Río 2016El dopaje calienta la piscina

Phelps y otros nadadores cargan contra rivales como Sun Yang y Efimova, que suben al podio tras dar positivo

Río de Janeiro Actualizado: Guardar
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No se le va a Río ese tufillo fecal que asalta a cada esquina. La ciudad tiene las tripas revueltas. A los regatistas les preocupaba la salud del agua de la babía, punto de destino de cloacas. En la piscina del Centro Acuático no hay ese problema. El agua luce impecable. Inodora, insípida y azulada. Aunque ni la pileta se ha librado de la contaminación. Aquí es otra: la mancha que no se despega del deporte, el dopaje.

La jornada acuática del lunes tuvo casi de todo. Mireia Belmonte quedó eliminada y no disputará la final que peor le iba, la de 200 estilos. Ya puede prepararse para una de las suyas, la de 200 mariposa (esta próxima madrugada).

Phelps vio en las semifinales del 200 mariposa que los húngaros Kenderesi y Cseh, y el sudafricano Le Clos, le complicarían su vigésimo oro. Otra húngara, Katinka Hosszu, ganó en 100 espalda su segundo título. En la final de 100 espalda, el francés Lacourt, el guapo oficial, malgastó su última ocasión. Ya no será campeón olímpico. Y hubo dos finales más, la que el sulfuroso chino Sun Yang le ganó con 1;44.65 a Le Clos y al estadounidense Dwyer.

Y la de 100 braza, donde la americana Lilly King pudo con la mala de la noche, la rusa Julia Efimova, que está en los Juegos pese a su historial de dopaje. El público la abroncó. Varios nadadores le sacaron el dedo. Phelps, indignado por compartir agua con ella, soltó: «El deporte tiene que ser limpio. Ver a nuestro lado a una persona que ha dado dos positivos me rompe el corazón. Hay que evitarlo». También Lacourt cargó contra el otro protagonista sospechoso de la velada, el chino Sun Yang. Sin citarle dijo: «Estoy cansado de ver en cada carrera a varios dopados. Esto es una masacre. Jamás he tomado un producto dopante y veo a algunos que mean de color violeta. Duele ver en el podio a nadadores que han dado positivo». Como Sun Yang y Efimova. Aguas turbulentas en Río. Efimova, pese a su plata, acabó entre lágrimas. Sun Yang, en cambio, con los brazos arriba y desafiante. Está más hecho a los líos. Son lo suyo. Eso y nadar rápido. Ya lleva un oro y una plata. Y habrá más.

Sun Yang, que dio un extraño positivo con un supuesto medicamento para curar su alterado corazón, ganó la final de 200 metros por delante de De Clos. Ídolo popular chino tras sus oros en Londres 2012, ha venido a Brasil repudiado por sus propios dirigentes, hartos de sus desplantes, sus líos de faldas y sus gustos de nuevo rico. Su verdugo un día antes en la final de 400, el australiano Marc Horton, le calificó de «dopado». La piscina le dedicó algunos pitos. Y le aplaudió tímida al final, cuando Sun Yang, de nuevo campeón olímpico, descorchó su euforia. Tiene el mundo contra él y, aun así, sigue coleccionando oro.

Los silbidos más contundentes esperaron a Efimova en la final de 100 braza. La nadadora rusa es un síntoma. Es una de las deportistas repescadas a última hora tras haber sido vetada por la Federación Internacional de Natación. Su nombre, al parecer, no estaba en el informe McLaren que, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), ha desvelado un dopaje sistemático en Rusia. Trampa organizada por el gobierno de Putin, ávido de éxitos a cualquier precio.

Efimova voló a Brasil sin saber si podría competir. Reclamó ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte, que le dio en parte la razón. Alegó que el anabolizante (DHEA) hallado en su cuerpo procedía de un alimento contaminado. Fue suspendida durante 16 meses. De su segundo positivo, el del meldonium, se libró porque el control se produjo justo antes de que ese producto entrara en la lista negra.

Y con ese pasado Efimova se presentó a la cita. Siempre estuvo por detrás de King, la mejor al final pese al empeño de la rusa en los últimos metros. El público asistía a una película de buenos y malos. Ganó King, que un rato después subió al podio a recoger la plata más abroncada. La rusa lloró y King lanzó su mensaje: «Esto demuestra que se puede ganar sin trampa».

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