La tierra más rápida está en la Caja Mágica

Después de Andorra la Vella, enclavada en los altos valles pirenaicos, y las históricas Ereván (Armenia) y Ankara (Turquía), Madrid es la capital europea que más cerca está del cielo. La ciudad descansa a más de 655 metros de altitud sobre la gran meseta que cubre el centro de la Península. Y los tenistas tienen que adaptarse para jugar en las alturas.

Acostumbrados a que la arcilla ralentice el juego , los jugadores que disputan el torneo de la Caja Mágica deben amoldarse a las condiciones de juego que impone la geografía madrileña, que dependen de dos factores: la densidad del aire y la presión atmosférica.

A medida que aumenta la altitud, esto es, la distancia con respecto al nivel del mar, disminuye la densidad del aire. Primero, porque hay menos masa de aire empujando hacia abajo; segundo, porque al estar más lejos del centro de la tierra, la gravedad es menor. Así, el aire ofrece menos resistencia y permite que la pelota planee con más rapidez . Además, al disminuir el peso del aire sobre la superficie terrestre, la presión atmosférica se reduce. Así sucede que «la pelota está más viva, brinca más, salta más », asegura Anabel Medina, capitana del equipo español de Copa Federación. Y eso, en Madrid, se cobra sus víctimas.

Aun así, algunos tenistas son capaces de sacar ventaja de esta situación. «Está asociado con jugadores que tienen un buen servicio y golpes fuertes del fondo de la pista», explica Medina. Es el caso de Petra Kvitova , vigente campeona del Mutua Madrid Open –acumula ya tres títulos sobre la arcilla madrileña–, Serena Williams o Maria Sharapova, en su día. En el circuito masculino, la altitud favorece al juego de Roger Federer o de otros como Zverev, Del Potro o Reilly Opelka, que hizo ayer 14 aces en su triunfo ante Carreño.