Mundial Rusia 2018

La caricatura de Maradona

Sus lamentables excesos en la grada durante el Argentina-Nigeria elevan la preocupación sobre su estado de salud

Vídeo: Argentina enloquece con el pase de su selección a octavos del Mundial de Rusia

Javier Asprón

Hay que ser Maradona para que, en el día en que Argentina firma una agónica clasificación para octavos, con un Messi pletórico subido a caballito de Marcos Rojo, o el cuestionado Sampaoli corriendo como un loco por la banda tras salvar in extremis un desastre nacional, sea él quien atraiga el foco y comparta ese espacio en las portadas de medio planeta. Fue en el palco VIP del Zenit Arena de San Petersburgo donde el histórico «10» argentino exhibió todo su catálogo de excesos. Allí pasó de la euforia al baile, de la siesta en el descanso a los gestos obscenos a la grada tras el segundo gol de la albiceleste. Y como redoble final: su retirada en volandas al interior del estadio, incapaz de caminar por sí solo y con la mirada perdida oculta tras una gafas de sol, necesitado de ayuda médica tras una noche de emociones fuertes.

El día después fue de resaca y explicaciones. Durante horas se dijo que Maradona había sido hospitalizado, que había sufrido un problema cardiorespiratorio y que le habían tenido que inyectar adrenalina. Mientras, las redes sociales se llenaban de miles de mensajes especulando sobre el lamentable estado del exfutbolista y los memes reflejaban la caricatura en la que se ha convertido el Pelusa en estos últimos años.

A primera hora de la mañana Maradona explicaba su verdad. Lo hacía primero con un mensaje al periodista argentino Daniel Arcucci, autor de su biografía, en el que el Pelusa negaba la hospitalización y le pedía que hiciera público que se encontraba bien. En un audio donde se muestra balbuceante y que envía desde el avión que le llevaba de vuelta a Moscú, Maradona explica a su amigo su alarma ante los rumores que incluso le llegaron a dar por muerto: «Te juro que no me pasó absolutamente nada. Servían solamente vino blanco y nos tomamos todo el vino, sí, pero nada más. No miento. ¿Vos crees que a mí me puede pasar eso? ¿Que me puede dar un ataque al corazón sin que haya un tumulto en el box en el que estábamos?».

Más tarde, ya desde la capital rusa, el jugador daba una versión oficial de lo sucedido: «Quiero contarles que estoy bien, que no estoy ni estuve internado», escribía en sus redes sociales. «En el entretiempo del partido con Nigeria me dolía mucho la nuca y sufrí una descompensación. Me revisó un médico y me recomendó que me fuera a casa antes del segundo tiempo, pero yo quise quedarme porque nos estábamos jugando todo. ¿Cómo me iba a ir? Les mando un beso a todos, perdón por el susto y gracias por el aguante». Maradona terminaba el mensaje asegurando que hay «Diego para rato», pero sin hacer ninguna referencia a su comportamiento durante el partido ante Nigeria.

Deterioro constante

Las explicaciones dadas por Maradona no han cerrado el debate sobre su estado de salud ni sobre su forma de actuar en Rusia , país donde sus imágenes ocupan decenas de minutos en la televisión. El ídolo que encandiló al mundo en el Mundial de México se va difuminando con cada nueva «descompensación». En Argentina, donde pese a todo se le sigue adorando, aumenta la preocupación por el porvenir de su estrella, en apariencia enferma y sin brillo desde hace demasiado tiempo.

Maradona cumplirá 58 años el próximo mes de octubre y lleva más de treinta batallando contras sus adicciones. Según ha contado él mismo, se enganchó a la cocaína en Barcelona, de donde se marchó con 23 años. Cumplida la treintena fue suspendido en Italia por consumo de drogas, y apenas dos semanas después vivió su momento más bajo al ser detenido con medio kilo de cocaína en el barrio de Caballito, en Buenos Aires.

Aquel fue el inicio de la cuesta abajo. Pese a que el fútbol le dio una segunda oportunidad, volvió a ser expulsado, en este caso del Mundial 94 , por un nuevo positivo. Hoy, su deterioro es evidente, y ni quienes le admiraron como compañero y rival, le tienen hoy el más mínimo respeto. Porque, ¿quién quiere ser Maradona?.

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