Real Madrid-Bayern

James Rodríguez, el indómito futbolista que se perdió en la noche madrileña

El colombiano regresa al Bernabéu, del que tuvo que salir por culpa de su ídolo Zidane: «Lo sigue siendo»

James, en el entrenamiento de ayer en el Bernabéu AFP
Rubén Cañizares

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Lo que en enero de 2016 comenzó como un sueño cumplido, trabajar a las órdenes de su futbolista más admirado, acabó en una mezcolanza de decepción y frustración: «Zidane fue un jugador top y sigue siendo mi ídolo. No importa si hubo feeling o no. Aportaba cosas buenas cada vez que tenía minutos, pero cada entrenador tiene sus propios gustos y no tenía más remedio que respetarlo. No puedo decir tampoco que fuera injusto conmigo», explicaba James en el mes de enero, su primera reflexión en voz alta tras su sensible salida: «Mi sueño siempre fue jugar en el Real Madrid ».

El futbolista colombiano, igual que Morata, fue clave en esa segunda unidad que tanta culpa tuvo en la consecución de la Liga 2016-2017, pero no era suficiente. Con un Mundial a la vista, James quería más protagonismo, más partidos de portada, y eso Zidane no se lo iba a dar. El francés tenía tres ideas claras: mayor afinidad futbolística por Isco, quitarle competencia a Asensio para no lastrar su meteórica progresión y desconfianza por la agitada vida nocturna de James, desorientado por la ausencia de su mujer e hija, en Colombia por asuntos profesionales de la hoy exesposa. Con estas fichas, la rebeldía de James no tenía hueco en el puzzle.

No fue así al principio. Los primeros meses de Zidane en el banquillo blanco fueron de notable rendimiento del colombiano y de satisfacción de su técnico, pero aquello fue un amor exprés. Tras la eliminatoria de octavos ante la Roma, de la Champions de 2016, en la que James fue titular en el Bernabéu y en Olímpico, James nunca más apareció por el once inicial en los cruces continentales. De hecho, desde los cuartos de aquella Champions hasta la final de Cardiff del pasado año, solo tuvo minutos en dos partidos: en las semifinales ante el City (23’), preludio de la Undécima y en los cuartos ante el Bayern (7’), camino de la Duodécima. En ambas finales, ni se vistió de corto. En San Siro, banquillo. Y en el Millennium, fuera de la convocatoria.

Su nula presencia en Champions fue minando poco a poco la relación entre James y Zidane , con mano izquierda por parte del francés y poco tacto por parte del colombiano. Sus salidas de tono cuando acudía a su país para jugar con su selección pasaron de anécdota a feos hacia su entrenador, que aún así le defendió siempre, incluso tras su grave metedura de pata en Yokohama. Nada más ganar el Mundial de Clubes, en diciembre de 2016, James no tuvo mejor manera de celebrarlo que anunciar ante los medios que quería irse. Zidane apagó ese fuego tras las vacaciones de Navidad, pero ya había tomado la decisión de venderle en verano. Esta noche, el indómito James regresa al Bernabéu donde le espera el Madrid de Zidane, el ídolo que acabó con su sueño.

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