Real Madrid

El día que la UEFA prohibió mostrar en París una gran bandera española

Sucedió el 22 de mayo de 2000, dos días antes de la final de la Champions. Madridistas y valencianistas querían portarla en el estadio de Francia. No fue admitida por seguridad. Inolvidables los cánticos de «¡Valencia, Valencia!» de la afición blanca

Tomás González-Martín

Fue muy bonita la convivencia entre cincuenta mil seguidores españoles de ambos equipos, antes, durante y especialmente después de aquella final de París. Ejemplares. Era la primera final española en la Champions. Fue un preludio de lo que sucedería catorce y dieciséis años más tarde en los dos duelos entre el Real Madrid y el Atlético.

El 24 de mayo del año 2000, el Real Madrid se impuso 3-0 al Valencia en la final de la Champions disputada en el Estadio de Francia . Han pasado ya 20 años. Dos días antes, cincuentas mil españoles, madridistas y valencianistas, comenzaron a acudir a la capital de Francia para presenciar la primera final entre dos equipos españoles en la Copa de Europa.

Veinte años son nada. Porque no nos olvidamos de aquel ambiente, de aquella final. La octava Copa de Europa del Real Madrid iba a llegar, dos días más tarde. Dos años antes, Mijatovic había decidido la séptima Champions, que acabó con 32 años de sequía. Ahora solo se tardó dos temporadas en volver a la final. Todavía no sabíamos que otros dos años después, en 2002, el conjunto blanco triunfaría en la novena, con Zidane como rey. Tres coronas en cinco años tras 32 años sin nada, con el 7-3 de 1960 y el 2-1 de 1966 en la memoria . El fútbol es caprichoso.

Esta vez, el escenario sería París y el rival el Valencia. La primera Final de la Copa de Europa entre dos equipos del mismo país . Recuerdo perfectamente que el viernes anterior a la final, el día 19 de mayo, se jugó la última jornada de Liga. El Deportivo se hizo con el campeonato.

Fue muy bonita la convivencia entre cincuenta mil seguidores españoles de ambos equipos, antes, durante y especialmente después de la final. Ejemplares. Era la primera final española en la Champions. Fue un preludio de lo que sucedería catorce y dieciséis años más tarde en los dos duelos entre el Real Madrid y el Atlético

El Real Madrid necesitaba la Champions para ganar un título en una campaña irregular que, como tantas, veces, se arregló con la victoria más importante, esa que se juega en órdago a la grande, en ruleta rusa. Esa semana previa, los blancos perdieron su último encuentro frente al Valladolid, 0-1 , en el Santiago Bernabéu con un exjugador de la casa blanca, Víctor, ajusticiando al cuadro blanco. Así pues, Del Bosque se la jugó a una carta en París.

La Cibeles ya estaba vigilada para la posible fiesta en Madrid. Y faltaban dos días. En París, los aficionados de ambos bandos convivieron felices, compartieron fotos, bebidas, comidas. Y las dos aficiones solicitaron, por medio de Real Madrid y Valencia, que pudieran mostrar en el estadio parisino una gran pancarta con la bandera española y los dos escudos. La UEFA lo prohibió «por seguridad»

La «obligación del Real Madrid es siempre salir a ganar» y esa experiencia era un grado. Lorenzo Sanz, añorado, recordado siempre tras su fallecimiento hace dos meses, iba a ganar su segunda Copa de Europa.

El seguimiento que hicimos en ABC y otros medios de comunicación a la final de París evidenciaba el calibre de la cita. Era la fiesta del fútbol español. Dos de nuestros equipos jugándose el trofeo de la máxima competición continental. Las dos aficiones se trasladaron en masa a París para asistir al partido.

