Fútbol

Samitier, Kubala y la caza de Puskas

El Barcelona intentó fichar durante aquel otoño de 1956 a «Cañoncito», que acabó en el Real Madrid

Tomás González-Martín

La historia de los «jugadores sin tierra» de Hungría ofrece capítulos soberbios, irrepetibles, de unos hombres que no son de aquí ni son de allá, que viven en España escapados del comunismo y que intentan volver a jugar al fútbol con el permiso de la FIFA, presionada políticamente por las naciones comunisas europeas para impedirlo bajo el razonamiento de ser «traidores a su patria». Puskas, Czibor y Kocsis abandonaron el Honved de Budapest , porque no regresaron a su nación, y tenían varias ofertas. Debían decantarse por un club para que presionara en la FIFA hasta conseguir la inscripción como futbolista.

Puskas habló por teléfono con su mujer, Elisabeth, que escapó de Budapest y se encontraba en Viena, el 30 de noviembre de 1956; ella llegó a España unos días después y el jugador se quedó en nuestro país y no regresó con el Honved a Hungría, que había sido pisoteada por la invasión soviética tras la Revolución Húngara del 23 de octubre de ese año

Los pioneros en esta aventura fueron Daucik y Kubala. Llegaron a España en 1950 y ficharon por el Barcelona. Daucik, eslovaco de origen, se fugó de una cárcel de Zvolen en 1949 al aprovechar un permiso temporal para acudir al funeral de un primo de la familia. Tenía organizada su escapada por Austria, vivió en el campo de concentración italiano de Cinecittá y llegó a Barcelona un año después junto a Kubala para ser entrenador del primer equipo. Samitier, secretario técnico, logró que Kubala dejara de ser apátrida y recibiera pasaporte español. Seis años después, en 1956, tras la Revolución Húngara, Puskas, Czibor y Kocsis tenían decidido no volver al país. Daucik y Kubala les aconsejaron venir a España. El Honved cayó eliminado por el Athletic en Copa de Europa y se quedaron en nuestra tierra.

Pero Samitier dijo «no» a Puskas en 1958

Durante los dos meses previos al encuentro de vuelta frente al conjunto vizcaíno, que se jugó en Bruselas por culpa de la invasión soviética de Hungría, los futbolistas del equipo magyar disputaron partidos amistosos en Italia, España y Brasil. Todo estaba organizado para quedarse en nuestro país. El gobierno húngaro auguró lo que sucedería cuando supo que Elisabeth, la esposa de Puskas, escapó a Viena. El 30 de noviembre telefoneó a su marido desde la capital austríaca para decirle que viajaba a España. En la gira del Honved por nuestra nación, Kubala y Samitier, secretario técnico del Barcelona, intentaron convencer a Puskas para que militara en el club azulgrana junto a Czibor y Kocsis. Se negó.

El 11 de agosto de 1958, Puskas firmó por el Real Madrid . Lo hizo con la oposición ¡de Samitier! Amigo de Santiago Bernabéu, había regresado al club madrileño, como secretario técnico, tras su despido del Barcelona, exigido por Helenio Herrera, que abarcó la potestad de los fichajes. Samitier expuso a Santiago Bernabéu que Puskas tenía 31 años y le sobraban veinte kilos. El presidente manifestó que le pusieran en forma. Acertó. Fue la tercera estrella del Real Madrid junto a Di Stéfano y Gento.

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