Eurocopa

El pragmatismo inglés y el anhelo danés se citan en Wembley

La presión de los ‘Three Lions’, obligados a alcanzar su primera final europea, contrasta con la liberación de los aventureros vikingos

Hinchada inglesa en Wembley EFE

Ignacio Tylko

Todo o nada. Primera final europea para los inventores del fútbol o vuelta a los horrores del pasado. No hay excusas para la Inglaterra del renacido Harry Kane , que este miércoles recibe en su templo de Wembley a la sorprendente Dinamarca en la segunda semifinal de la Eurocopa . En su imponente ‘jardín’ de casa, donde se esperan unos 60.000 espectadores, los ‘Three Lions’ están obligados a romper al fin su techo de las semifinales perdidas en las Eurocopas de 1968 ante Yugoslavia (0-1) y 1996, frente a Alemania por penaltis precisamente en Wembley.

«Hemos vencido tantas maldiciones y barreras psicológicas que siento que el grupo afronta esto como el siguiente reto a cumplir», confía Gareth Southgate , seleccionador de un equipo reforzado más por sus excelentes resultados que por el brillo de su estilo. Apoyada en una gran defensa, sin recibir ningún gol en el torneo, y en la eficacia de sus zarpazos en ataque, con Raheem Sterling y Harry Kane como estiletes, Inglaterra ha avanzado por esta Eurocopa sin sobresaltos hasta llegar a la semana decisiva.

Lideró la fase de grupos sin grandes complicaciones, pese al empate a nada frente a los vecinos escoceses, pero afianzó su condición de gran favorita tras acabar en octavos con su bestia negra alemana (2-0) y golear a Ucrania en cuartos (4-0). Precisamente, este último partido ante el combinado de Shevchenko es el único que ha jugado lejos de Wembley. Una gran ventaja sobre el resto.

En recuerdo de Bobby Charlton

Al clasificar a Inglaterra para la segunda semifinal consecutiva de un gran torneo tras la del Mundial 2018, Southgate emerge como figura clave a partir del pragmatismo, la confianza en sus jugadores y ciertas apuestas personales. En cinco años, ha transformado a un equipo traumatizado por una eliminación humillante contra Islandia en la Eurocopa 2016 y lo ha convertido en un firme candidato al título continental. Ha llegado el momento de que Inglaterra añada a su exiguo palmarés un trofeo al logrado en el Mundial de 1966, también en casa, por la generación de los Bobby Charlton, Geoffrey Hurst o Gordon Banks.

Aprovechó su ascendencia sobre los jóvenes a los que dirigió en la sub-21 para ir renovando el equipo. La presencia ahora de Jude Bellingham (18 años), el debutante más joven en la historia de la Eurocopa, Bukayo Saka (19) o Jadon Sancho (21), confirma que para Southgate la calidad no entiende de edades. Se ha hecho impermeable a la opinión pública y a la prensa, muy cambiantes siempre en el Reino Unido. Avalado por los resultados, le trae sin ciudado que el emergente Jack Grealish , héroe de los aficionados, Marcus Rashford y Phil Foden , extraordinario este curso en el City, sean suplentes habituales.

Sin embargo, presume de tener empatía con los futbolistas, de gestión participativa y de haber conseguido un «gran espíritu de grupo que no tuvieron otras selecciones campeonas», en clara alusión a Francia. « Me gusta que los jugadores tomen la palabra en las reuniones , que tengan una opinión sobre el partido, porque en el minuto 85, cuando tengan que elegir en una acción clave, no podremos tomar esa decisión desde la zona técnica», argumenta.

Peter Schmeichel muestra el camino

Enfrente aparece una Dinamarca liberada de presión. Tras el golpe anímico y el enorme susto del paro cardíaco sufrido en el primer partido por Christian Eriksen , se repuso a dos derrotas iniciales para ir de menos a más. Goleó en octavos a Gales (4-0) y en cuartos fue mejor que los checos (2-1). La modestia por bandera. «Nunca olvidamos de dónde venimos. Vamos a continuar siendo humildes , no es un problema para mis jugadores mantener los pies en el suelo», afirma su preparador, Kasper Hjulmand, que ha transformado a un equipo ultradefensivo en una máquina de golear.

Sin alardear de nada, fieles a la simplicidad, la cortesía y la igualdad, los tres pilares de su cultura, los nórdicos confían en poder emular el hito de 1992 , cuando su selección se formó con carácter de urgencia tras ser excluida Yugoslavia por la guerra y se coronó para perplejidad mundial. « Podemos ser un peligro para cualquiera », avisó en la televisión ITV el legendario exguardameta de aquella ‘Dinamita Roja’, Peter Schmeichel, orgulloso de que su hijo Kasper pueda igualarlo.

Hay un precedente reciente que espolea a los vikingos. En octubre, ya tumbaron a Inglaterra en Wembley , en un partido de la Liga de Naciones, con un gol de penalti de Eriksen. El líder, figura y capitán no estará esta vez en el campo, pero sus compañeros disponen de recursos técnicos, tácticos y de una mentalidad de acero para pensar en la proeza. En las gradas, victoria inglesa por mayoría absoluta. Las cuarentenas y restricciones han impedido poder trasladarse a los seguidores daneses. Confían en su colonia de expatriados, 30.000 en el Reino Unido, para al menos unos 8.000 apoyen a su selección en feudo británico.

Batalla desigual, pero es fútbol y un partido . Durante 250 años, los vikingos fueron protagonistas de la historia de Inglaterra como saqueadores de ciudades, jefses guerreros que litigaron con la casa real sajona por el dominio de la isla y al final como reyes de los ingleses.

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