El partido fue extraño. Muy igualado, hasta que llegó el 1-0. A partir de ahí, al contragolpe, los blancos arrollaron. Había mucho respeto hacia el Valencia de Héctor Cúper, que se había deshecho del Barcelona goleándole 4-1 en la ida de las semifinales e imponiéndose 1-2 en el Nou Camp. En Liga, los valencianos habían acabado por delante del Real Madrid. Sin embargo, aquello era la Champions. Y el Real Madrid se había crecido en Europa. Cuando Fernando Morientes abrió el marcador en la recta final del primer tiempo el camino se había sembrado.

Vicente Del Bosque había reforzado la zaga jugando con tres hombres en el eje de la defensa. Karanka , Iván Campo y Helguera se encargaron de cubrir la retaguardia de un equipo que había sufrido demasiado y que dio muchos disgustos a la afición blanca aquel año, llevándose incluso por delante a John Toshack allá por el mes de noviembre. La cosa le salió bien al entgrenador salmantino. Al equipo se le vio seguro durante todo el partido. En el centro del campo, Redondo estuvo inconmensurable, como siempre.

Al descanso ganaba con ese 1-0 al límite del intermedio. Quedaban 45 minutos de tensión. El 2-0 aclaró la situación. Steve McManaman enganchó aquel balón para rematar de primeras con una volea que superó a Cañizares. Gol de elasticidad. Era el 2-0 en el minuto 67.

El tercer gol fue el broche por su ejecución. El Valencia estaba volcado. No podía hacer otra cosa. Desde dentro del área del Real Madrid, el brasileño Savio despejó el balón con un pase a Raúl, que era el jugador más adelantado pero que estaba aún en campo propio. Raúl no había llegado al círculo central cuando controló el balón y no había ya ningún defensa valencianista delante para frenarle. Sólo quedaba Cañizares en la portería.

Vivir aquella carrera de Raúl, en directo, mientras avanzaba él solo con el balón, fue un momento de tensión increíble. Podía llegar la sentencia. Djukic corría detrás de Raúl. Cañizares le esperó en la portería y a la altura del punto de penalti, más o menos, se lanzó al suelo para tratar de arrebatarle el esférico. Pero Raúl le regateó hacia fuera mientras Djukic alcanzaba la portería. El «siete», al haber regateado hacia fuera, se había quedado sin ángulo para disparar.

Raúl casi había perdido la oportunidad de gol. Pero encontró el hueco para colar el balón a las redes. El 3-0 era la sentencia madridista. Era el minuto 75. Ya eran campeones de Europa.

En la recta final, entraron a jugar dos de los veteranos de la plantilla. Manolo Sanchís saltaba al campo para disputar los últimos minutos y Fernando Hierro también se incorporó al terreno de juego. Había estado lesionado en el menisco durante dos meses y reapareció una semana antes frente al Valladolid. No estaba para ser titular en la final de la Champions.

El Real Madrid vistió con la camiseta negra, su segunda equipación. Para recoger la gran Copa de Europa todos los jugadores de la plantilla se colocaron la camiseta blanca encima.

Lo más bonito fue el cántico del madridismo, !Valencia, Valencia!, cuando acabó el partido. Era otro equipo español, otra afición española, afligida, y los seguidores entristecidos por la derrota fueron animados por el madridismo en pleno. El vicepresidente del Valencia, Jaime Ortí, adujo que nunca lo olvidaría. Pedro Cortés, presidente blanquinegro, siempre lo recordó. Imposible olvidarse de aquella noche.

REAL MADRID: Íker Casillas; Salgado (Hierro, 84), Karanka, Helguera, Iván Campo, Roberto Carlos; Mcmanaman, Redondo; Raúl, Morientes (Savio, 71) y Anelka (Sanchis, 79).

Entrenador: Vicente del Bosque.

VALENCIA: Cañizares; Angloma, Djukic, Pellegrino, Gerardo (Ilie , 68), Mendieta, Gerard, Farinós; Kily González, Claudio López y Angulo.

Entrenador: Héctor Cuper.

GOLES: 1- 0 minuto 39, Morientes. 2- 0, minuto 66, Mc Manaman. 3-0, minuto 74, Raúl.

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