Un Gobierno de no creer

Ni voto de confianza, ni hacerse al cargo, ni analizar los deberes «dejados» por el Ejecutivo anterior, ni nada de nada. Este Gobierno «okupa» de Pedro Sánchez es un despropósito

Necesitamos un Gobierno que no nos mienta –¡mira! como dijo en otro momento el exsecretario general socialista Alfredo Pérez Rubalcaba RAÚL DOBLADO
María Jesús Pérez

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Todo es mentira. Quizás me haya vuelto una descreída, pero ante tanto «donde dije digo digo Diego» , se me debe disculpar. Y comprender. Es que ya me pierdo. Ni voto de confianza, ni hacerse al cargo, ni analizar los deberes «dejados» por el Ejecutivo anterior, ni nada de nada. Este Gobierno «okupa» de Pedro Sánchez es un despropósito. Manipulador y tergiversador.

Y es que esta misma semana, Bruselas, que parecía haber recibido con cierta satisfacción la usurpación del sillón presidencial en nuestro país, mostraba algo de contrariedad ante el futuro económico más inmediato de España. Y hasta si me apuran perplejidad por las medidas fiscales tomadas y los ingresos que se esperan de ellas. Ahora resulta que duda de algunas decisiones incluidas en el proyecto de Presupuestos para 2019 que le han enviado desde la bancada socialista.

El comisario europeo, Pierre Moscovici , amigo de la ministra de Economía, Nadia Calviño, y hasta del propio Sánchez –o eso deduje yo poco después del asalto a La Moncloa tras ser espectadora del «buen rollito» que mostró en público con ella en su última visita a nuestro país–, ahora cree que el Gobierno socialista ha sobreestimado sus previsiones de crecimiento para España para los dos próximos ejercicios y ha puesto en duda los planes de aumentar la recaudación con nuevos impuestos , como el que se pretende implantar para las actividades de las grandes empresas digitales o la tasa a las transacciones financieras. Bruselas también cree que la brusca subida del salario mínimo a mil euros tendrá algún beneficio presupuestario pero también un coste en términos de empleo de al menos 70.000 puestos de trabajo que no se crearán.

¿En qué quedamos? Porque no hace ni un mes que el D octor Sánchez sentía el respaldo absoluto a su Gobierno y a su buen hacer de las autoridades europeas. De hecho, al ser preguntado entonces por la carta que Bruselas iba a enviar a España para pedir «aclaraciones» sobre las previsiones de ingresos aseguró que la «confianza» mostrada por la Unión Europea en su Ejecutivo es «muy importante» en relación al borrador de las cuentas para el próximo ejercicio una vez presentado ante Bruselas. Y es más, sobre esa carta que se conoció un día después, advertía el presidente que denotaba más confianza en España que en las remitidas a los anteriores Gobiernos: «Cuando la vean hagan la comparación entre lo que se le pedía al Gobierno de España en 2016 y 2017 y lo que se le pide en 2018, para que vean la diferencia a favor de este año, la confianza en la posición europea que tiene el Gobierno de España y que es bien recibida por las instituciones comunitarias». ¡Pues menos mal!

Pero ¿qué clase de realidad paralela vive este hombre? A mí desde luego no me cuadra nada esa supuesta confianza de la que habla vistas las previsiones europeas de otoño y sus comentarios al respecto que dieron a conocer el pasado jueves... Señor presidente, sepa que las mentiras tienen las «patitas» muy cortas , y le pasará factura. O eso espero, francamente. Necesitamos un Gobierno que no nos mienta –¡mira! como dijo en otro momento el exsecretario general socialista Alfredo Pérez Rubalcaba –, y este que nos ha tocado tener, casi como si fuera por decreto, no para de hacerlo.

Este Gobierno no quiere tener unos presupuestos que hagan más fácil la vida al ciudadano, de justicia social, dicen. ¡Mentira! El impuesto al diésel lo pagan los autónomos, osea, los ciudadanos; el impuesto a las tecnológicas lo pagarán las pymes, osea los ciudadanos; el impuesto a los bancos , los clientes, osea, los ciudadanos... No se hagan un lío. Están en clave electoral (todos los políticos, eso sí, no lo voy a negar). Pero Sánchez y sus «miembras y miembros» venden todas sus grandes ideas para ayudar al ciudadano (¡ay que me parto! aunque gracia cero patatero) en plan populista. Pero de BOE –a decretazo limpio, como no tengo apoyos, lo impongo y punto final... ¡y luego se hacen llamar progresistas!, tiene guasa la cosa–, no de calle como otros de color morado y socios «partícipes» del Gobierno . Pero lo único que busca es hacer acopio de votos. En todos los caladeros de «idem» que puedan encontrar: mujeres, inmigrantes, hipotecados... Y cuando consiga tal cantidad de potenciales votantes de manera engañosa, entonces sí, convocará elecciones. Para entonces podríamos estar ya fritos a impuestos... si Bruselas lo permite.

Me dicen por ahí que dado que Europa está descreída (¡anda, como yo!) con los planes presupuestarios de Sánchez , y que los escaños no dan para aprobarlos con los apoyos necesarios –algo que saben, por cierto, en Moncloa– tendrá que aflorar en breve el plan B del presidente, que asumirá unas cuentas prorrogadas que no son suyas –pero que ya aceptó cuando tomó posesion–, pero con un «pequeño» detalle nuevo: su propio techo de gasto revisado . Porque sabido es que la prórroga presupuestaria ha implicado en el pasado lo que se conoce en Bruselas como «no policy changes», esto es, que no pueden hacerse grandes cambios ni quizás los ajustes estructurales que el país necesite o al menos a los que se ha comprometido.

La aprobación del límite de gasto no financiero –que es como se conoce al techo de gasto–, irá acompañado entonces de una nueva actualización del cuadro macroeconómico, como suele ser habitual, pero más acorde con las nuevas previsiones de crecimiento para España en 2019 –menor que hace tres meses– que acaba de anunciar Moscovici. Entonces, a lo mejor, y solo a lo mejor, Bruselas diría sí y no nos volvería a meter en el paquete de países que deben ser vigilados para que sus gastos no se salgan de madre... Pero, lo siento, yo no me creo a este Gobierno. No le veo capaz de gestionar en condiciones un país con unos presupuestos que no sirven para el nuevo marco económico de 2019 . Y mucho menos después de esta semana, tras desautorizar por decreto –¡faltaría más!– al poder judicial en el asunto de un impuesto –Actos Jurídicos Documentados– que, no lo duden, vamos a pagar los de siempre. Es un Gobierno de mentira.

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