La eclosión del tenista tranquilo

Todavía parece que no se lo cree, pero Albert Ramos figura en los cuartos de final de Roland Garros. Una gesta histórica en su palmarés y más viendo la categoría de sus rivales. Ha despachado a Horacio Zeballos, y a Marco Trungelliti. También eliminó a Jack Sock en un tremendo partido a cinco sets y a todo un top ten como Milos Raonic en tres mangas. Perfecto su camino hacia lo desconocido en un Grand Slam.

Desconocido hasta para él. El tenista de Barcelona no esperaba estar tanto tiempo en París. Tanto es así que le dijo a su padre que celebrara su cumpleaños este pasado fin de semana y el hijo solo lo ha podido disfrutar en fotos y vídeos que le mandaban desde casa.

«No pasa nada, me ha perdonado». No es para menos, el regalo al padre: unos cuartos en Roland Garros.

Una cita que nunca había vivido, por eso en París lo saborea. Aunque no es Ramos un tenista de grandes aspavientos. No tiene títulos ATP en su palmarés, tampoco grandes gestas, aunque se hizo un nombre el año pasado al despachar a Roger Federer en Shanghái. Tuvo su trascendencia, pero no tanta como la que ocupa ahora en el Grand Slam francés. Ha tenido su primera rueda de prensa en la sala principal de Roland Garros, aunque él prefiere escapar de los grandes focos.

«Me gustan las cosas normales, estar tranquilo en Mataró con mi novia y mis amigos. Mis expectativas no cambian en esta ronda, quiero seguir entrenándome y trabajando para conseguir buenos resultados», advertía.

Es la sorpresa del torneo, pero no para sus entrenadores, como José María Díaz. «Es toda una vida trabajando para esto. Pero sabía que tarde o temprano Albert podría sacar todo el tenis que tenía dentro. En los partidos anteriores noté una euforia muy fuerte y esta vez noté paz, calma y tranquilidad. Una gran alegría, pero contenida. Reflexionando y valorando mucho la situación. Siendo muy consciente de todo lo que estaba pasando».

Pasa que hoy juega la ronda de cuartos, y su pase a la semifinal, contra Stanislas Wawrinka. El suizo, defensor del título, siempre ha salido vencedor de los duelos con el español. Pero eso era antes. Este Albert Ramos, tranquilo, silencioso, sin más aspavientos que la alegría por las victorias, desafía los límites. Con permiso de su padre.