Fuego a discreción en la guerra entre EE.UU. y China con aranceles diarios

Pekín amenaza con medidas cuantitativas y cualitativas tras las tasas anunciadas por Trump

Contenedores de transporte se encuentran apilados en la Terminal de Kwai Tsing (China) EFE
Pablo M. Díez

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Fuego a discreción en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que llevan desde el viernes imponiéndose mutuamente aranceles cada día . Como respuesta a las últimas tasas anunciadas por el presidente Trump el lunes, que prevén gravar un 10% a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares (172.000 millones de euros), Pekín amenazó ayer con tomar medidas «cuantitativas y cualitativas» contra artículos y empresas estadounidenses.

«Si EE.UU. pierde el juicio al lanzar la lista (de productos a gravar), China se verá obligada tomar medidas completas que combinen lo cuantitativo y lo cualitativo como una poderosa respuesta», aseguró el Ministerio de Comercio en un comunicado oficial. Se recrudece así la guerra comercial entre ambas superpotencias , que podría derivar en un gravísimo conflicto diplomático por la dependencia cada vez mayor de sus respectivas economías en un mundo globalizado.

Dentro de la ofensiva lanzada por Trump en marzo para reducir el astronómico déficit comercial de EE.UU. con China, que ascendió el año pasado a 375.000 millones de dólares (324.000 millones de euros), esta última escalada de la tensión se remonta al viernes. Ese día, la Casa Blanca fijó para el 6 de julio aranceles del 25% para 1.100 importaciones chinas por valor de 50.000 millones de dólares (43.180 millones de euros), sobre todo de productos tecnológicos y robóticos. Se trataba de un misil directo hacia el plan «Made in China 2025», que la Administración Trump considera una grave amenaza porque persigue darle a la «fábrica global» el liderazgo en tecnología que ya tiene en manufacturas.

Aunque Washington había advertido de que impondría más aranceles si Pekín tomaba represalias, la respuesta china no se hizo esperar. Ese mismo viernes, el Ministerio de Comercio disparaba directamente contra el electorado de Trump al gravar con idéntica tasa del 25% 659 importaciones estadounidenses . De ellas, sumaban 34.000 millones de dólares (29.370 millones de euros) productos agroalimentarios como soja, maíz, trigo, arroz, ternera, aves y lácteos, cuyos aranceles entrarían en vigor también el 6 de julio. Los restantes 14.000 millones de dólares (12.100 millones de euros) serían importaciones energéticas, fundamentalmente carbón y petróleo, cuyos gravámenes se aplicarían más adelante. De esta manera, las autoridades chinas apuntaban a los sectores económicos que conforman el granero electoral de Trump.

Con esta nueva ofensiva, se desata otra vez la guerra comercial entre ambos países pese a la tregua alcanzada el mes pasado. Después de sucesivas reuniones en Pekín y Washington, China se había comprometido a aumentar sus importaciones estadounidenses en 70.000 millones de dólares (60.475 millones de euros) para reducir su colosal superávit comercial. Pero este ya suma 119.000 millones de dólares (102.800 millones de euros) en los cuatro primeros meses de este año y es el mayor caballo de batalla de Trump desde su campaña electoral.

El problema es que puede acabar derivando en una sangrienta contienda que salpique de lleno a las multinacionales estadounidenses que hacen negocios en el gigantesco mercado chino, donde tienen invertidos 200.000 millones de euros (172.000 millones de euros). Además de los sectores de la soja y del carbón, que han disparado sus exportaciones a China en los últimos años, se pueden ver afectadas las grandes marcas de coches y el gigante de la aviación Boeing.

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