Eurocopa 2016

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Selección española El tortuoso camino a Rusia

España planifica su reconstrucción hacia el Mundial 2018 plagada de dudas

Los jugadores de la selección, en el partido ante Italia
Los jugadores de la selección, en el partido ante Italia - AFP

En las tripas de Saint-Denis, casi dos horas después de caer eliminados en la Eurocopa, Gerard Piqué relataba la cruda realidad de la selección española: «Ya no hay nivel para ganar campeonatos», decía con tono grave mientras pedía una «reflexión profunda y colectiva» para enderezar el rumbo de la nave. Pues bien, ese proceso ya está en marcha. Con las heridas aún abiertas tras el desastre en Francia, la selección inicia un viaje de introspección que se adivina incierto y tortuoso. Un trayecto en el que se mezclan la búsqueda de un nuevo seleccionador, la puesta en cuestión del estilo que hizo ganar tres grandes títulos en seis años y hasta dos procesos electorales entrecruzados.

Ocurre que el fútbol no para nunca, tampoco para los equipos nacionales, por lo que hay poco tiempo que perder y mucho por decidir. En las oficinas se piensa ya en la fase de clasificación para el Mundial de Rusia de 2018. Será a primeros de septiembre, a la vuelta de la esquina como quien dice, cuando España arranque esa aventura plagada de incógnitas y con la figura de Italia, de nuevo, cruzándose amenazante en el camino.

Grupo trampa

Si no cambia la planificación, la nueva selección echará a andar el 2 de septiembre, apenas doce días después del comienzo liguero. El primer partido que ha de afrontar será un amistoso en Bruselas ante Bélgica. Tres días después, el 5 de septiembre, llegará el primer encuentro oficial ante Liechtenstein, el rival más sencillo de un grupo con trampa en el que también están Albania, Israel, Macedonia y la mencionada Italia. Entonces no habrá lugar para las dudas. Será un año completo de partidos clasificatorios donde la selección debe dar el callo. Dando por hecho que ni Liechtenstein ni Macedonia pondrán oposición, ganar ante selecciones engañosas como Albania e Israel será imprescindible para jugarse la primera plaza, la única que da acceso directo al Mundial, ante Italia. El 6 de octubre España tendrá su revancha de París en el primero de los dos encuentros que la medirá a los «azzurri». En tierras italianas, y ante una selección en la que ya no estarán Antonio Conte ni sus estrategias infernales, España podrá empezar a demostrar que está en el camino para volver a ser grande y recuperar el prestigio perdido. Habrá que esperar al 2 de septiembre de 2017 para que las dos selecciones se vuelvan a encontrar, a cuatro jornadas del final, esta vez en territorio español. Si se falla en este doble enfrentamiento la única vía de acceso a Rusia será a través de una repesca a cara y cruz ante uno de los segundos de los otros grupos. Un riesgo que nadie se quiere imaginar.

Doble proceso electoral

Pero antes de que España empiece a ganarse el billete a Rusia aún deben pasar muchas cosas. En primer lugar está la cuestión del entrenador, un asunto a su vez condicionado por la persona que tomará la decisión. Ángel Villar tiene ante sí dos procesos electorales en el horizonte. El 14 de septiembre se elegirá al nuevo presidente de la UEFA, y el dirigente vasco duda si presentarse. Ejerciendo ahora en funciones por la suspensión de Platini, tiene de plazo hasta el 20 de julio para decidir si anuncia su candidatura. Además, antes de final de año debe convocar elecciones a la presidencia de la Federación Española, en las que competirá o no en función de lo que decida sobre su asalto al sillón continental.

No es ningún secreto que Villar apuesta por la continuidad de Del Bosque, al menos hasta que un nuevo presidente elija a su sucesor. Ambos tuvieron esa charla pendiente de la que habló el técnico en el viaje de regreso de la Eurocopa, pero aún no se ha hecho pública la decisión del míster. Si el actual seleccionador no está por la labor de hacer este trabajo de interinidad, Villar pondrá sobre la mesa otro nombre, presumiblemente a mediados de julio. El nuevo técnico tendrá que asumir la reconstrucción del equipo nacional e iniciar la fase de clasificación sin haber sido refrendado por la junta directiva que salga de las nuevas elecciones.

El nuevo seleccionador, además, tendrá que sumarse cuanto antes a esa reflexión colectiva a la que se refería Piqué, pensar y repensar si el estilo de España sigue siendo válido o si es hora de jugar a otra cosa, de reinventarse. Suya también será la decisión de prescindir o no de algunos de los jugadores más veteranos del grupo y de dar paso a una nueva generación de futbolistas. Mucha tarea por delante.

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