A eso se une la propuesta del Pentágono de aumentar su defensa usando satélites de próxima generación propulsados por reactores nucleares. Juan Pons apostilla: «Habrá alguien que mueva ficha y será el primero en romper la prohibición . Me temo que en décadas futuras asistiremos a una demanda de armas en el espacio». Una amenaza que pone entre interrogantes el futuro de una nueva carrera espacial convertida en filón para las empresas.

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