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BREXITGoldman Sachs inicia la retirada de «centenares» de empleados de la City

La mayoría de los grandes bancos trasladarán personal desde Londres a Fráncfort, París o Madrid

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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El Brexit no sale gratis y ya golpea a la primera industria británica, la City de Londres, uno de los grandes pulmones bancarios mundiales. Goldman Sachs, la multinacional financiera de Wall Street fundada hace 148 años, se ha convertido en el primer gran banco que inicia la retirada de personal desde la City de Londres a plazas de la Europa continental. La entidad anuncia que ha comenzado a aplicar sus “planes de contingencia” ante el Brexit con el traslado de “centenares” de ejecutivos desde Londres a París y Fráncfort.

Godlman, con 34.400 empleados en todo el mundo, consideraba la City de Londres como una de sus grandes bases, con 6.000 trabajadores allí, cifra que contrasta con los 200 de Fráncfort y los solo cien de París.

Pero ahora comienza el éxodo, con ampliación de sus oficinas en las ciudades alemana y gala durante los próximos 18 meses, plazo previsto para las negociaciones del Brexit. Además anuncia que contratará a más personal procedente de los 27 socios que continuarán en la UE.

“Nuestra obligación al final del proceso del Brexit es atender a nuestros clientes sin disfunciones”, ha explicado Richard Gnodde, consejero delegado de Goldman Sanchs International.

La inesperada decantación de Theresa May por la versión más drástica del Brexit ha acelerado los planes de repliegue de los bancos foráneos de la City. La primera ministra ha renunciado al mercado único y la unión aduanera. Incluso ha llegado a decir que prefiere “ningún acuerdo con la UE a un mal acuerdo”. Estaría dispuesta a dar el portazo sin alcanzar convenio alguno con los comunitarios, incorporando al Reino Unido al gravoso régimen común de comercio de la OMC. Al abandonar el mercado único, los bancos radicados en el Reino Unido ya no dispondrán del llamado “pasaporte europeo”, que les permite prestar servicios libremente en la unión.

El ministro de Economía, el pragmático Philip Hammond, hizo un intento enfático por salvar el pasaporte europeo de la City. Pero la ideología se ha impuesto a los criterios económicos. May se inclinó finalmente por prestar oídos a los llamados “Tres Tenores del Brexit”, los ministros eurófobos Liam Fox, David Davis y Boris Johnson. Con más voluntarismo que datos, el trío profetiza un mundo feliz fuera de la UE, sin contratiempos y lleno de grandes oportunidades, incluso si no se logra un acuerdo de salida que proteja el comercio con el antiguo socio de 43 años.

Desde el triunfo del Brexit, el pasado 23 de junio, ha habido un goteo constante de bancos que han amenazado con deslocalizar personal de la City, incluido el coloso británico HSBC, que ha anunciado que en dos años trasladará a mil altos empleados a París. El suizo UBS prevé llevar a Fráncfort o Madrid mil de sus cinco mil ejecutivos de Londres. El estadounidense JP. Morgan advirtió en su día que peligran sus 4.000 puestos de trabajo británicos. En el mismo sentido se han expresado otras tres entidades de Wall Street: Citigroup, Morgan Stanley y Bank of America.

La City de Londres es la mina de oro de la economía británica, con 450.000 empleos directos, muchos de ellos con opíparos emolumentos, profesionales que animan el carísimo comercio y hostelería de la metrópoli y un mercado inmobiliario disparatadamente oneroso. La City por sí sola supone el 3% del PIB nacional y la capital en su conjunto, el 22%. El francés Xavier Rolet, consejero delegado de la Bolsa de Londres, cree que con el Brexit podrían perderse 230.000 de los empleos de la denominada “Milla cuadrada”. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, considera sin embargo alarmista ese cálculo.

La británica es ante todo una economía de servicios. La industria manufacturera solo supone el 10% del PIB y el Reino Unido fabrica la mitad de coches que España. En ese sentido, una comisión de la Cámara de los Lores, en la que han trabajado todos los partidos conjuntamente, ha advertido al Gobierno que el Brexit duro que preconiza May provocará que los abogados y auditores británicos pierdan su licencia para trabajar en la Europa continental. Según su informe, los servicios no financieros suponen una tercera parte de las exportaciones británicas. Los lores reconocen que el mercado de servicios de la UE es “incompleto e imperfecto”, pero añaden que aun así es “el mercado más integrado del mundo”.

A medida que se acerca la hora de la verdad, que comenzará el próximo miércoles, cuando May active el artículo 50 del Tratado de Lisboa e inicie el proceso de salida, crecen las amenazas para las empresas británicas. Según “The Guardian”, altos funcionarios comunitarios han advertido ya verbalmente a los dirigentes de grandes aerolíneas radicadas en el Reino Unido que no podrán seguir en el negocio de los vuelos internos en el continente (por ejemplo Milán-París), a menos que recoloquen sus bases en territorio comunitario y otorguen mayoría al accionariado europeo. Compañías como easyJet, muy activa en los vuelos domésticos europeos, Ryanair o British Airways tendrían que abrir bases en la Europa continental.

A día de hoy la economía británica mantiene su pulso. La tasa de paro ha caído a solo un 4,7%, la más baja desde hace 42 años, pero en realidad el Brexit todavía no ha arrancado. Los economistas creen que pese a los buenos datos macroeconómicos, asoman indicios inquietantes. La depreciación de la divisa, que está un 17% por debajo de los días previos al referéndum, ha calentado la inflación. Los sueldos ya no crecen. El mercado inmobiliario de Londres se ha frenado y los precios de los alquileres y las viviendas comienzan a bajar. También preocupa el futuro de la industria de automóvil, que puede verse afectada si el Brexit duro lleva a un mundo con aranceles con los 27. Pero el principal problema tal vez sea psicológico: el dinero es miedoso y el Reino Unido, un gran imán hasta ahora de capital foráneo, ha pasado de epítome de la estabilidad a convertirse en un lugar que plantea problemas, o al menos suscita serias dudas.

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