Federer y Muguruza posan con sus trofeso de campeones de Wimbledon
Federer y Muguruza posan con sus trofeso de campeones de Wimbledon - AFP
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Dos retos en uno para Muguruza

La española tiene en el US Open su próximo objetivo, que puede lanzarla al número 1, pues defiende pocos puntos

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A pesar de todas las tradiciones que sustentan el torneo de Wimbledon, a la hora de la cena de campeones hay más opciones para elegir vestuario. Garbiñe Muguruza apostó por continuar de blanco para la gala. Eso sí, alejada del chándal que quería quitarse de una vez porque han sido quince días sin soltarlo. Donde sí se soltó, por fin, fue con el trofeo en las manos, exhibiendo su recompensa y su elegancia en la cena en el lujoso edificio Guildhall, en el centro de Londres.

Después del baile que no fue, una tradición que se nombra siempre, pero que se perdió a finales de los 70, para Muguruza empiezan unos días de descanso. Pocos porque el tenis es un deporte que enseguida pide un nuevo campeón.

Ginebra, Barcelona, Madrid y el fin de semana, otro avión para Los Ángeles. Allí se reencontrará con Sam Sumyk, su entrenador, y comenzarán a preparar la temporada de pista rápida. Muy especial este año por todo lo que tiene en el horizonte.

En principio está apuntada para el torneo de Stanford (31 de julio), aunque todavía tiene que hablar con su equipo para analizar si es mejor continuar con la adrenalina de la competición o necesita descansar un poco más después del desgaste físico y anímico que le ha supuesto este Wimbledon. Muguruza ha dado un salto importantísimo tanto de calidad como de ranking después de su primer Grand Slam sobre hierba. Desde ayer es quinta del mundo, con 4.990 puntos, y aunque no le preocupa demasiado el número 1, está más cerca de lo que parece.

Pocos puntos

Son 1.865 de diferencia con la actual líder, Karolina Pliskova, que no son tantos porque la española apenas sumó puntos con respecto al curso pasado, y muchos la checa. Por ejemplo, una gastroenteritis apartó a la española de disputar el torneo Premier WTA de Toronto, que empieza el próximo 7 de agosto, y que reparte 900 puntos (cien menos que en el cuadro masculino).

Después viajaría a Cincinnati, donde Muguruza perdió en semifinales contra, precisamente, la actual número 1, por lo que defenderá 350 puntos. A partir de ahí, el reto mayúsculo al que ya apunta Muguruza: el US Open. Con Roland Garros 2016 comenzó a seguir la estela de Arantxa Sánchez Vicario, con tres títulos; con Wimbledon 2017, emuló a Conchita Martínez. Pero con solo dos Grand Slams ya ha impuesto su propio nombre en la historia, pues ninguna española conquistó ambos. ¿Por qué no un tercero, e igualar a Sánchez Vicario con su trofeo de 1994 en Flushing Meadows? El año pasado, Muguruza solo alcanzó la segunda ronda del último grande del año, al perder con Anastasija Sevastova.

Después defenderá la segunda ronda en Tokio, la primera en Wuhan, y las terceras en Pekín y en Linz. Para concluir el año, el Masters de Singapur, donde se reúnen las ocho mejores tenistas. La hispanovenezolana se sitúa tercera para un torneo en el que se ha clasificado en dos ocasiones. En 2016 solo pudo sumar una victoria. Más margen de mejora para subir peldaños en el ranking. Nunca ha sido número 1, pero sí ha alcanzado la segunda plaza. Su límite, por ahora.

Federer aspira al trono

En la tercera posición duerme desde ayer Roger Federer, campeón de Wimbledon por octava vez, y tiene un buen futuro. La temporada pasada se retiró por estas fechas para cuidar su cuerpo y solo puede sumar. La pelea por el número 1 se plantea apasionante, pues el de Basilea, lanzado con cinco títulos, se siente cómodo sobre la pista rápida, y Rafael Nadal, número 2, defiende solo 360 puntos. Está a 295 de Murray, que sí tiene mucho que perder (5.460). Español y suizo son primero y segundo en el ranking del año que clasifica para la Copa de Maestros

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